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La música de la diversidad

El Montreux Jazz Festival fue fundado por Claude Nobs en 1966. RDB

La escena cultural en Suiza es dinámica y potente, y el jazz y las músicas improvisadas no son una excepción. Varios músicos nacidos o formados en el país alpino desarrollan carreras internacionales.

Hace apenas unos años, tocaba en pequeños clubes de provincia, en los que a veces los músicos pasaban la gorra tras la actuación. Hoy, Colin Vallon da conciertos en salas de prestigio en París o Berlín.

Este pianista y compositor, nacido en 1980 en Lausana y formado en la Swiss Jazz School de Berna, acompañó durante años a otros artistas y grabó sus primeros CD hasta llegar en 2011 a la meca de los músicos de jazz: el legendario sello discográfico alemán ECM. Aunque Vallon no es el único suizo que avanza con paso seguro en la competitiva escena internacional del jazz.

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El precursor

Muy probablemente, uno de los primeros músicos jóvenes capaces de cruzar las fronteras haya sido Erik Truffaz. Este trompetista nacido en Chêne-Bougeries, cerca de Ginebra, en 1960, ha logrado llevar su particular universo hecho de jazz, ritmos electrónicos y componentes étnicos por medio mundo.

Aunque gran parte de su carrera ha transcurrido en Francia, mantiene fuertes lazos con su país natal y no es raro verle en eventos como el Montreux Jazz Festival o Festi Neuch. Y en su último CD, El Tiempo de la Revolución, comparte cartel con la cantante de Basilea Ana Aaron, otra estrella naciente.

La popularidad de Erik Truffaz entre los melómanos se debe a su eclecticismo y a un talento para seguir tendencias sin encerrarse en purismos. El artista no ha dudado en asociarse con DJ o raperos, colaborar con músicos de la India o el Magreb, cultivar el mejor jazz americano o trabajar el sonido único de su trompeta digitalizada.

La historia del jazz en Suiza se remonta a los años 20, cuando comienzan las primeras grabaciones y se forman orquestas de baile.

Para la juventud de la época, el jazz era una forma de rebeldía y un soplo de libertad ante los rígidos códigos sociales burgueses de esos tiempos.

En la postguerra, Suiza entra en el gran circuito internacional del jazz, con la apertura de grandes salas de conciertos dedicadas a este género.

En 1966, Claude Nobs funda el Montreux Jazz Festival y logra contactos internacionales de primer nivel. Se inaugura un concurso europeo para bandas bajo los auspicios de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), con sede en Ginebra.

En 1974, se produce una pequeña revolución con la apertura en Ginebra de la Association pour l’Encouragement de la Musique Improvisée (Asociación para el Estímulo de las Músicas Improvisadas), conocida como AMR y que obtuvo subsidios públicos.

Otro festival especializado en jazz es el de Willisau, cerca de Lucerna. Este evento nació en 1975, aunque ya se organizaban conciertos desde 1966. Willisau supo hacerse un lugar en la competitiva escena internacional de festivales de jazz.

El Jazz Festival Willisau es retransmitido por la Radio Suiza y es una cita ineludible para los amantes del jazz más contemporáneo y “free”. Por Willisau han pasado más de 2.000 artistas en 800 conciertos. El legendario pianista Keith Jarrett lo considera “uno de los mejores lugares del mundo para hacer música”.

En 1976, la Swiss Jazz School de Berna comienza a otorgar diplomas académicos a los músicos de jazz, equivalentes a las titulaciones de los conservatorios de música clásica.

Entre los músicos históricos figuran:

 

Teddy Stauffer (1909-1991) Director de banda. Fue conocido como el Rey del Swing en Alemania.

 

George Gruntz (1932-2013) Pianista de jazz, compositor y director de banda.

 

Franco Ambrosetti (1941) Trompetista de jazz. Intérprete de fiscorno y compositor.

 

Pierre Favre (1937) Baterista de jazz y percusionista.

 

Irène Schweizer (*1941) Pianista de jazz, especialista de la improvisación libre.

 

Claude Nobs (1936-2013) Fundador y director general del Montreux Jazz Festival.

 

Christian Strickler, swissinfo.ch

El sonido del samurái

Es lunes y nos encontramos en Zúrich West, el nuevo barrio de moda que atrae a la juventud más inquieta de la ciudad. En el club Exil actúa Nik Bärtsch, acompañado de su grupo Ronin. El pianista y compositor se presenta con un curioso atuendo negro que recuerda a un kimono. No es casual. En el Japón medieval se conocía como ronin a los samuráis sin señor feudal.

Nacido en Zúrich en 1971, Bärtsch es un enamorado de la cultura nipona y ha pasado tiempo en el país del Sol Naciente perfeccionando un estilo musical que define como zen-funk, una música hipnótica y repetitiva, hecha de ritmos obsesivos e improvisaciones inesperadas. Un sonido que recuerda ciertos elementos de la música electrónica de hoy, razón probable por la que los Ronin cuentan con el favor de un público joven y cosechan éxitos en Escandinavia, Sudáfrica o Estados Unidos.

Para Bärtsch, su música se basa “en los principios de repetición y reducción”, lo que puede acercar su trabajo al minimalismo, aunque la presencia de improvisaciones permite situar su obra también bajo el paraguas del jazz. El pianista y compositor niega que su música tenga raíces nacionales. En un texto que su discográfica hace llegar a swissinfo.ch, la define como “basada en la tradición del espacio urbano y del sonido de la ciudad”.

Un jazz hecho por individuos

“No hay una forma suiza de entender la música. Todos estos artistas son muy diferentes entre sí. El jazz en Suiza es como nuestro país: fragmentado y disperso”, afirma Arnaud Robert, reconocido crítico musical del diario Le Temps y la RTS (radio y televisión suiza de lengua francesa). “Suiza forma individuos, no escuelas ni movimientos. Y lo mismo puede aplicarse a las artes visuales”.

Colin Vallon, nacido en el seno de una familia de músicos profesionales, desarrolla en estos momentos un fascinante trabajo junto a la cantante Elina Duni, joven albanesa formada en Berna. En el disco Matanë Malit retoman canciones del folclore balcánico, en un estilo a medio camino entre el jazz y la música contemporánea.

El pianista (que goza, junto a Nik Bärtsch, del status de Artista Prioritario de la fundación Pro Helvetia, entidad que promociona internacionalmente la creación suiza) ha producido varios discos solistas. En 2004, grabó un primer CD titulado Les Ombres, pero es Rruga el que le lanzó internacionalmente. Vallon propone un jazz que es más una exploración de espacios y reflexiones intimistas que un virtuosismo exhibicionista.

“Dos pianistas como Vallon y Bärtsch pueden ser suizos y trabajar ambos en la discográfica ECM, pero sus caminos y su formación no tienen nada que ver. Provienen de escuelas diferentes, aunque tienen algo en común: ambos manejan los lenguajes del jazz y la música contemporánea”, anota Arnaud Robert.

Erik Truffaz.- Nacido en Ginebra en 1960, en el seno de una familia de músicos, descubre la trompeta a los 8 años. Influenciado por Miles Davis, electrifica su trompeta y se lanza en la exploración de territorios sonoros que van del rap a la electrónica pasando por la música india. Es el músico suizo con mayor proyección internacional.

Colin Vallon.- Nacido en Lausana, en 1980, pasa su infancia en Yverdon-Les-Bains. Comienza estudios clásicos y a los 14 años se interesa en el jazz. Estudia en la Swiss Jazz School de Berna, donde hoy es profesor. En 2009 ganó el Premio de la Fundación SUISA y ha tocado en los cinco continentes.

Nik Bärtsch.- Nacido en 1971, en Zúrich, estudia música desde la edad de 8 años. Además, ha estudiado lingüística, filosofía y musicología. Ha vivido un año en Japón antes de fundar su grupo “Ronin” en 2001. Es el fundador y dueño del Club “EXIL” de Zúrich, donde se presenta cada lunes. Ha ganado dos veces el premio de la Fundación UBS y el estímulo cultural de la Ciudad de Zúrich.

Elina Duni.- Nacida en Tirana, Albania, en 1981 llega a Suiza a los 10 años. Comienza a cantar en la radio de su país a los cinco años antes de estudiar música clásica y jazz. Ha grabado su primer disco en 2008 y desde entonces ha ganado numerosos premios y distinciones. Desde el 2012 graba para el sello alemán ECM.

 

Thierry Lang.- Nacido en 1956, en Romont, Friburgo. Es uno de los mayores nombres del jazz suizo actual. Comienza estudios siendo un niño y se apasiona por el jazz a los 15 años. Fue el primer músico suizo en lograr un contrato como líder en el sello Blue Note.

Erika Stucki.- Nacida en 1962, en San Francisco, Estados Unidos, en el seno de una familia suiza, estudia el jazz y el cine en París y San Francisco. Monta su primer grupo en 1985. Participó de la apertura de la Expo 02.

Músicos sin fronteras

Otros dos músicos que marcan nuestro tiempo son la rompedora cantante y acordeonista Erika Stucki y el pianista Thierry Lang.

Nacida en San Francisco de padres suizos, Stucki es una cantante difícil de etiquetar que tiene un gran impacto entre un público exigente y habituado al jazz. Suele actuar acompañada por músicos de jazz, aunque su estilo es algo indefinible, a medio camino entre el yódel y la música americana capaz de incorporar elementos de cabaret.

El veterano Thierry Lang (1956, Romont) es de los raros músicos locales que ha desarrollado un proyecto personal alrededor de la música tradicional suiza. Profesor en el Conservatorio de Montreux, ha llegado a grabar para el mítico sello americano Blue Note y en 2008 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras de la República Francesa.

“Volviendo al interrogante inicial sobre qué hay de suizo en los músicos de este país, creo que podemos decir que el único elemento común a todos es haber tenido acceso a una excelente educación musical. Esto, sumando a un mestizaje cultural propio de nuestro país, ha producido esta generación de artistas con proyección internacional”, comenta Arnaud Robert.

“De hecho, los músicos de jazz suizos son quienes mejor han logrado atravesar las fronteras más difíciles de cruzar, que no son las internacionales, sino las interiores. Los músicos del Tesino, de la Suiza de habla alemana y los francófonos trabajan juntos sin problemas”.

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