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“La revancha de Carlos V en la ciudad de Calvino”

Donación H. Contreras Chacel

En el verano de 1939, en vísperas de la II Guerra Mundial, Ginebra acogió una gran exposición de obras de arte procedentes del Museo del Prado y otras pinacotecas madrileñas que los republicanos habían salvado de los bombardeos durante la Guerra Civil.

Tras la caída de la República, el denominado ‘tesoro español’ puesto a salvo en la sede de la Sociedad de Naciones pasó a manos de Franco, quien supo instrumentalizar la muestra con fines propagandísticos.

El salvamento de este tesoro constituye una de las mayores empresas de traslado de obras de arte de toda la historia, sostiene Mayte García Julliard, conservadora asistente en el Gabinete de Estampas del Museo de Arte e Historia de Ginebra. Entrevista.

swissinfo: ¿Cómo llegaron estas obras de arte a la ciudad de Calvino?

Mayte García Julliard: Las obras llegaron a Suiza bajo custodia republicana en febrero de 1939 y gracias a la financiación de un comité internacional. Con el pretexto de la llegada de tantísimas obras se consiguió organizar en el Museo de Arte e Historia de Ginebra una exposición con lo más selecto: Fueron miles y miles de obras de arte, salvadas por los republicanos durante la Guerra Civil, que llegaron en 22 vagones de tren.

swissinfo: ¿De dónde provenían?

M. G. J.: Las obras procedían de las colecciones del Museo del Prado, del Palacio Real de Madrid, del Monasterio de El Escorial, de colecciones privadas y seguramente también de iglesias que tuvieron que ser desalojadas para proteger el patrimonio que conservaban.

En un primer tiempo fue necesario proteger las obras de arte religioso de los saqueos de los movimientos más extremados y anticlericales. Luego, también las obras de los museos, las fuentes y un número elevado de monumentos civiles frente a los bombardeos de la aviación nacional.

En la muestra de Ginebra se expusieron, entre otros cuadros maravillosos, Las meninas de Velázquez, Las majas de Goya, varios cuadros de El Greco y también parte de la colección extranjera del Museo del Prado, en particular, obras de Tiziano y de pintores flamencos como Peter Paul Rubens y Hans Memling.

swissinfo: ¿En qué circunstancias se realizó la evacuación de España a Suiza?

M. G. J.: Las obras salieron de Madrid en camiones rumbo a Valencia. Luego se transportaron a la parte catalana, a Figueras, donde los transportistas pasaron unos apuros tremendos, ya que los bombardeos eran muy crueles en aquel momento.

swissinfo: ¿Qué organismos participaron en el salvamento?

M. G. J.: La evacuación se realizó gracias a un comité internacional formado en enero de 1939 y fundado, entre otros, por el artista catalán Josep Maria Sert. Este comité contaba con el apoyo de museos como el Louvre parisino y la National Gallery de Londres.

El llamado ‘Acuerdo de Figueras’, sellado entre ese comité y el Gobierno republicano, permitió el transporte a Suiza. Gracias al activismo de Jacques Jaujard, miembro del comité francés, se consiguieron trenes de la SNCF (Sociedad Nacional Francesa de Ferrocarril) para el traslado a la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra, que fue elegida como territorio neutro.

swissinfo: ¿Cómo nació la idea de la exposición?

M. G. J.: Por parte del comité internacional, la idea era poder rembolsar los gastos ocasionados por el salvamento desde los Pirineos hasta Ginebra, gracias a una exposición que sería montada no sólo en Ginebra, sino también en París y en Londres. Pero las obras pasaron bajo custodia nacional cuando finalizó la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, y los representantes de Franco aprovecharon la ocasión para simular la ‘recuperación del tesoro’.

No reconocieron la labor del comité internacional ni, por supuesto, la de los republicanos. Ginebra iba a convertirse en el único interlocutor, y durante unos meses hubo trámites entre ambas partes para que se organizara una muestra que abriría sus puertas el 1 de junio y duraría hasta el 31 de agosto de 1939. El caso es que la exposición se convirtió luego en el primer acto de propaganda cultural para Franco a escala europea.

Se trata de un episodio poco conocido pero muy relevante del final de la Guerra Civil. Los nacionales habían sostenido en varios periódicos que los republicanos o los ‘rojos’ habían vendido ‘el tesoro’, que eran muy negligentes y que muchas obras habían desparecido.

Sin embargo, cuando se hizo el inventario en la sede de la Sociedad de Naciones a cargo de Timoteo Pérez Rubio, delegado del Gobierno republicano y presidente de la Junta del Tesoro, todo el mundo pudo comprobar que las obras estaban intactas y completas, y que el inventario estaba hecho con muchísimo cuidado.

Estas cosas quedaron, si no completamente olvidadas, al menos disimuladas cuando se inauguró la exposición. El Gobierno cantonal de Ginebra y las autoridades municipales lograron, con el apoyo federal, lo que resultó ser una colaboración perfecta entre Suiza y España, una España que a partir de entonces ya era la España de Franco.

swissinfo: ¿Cómo se manifestó esta propaganda?

M. G. J.: De una manera muy paradójica… Aquí en Ginebra se organizaron conferencias a cargo de Pedro de Muguruza, que era uno de los delegados de Franco, sobre las negaciones de los bombardeos del Prado en noviembre de 1936. Negó, además, el cuidado con el que los republicanos trataron el tesoro. Todo esto formó parte de la propaganda habitual y tradicional.

Al mismo tiempo se produjo otro tipo de propaganda mucho más sutil que se plasmó en la exposición Las obras de arte del Prado en el Museo de Ginebra. Esta muestra daba una imagen algo extraña de lo que era el Prado, puesto que este museo tenía y tiene muchísima pintura extranjera. Alberga las obras maestras de Velázquez, Goya y El Greco, pero en mayor proporción obras italianas, flamencas y de la escuela nórdica, que son un reflejo del gusto de los Habsburgo y los Borbones. Pero en la muestra se veían muchas más obras españolas que extranjeras.

swissinfo: ¿Qué tipo de imagen quería vender Franco en el exterior?

M. G. J.: Propagó la imagen de la España del Siglo de Oro. La exposición abría con una sala titulada ‘La sala imperial’, en la que colgaban tapices de las batallas de Carlos V y cuadros con retratos de Felipe II, el Conde-Duque de Olivares y Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV; representando a la España de los Habsburgo.

El recorrido empezaba con tres salas de Velázquez, dos salas con cuadros de El Greco y dos salas dedicadas a Goya. Cronológicamente, este orden no tenía ningún sentido pero tuvo un impacto visual muy fuerte. Evidentemente, lo que se quería demostrar era la grandeza imperial de España. Un periódico francés calificó la exposición muy acertadamente como “la revancha de Carlos V en la ciudad de Calvino”.

swissinfo: ¿Consiguió su meta la propaganda franquista?

M. G. J.: Sí y no. El catálogo de la muestra fue el primer documento oficial impreso del Gobierno de Franco en el que aparecía por primera vez el nuevo emblema de la España nacional con el yugo y las flechas. La mayoría de la prensa suiza y europea agradeció la “magnanimidad” del régimen franquista por haber autorizado la muestra. La prensa local habló incluso del “gesto caballeresco” de Franco, de su “benevolencia” y de su “generosidad”.

Sin embargo, al contemplar el patrimonio artístico español, así como el talento de los pintores españoles, los visitantes descubrieron ante todo la riqueza y la belleza del Prado, mucho más que la “gloriosa” historia de España. Al fin y al cabo, por mucho que se intente, las obras maestras del pasado no son buenos portavoces de la propaganda. Más bien consiguen establecer un discurso universal desprovisto de tendencias partidarias.

Durante la Guerra Civil Española gran parte del patrimonio histórico y artístico de España sufrió los bombardeos a ciudades abiertas, el expolio, la destrucción y el saqueo para su venta fraudulenta en el exterior. Las pérdidas fueron muy cuantiosas e irremplazables.

Sin embargo, muchas obras se pudieron salvar gracias a la acción desinteresada de profesionales, gente anónima e intelectuales. Una de las labores de evacuación y traslado de obras más importantes fue realizada por el Gobierno de la República durante la guerra.

La Junta de Incautación del Tesoro Artístico, creada por la República, y el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles fueron los organismos que llevaron a cabo el arriesgado traslado de las obras desde Figueras (Cataluña) a la Sociedad de Naciones en Ginebra en 1939.

A juicio de historiadores especializados, este salvamento constituye una de las mayores empresas de traslado de obras de arte de toda la historia.

Tras la Guerra Civil, el ‘tesoro español’ cayó en manos de Franco, cuyos comisarios lograron organizar una muestra en el Museo de Arte e Historia de Ginebra con el apoyo de las autoridades municipales y cantonales.

En la exposición, celebrada entre el 1 de junio y el 31 de agosto, se mostró una selección de 175 obras, además de numerosos tapices y otros objetos. Con aproximadamente 400.000 visitantes, la muestra tuvo un éxito único e irrepetible.

La ciudad de Ginebra quiso prolongar la exposición, pero no fue posible debido al estallido de la II Guerra Mundial. Todas las obras volvieron a España.

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