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Una orquesta para el siglo XXI

David Greilsammer, un pianista y director de orquesta que rompe moldes. Rodrigo Carrizo Couto

El director y pianista David Greilsammer quiere trascender fronteras con su nuevo proyecto, la Geneva Camerata. Además de un recorrido por diferentes estilos, épocas y géneros musicales, así como un maridaje con otras expresiones artísticas, aspira a estrenar un nuevo modelo de gestión cultural.

“Durante más de 100 años, el presupuesto ha determinado el modelo de gestión de las orquestas”, explica a swissinfo.ch David Greilsammer. “Las cuestiones artísticas y financieras han estado muy ligadas porque las orquestas deben mantener imponentes masas salariales para pagar a sus músicos, incluidos los que tocan raramente. Y creo que este modelo del músico funcionario vitalicio es esclerótico y paralizante”.

El director y pianista israelí afirma que ha llegado el momento de separar lo creativo de lo económico. Con ese fin ha fundado la Geneva Camerata (GECA), cuya estructura de “geometría variable” le permite adaptarse al presupuesto disponible y la capacidad de la sala. En otras palabras: el tamaño de la orquesta varía en función del proyecto.

“Los músicos se comprometen a tocar un concierto específico, firman un contrato, participan y se van. Pero vuelven para tocar toda la temporada no por la seguridad de un salario, sino por fidelidad a un proyecto artístico. En mi opinión, lo que debe determinar el éxito o el fracaso de un proyecto cultural es la visión creativa, y no la mera cuestión financiera”.

Compuesta por una treintena de músicos provenientes de diversos países, Geneva Camerata (GECA) dará su primer concierto el 12 de septiembre en el Bâtiment des Forces Motrices, de Ginebra.

La dirección artística recae sobre David Greilsammer, mientras que la gestión administrativa corresponde a Céline Mayer, formada en la Orchestre de la Suisse Romande.

En su primera temporada, la GECA contará con solitas como el cellista Steven Isserlis, el flautista Emmanuel Pahud o la violinista Patricia

Kopatchinskaja.

Además, tiene previsto actuar en París, Berlín y Londres con el intérprete de mandolina israelí Avi Avital.

La orquesta se propone tocar en espacios inéditos y sumar bailarines, artistas plásticos y creadores de otras disciplinas a sus conciertos.

Expectativas del público y del músico

Según Greilsammer, el mundo de la música en general, y la clásica en particular, ha cambiado de manera dramática, pero el establishment no parece darse cuenta.

“La gente tiene cada vez menos dinero para gastar en ocio. Y los adultos apenas disponen de tiempo libre. Por ello tenemos que ofrecerles más por su dinero y sumar artes visuales, danza, literatura y otras formas creativas al concierto. Es lo que los americanos llaman value for money. Los espectadores deben poder acceder a la mayor cantidad de experiencias en el mínimo tiempo. Personalmente, me interesa la creación como un todo, y no solo mirar a nuestro pequeño universo clásico”.

La Geneva Camerata une diferentes disciplinas: danza, pintura, teatro, o electrónica, que se asocian a la orquesta para conciertos en salas tradicionales o en clubes nocturnos.

“Durante más de un siglo, el sueño de un músico era entrar a formar parte de una orquesta y morir tocando en esa misma orquesta. Pero los músicos más interesantes de hoy quieren la orquesta, pero también desarrollar proyectos personales, hacer música de cámara y enseñar. Su sueño es la versatilidad. Puede que pierdan la seguridad de un salario, pero ganan en libertad creativa”, sostiene Greilsammer.

“Además quiero que acabemos con los conciertos demasiado extensos, de más de tres horas, que son agotadores para la audiencia! Propongo conciertos de más o menos una hora, que los solistas expliquen su obra y tras el concierto nos quedemos de fiesta en la sala para hablar con el público. Unas 200 o 300 personas charlan con los artistas y escuchan música electrónica. Sin duda, es un modelo muy inhabitual, en Suiza y en cualquier parte”.

Nacido en Jerusalén en 1977, es el mayor de cinco hermanos.

Comenzó sus estudios de música a los 6 años en el Conservatorio Rubin de Israel. Posteriormente, se formó en la prestigiosa Juilliard Academy de Nueva York.

Debutó profesionalmente en el Lincoln Center de la ciudad de los rascacielos, en 2004. Y ha tocado en importantes salas de París, Londres o Tokio.

Desde el año 2011 es un artista exclusivo de Sony. Con este sello ha publicado el CD Baroque Conversations, en el cual mezcla obras de hoy con música antigua.

En 2012, el New York Times incluyó Baroque Conversations en la lista de “los 10 mejores CD clásicos del año”.

David Greilsammer acaba de grabar en Berlín su nuevo CD, consagrado a la música barroca de Scarlatti y a la obra para piano contemporánea de John Cage.

Oír antes de juzgar

Una verdad relativa, a juicio del periodista Yves Bron, especialista en música clásica de Espace 2, el segundo programa de la radio suiza de expresión francesa. “Estamos en un momento en el que músicos e instituciones quieren cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos. David Greilsammer pertenece a esta nueva generación de artistas que buscan comunicar de otra manera. Es un hijo de su tiempo”.

Del músico israelí formado en Nueva York Yves Bron destaca, justamente, su “actitud muy americana, una forma de comunicar que es, sin duda, muy poco suiza. Nosotros estamos acostumbrados a una actitud más modesta, a que los resultados van primero y los aplausos vienen después. Pero David se presenta con una cierta grandilocuencia. Cuando uno se vende de forma maravillosa, es lógico esperar que los resultados sean igualmente maravillosos”.

La Geneva Camerata nace en una ciudad en la que ya hay importantes formaciones orquestales, como la Orchestre de la Suisse Romande o la Orquesta de Cámara de Ginebra, que dirigió hasta el año pasado el propio Greilsammer.

“En Suiza abundan las orquestas y sobran festivales. En teoría, hay lugar para todos, pero la realidad es que cada recién llegado pone en tela de juicio la posición de los más veteranos. Y eso genera mucha tensión”, señala el periodista.

Una novedad de la temporada de la GECA serán los Concerts Sauvages, que proponen música y ambiente de fiesta. Presentados en espacios inhabituales, estos conciertos salvajes terminarán a altas horas con el director y los músicos compartiendo copas y charla con el público. ¿Qué piensa Yves Bron de los experimentos salvajes de Greilsammer y sus conciertos en entornos no convencionales?

“Los músicos de hoy tienen gustos eclécticos. Ya no existe nadie que descubra a Brahms a los 8 años y no salga nunca más de ahí. Pero lo cierto es que el buen crossover (mezcla de estilos) es difícil de llevar adelante, y muy arriesgado. De momento, es imposible juzgar a la Geneva Camerata, pues nadie la ha escuchado. El tiempo dirá cuáles son los resultados de esta propuesta”.

Según David Greilsammer, los patrocinadores de eventos musicales se dividen en cuatro grandes grupos:

Por temporada: son socios globales que apoyan financieramente la programación anual de la orquesta.

Por eventos: financian el 100 % de un concierto específico que reúne ciertas características concretas que interesan al patrocinador por razones de marketing.

Por mecenazgo específico: personas adineradas o fundaciones que apoyan financieramente proyectos muy puntuales. Suele ser gente que comisiona obra a compositores jóvenes. Quieren asociar su marca o fundación con una pieza que quedará a futuro en el repertorio y les dará prestigio.

A largo plazo: Algunos sponsors dan un apoyo “a fondo perdido” que suele extenderse a lo largo de varios años. Por ejemplo, ofrecen 100.000 francos suizos distribuidos en 5 años para la realización de “proyectos de calidad excepcional”. Según Greilsammer, “es un gran voto de confianza y una auténtica rareza obtener este tipo de patrocinio”.

Suiza, paraíso del patrocinio

Los proyectos de la GECA tienen un denominador común con todas las orquestas y festivales de Suiza: cuestan mucho dinero. Fondos que aportan, en gran parte, patrocinadores privados.

 

“Conseguir dinero nunca es fácil, pero si sabes lo que quieres y qué es lo que te hace único, sí”, afirma rotundo David Greilsammer. “Los sponsors ya no se impresionan con grandes nombres. Eso funcionaba hace 50 años, pero lo que quieren hoy son proyectos innovadores, creativos y con gran proyección social”.

 

Conseguir patrocinadores privados es más fácil en Suiza que en otros países, dice. “Aquí hay una larga tradición de mecenazgo a la que se suman infinidad de fundaciones que apoyan las artes. Y eso que con la crisis global, los cantones y las ciudades conceden menos subvenciones. Aun así, el apoyo a la cultura en Suiza es inmenso”.

Obviamente, las grandes empresas quieren algo a cambio de su aportación económica. Suelen pedir “desde entradas VIP para sus clientes hasta encuentros exclusivos con los artistas, como una cena privada, pasando por la firma de discos”.

“Las fundaciones privadas suelen dar apoyos que van desde los 10.000 a los 20.000 francos. Obviamente, las grandes instituciones culturales manejan cifras muy distintas. Sus presupuestos oscilan entre los 5 y los 25 millones de francos anuales. Y un director de orquesta de primera línea puede ganar entre 500.000 y 1.500.000 francos por temporada”.

¿Y con qué presupuesto cuenta la Geneva Camerata? David Greilsammer sonríe: “Menos de 1 millón de francos. Una risa si lo comparamos con otras formaciones, pero estamos creando la orquesta del siglo XXI. Somos el futuro”.

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