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¿Promociona James Bond los bancos suizos?

James Bond y Suiza: a menudo coprotagonistas en la gran pantalla. AFP

La presencia de la plaza financiera helvética en la popular saga de películas de James Bond ha contribuido en los últimos años a crear la imagen del banquero suizo sin escrúpulos, aunque muy hábil. Esto es lo que se deduce del estudio del historiador Sébastien Guex.

Goldfinger (1964), Al servicio secreto de su majestad (1969), El mundo nunca es suficiente (1999) y Casino Royal (2006): ¿Qué tienen en común las cuatro películas, además de la presencia del agente 007? La respuesta es simple. En todos ellas -y en otras de la serie – hay referencias importantes a Suiza y, en particular, a sus bancos y banqueros.
 
Este fenómeno está lejos del folclore, como señala Sébastien Guex, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Lausana, en un estudio publicado en 2007 por Gianni Haver: ‘James Bond contra -o para- los gnomos de Zúrich. La imagen de la plaza financiera suiza en la serie de 007’.
 
Una colección de películas de éxito en todo el mundo como ésta de James Bond ha influido sin duda en la percepción global de los bancos suizos, sirviendo como modelo para otras producciones artísticas.
 
Los autores destacan que “uno de los factores que juega un papel decisivo en el éxito o el fracaso de cada centro financiero es la confianza”. Más aún si la plaza financiera  -como es el caso de la suiza- se concentra en la gestión de activos de capital extranjero: convencer a los clientes para que lleven sus fondos a la Confederación es, por lo tanto, esencial.
 
La confianza no es un elemento natural, recuerdan los autores. Es el resultado de una construcción histórica a partir de dos variables interdependientes, o sea, los factores objetivos y los simbólicos.
 
Esos objetivos son, “la fortaleza de la moneda, la capacidad profesional de los ambientes financieros, la estabilidad política, el marco legal (secreto bancario)”. Entre los simbólicos se incluyen, en cambio, “la imagen y la reputación de una plaza financiera”, construidos a través de la literatura y el cine.

Un autor informado

La imagen del centro financiero suizo que emerge de la serie de 007 no es única. En los libros y las películas de James Bond, de hecho, está representada como “una mezcla intrincada de clichés positivos y negativos”.
 
Los primeros son “la tradición de la competencia y seriedad en la gestión de fortunas; la estabilidad inquebrantable en los aspectos político y monetario ; el respeto de la discreción y el credo liberal”.
 
Los últimos son, sin embargo, “la ausencia de moral, el culto al secreto, los vínculos con el crimen organizado, el fraude fiscal internacional, la rigidez y la falta de sentido del humor”.
 
Como premisa, revelan Haver y Guex, deben tenerse en cuenta algunas circunstancias históricas: Ian Fleming -el autor de las novelas de James Bond- vivió en Suiza, conoció el sector bancario ya que procedía de una familia de financieros, trabajó incluso en un banco y formó parte de los servicios de inteligencia británicos durante la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, era consciente del papel de la plaza helvética durante el conflicto bélico.

Cruce de actividades secretas

La presencia de Suiza en las novelas y películas está asociada inicialmente con el espionaje y los servicios secretos: aproximadamente a partir de la posguerra de principios de siglo pasado, indica Guex.
 
De hecho, la Confederación aparece aún más temprano en las películas internacionales, pero principalmente en forma de bucólico paisaje de montaña, como resultado del desarrollo del turismo internacional en Suiza a finales del siglo XIX.
 
La asociación entre la Confederación y las maniobras ocultas -apuntan los autores- “no sorprende en absoluto si se piensa en el papel crucial de Suiza como un lugar de actividad para los servicios secretos de los Estados beligerantes durante las dos guerras mundiales, en su neutralidad, su ubicación central en Europa y sus vínculos económicos con los países involucrados en el conflicto”.
 
La imagen de Suiza y de su plaza financiera en las producciones de ficción toma después una dimensión completamente diferente tras la Segunda Guerra Mundial.

Aliados del Mal

“La presencia de Suiza en la producción literaria y cinematográfica se vio muy estimulada por la Segunda Guerra Mundial, debido al papel de los bancos suizos en las operaciones, como los préstamos a la Alemania nazi, la transacciones del oro, la fracasada restitución de los fondos hebreos “, dice Guex.
 
A esto se añade el hecho de que la Segunda Guerra Mundial “presenta – en comparación con la anterior- una distinción más clara entre el bien y el mal, entre Estados democráticos y el nazismo”. Y en este contexto, el historiador dice que “Suiza está claramente representada por los malos”.
 
Un ejemplo: James Bond en la película El mundo nunca es suficiente dice a un interlocutor: “¿Qué calvario debe ser para un banquero suizo el hecho de tener que devolver el dinero a los que tienen derecho”, en alusión a la cuestión de los fondos judíos. En esta cinta también “el banquero suizo no se presenta como un simple colaborador de la delincuencia internacional, sino como un mafioso de verdad”.
 
Como si no fuera suficiente, a partir de los años cincuenta, la City de Londres está en competencia constante con Zúrich, y a los “gnomos de Zúrich” se les acusa de intentar debilitar la libra esterlina. En el mismo momento, la prensa de Estados Unidos acusa a la plaza financiera helvética de fomentar -a través del secreto bancario- los intereses de la Unión Soviética, que utilizaría cuentas en Suiza para adquirir participaciones en las principales industrias estadounidenses.
 
No por casualidad en Goldfinger, Bond entrega al citado personaje un lingote de oro procedente de los nazis, con destino a una fundición en los Alpes suizos, donde se funde el metal precioso en un complot para perturbar el mercado de oro y devaluar la libra.

En Suiza, el sector financiero genera el 6,7% del PIB, correspondiente a un valor cercano a los 37.000 millones de francos.

Los empleados de este sector son 195.000, un 5,7% de los trabajadores activos en la Confederación.

A finales de 2010, había 320 bancos en Suiza y 3.442 sucursales. Los bancos suizos tienen más de 280 filiales en el extranjero. Las instituciones extranjeras activas en Suiza son 153.

El valor de los fondos gestionados en Suiza ascendió a 5.500 millardos de francos (finales de 2010).

En 2010, 29.000 empleados de la banca del país trabajaban en el sector de la gestión de activos para clientes extranjeros.

 

Fuente: Asociación Suiza de Banqueros

(Adaptación: Iván Turmo)

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