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La defensa nacional, una historia también de mujeres

Mujeres ucranianas preparan bombas Molotov.
Mujeres ucranianas preparan bombas Molotov. Keystone / Stanislav Kozliuk

La actualidad, tanto en Ucrania como en Suiza, muestra que cada vez más las mujeres juegan un rol importante en la defensa. Sin embargo, no es una novedad, como lo muestra una exposición del Château de Morges, Vaud. El rol de las mujeres siempre ha sido importante, incluso si ha evolucionado en el curso de los siglos.

Las imágenes provenientes de Ucrania proyectan mujeres muy activas en la defensa de su país. En diversos reportajes parecen cosiendo redes de camuflaje, cocinando para la tropa o preparando bombas Molotov para la defensa civil. Incluso a veces ocupan posiciones en el frente, por ejemplo, como francotiradoras.

También en Suiza parece haber llegado la hora de una mayor participación de las mujeres en el sector de la defensa. A inicios de marzo el Consejo Federal indicó que estaba evaluando la posibilidad de un servicio militar obligatorio femenino, con el fin de paliar la disminución de efectivos en el ejército.

Esta implicación en la esfera militar no es novedosa. Así lo muestra la exposición temporal «¿El Sexo débil? Mujeres y poderes en Suiza y en Europa (del siglo XVI al siglo XX)», exhibida en el Château de Morges, y que aborda la participación femenina en tres sectores considerados a priori esencialmente masculinos: el político, el religioso y el militar.

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No solamente como «seguidoras»

Entre los siglos XVI y XVIII, pero también durante las guerras napoleónicas, fueron numerosas las mujeres que integraron las tropas. Actuaban principalmente fuera del campo de batalla, como “seguidoras del ejército”. Eran lavanderas, costureras, cantineras, prostitutas o, incluso, compañeras legítimas de los soldados.

Sin embargo, según, el momento histórico, el tipo de conflicto o su estatus social, las mujeres asumieron roles más importantes y superaron la simple función de apoyo logístico.

La exposición retrata a algunas de estas personalidades, como Catalina de Watteville, aristócrata bernesa que alcanzó la fama por sus actividades de espionaje al servicio de Luis XIV. O Henriette Favez, originaria del cantón de Vaud, que se disfrazó de hombre para trabajar como cirujana en el Gran Ejército y más tarde en Cuba.

Indispensables en la guerra industrial

El rol de las mujeres aumenta en la medida en que la guerra se convierte en conflicto total e industrial, y llega a un punto culminante en las dos conflagraciones mundiales, dado que debieron compensar la partida de millones de hombres al frente.

Sin embargo, no se trató – o muy poco- de combatir. La contribución femenina a la defensa se expresa especialmente a través del apoyo material o moral a los soldados. Puede tomar las formas más variadas como, por ejemplo, poner en marcha un servicio de lavandería, afiliado a las “casas de los soldados” que apoyaban a las familias de los soldados en dificultades.

Afiche de servicio de lavandería durante la Primera Guerra Mundial
© Julie Masson / Julie Masson

Entre las figuras femeninas presentadas en la exposición, la más emblemática de este periodo es sin duda Gilberte de Courgenay. Hija de un propietario de hotel, aportó apoyo moral a los soldados que estaban estacionados en su pequeño pueblo del cantón del Jura durante la Primera Guerra Mundial, lo que la llevó luego a convertirse en icono de la defensa espiritual de Suiza durante la Segunda Guerra Mundial.

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El fin de una prohibición antropológica

La etapa más comprometida en cuanto a la participación de las mujeres en la defensa es cuando portan el uniforme. El siglo XX constituyó un punto de inflexión con respecto a esta modalidad. Las mujeres fueron reclutadas en el ejército ya en la Primera Guerra Mundial, y en la Segunda Guerra se amplió aún más esta tendencia. De esta forma lo que constituía una excepción se convirtió en regla. Entre 1939 y 1945 todos los países que participaron en el conflicto, con la notable excepción de Japón, incluían a mujeres uniformadas.

Mujeres en uniforme, pero, generalmente sin armas. En la mayoría de los casos dedicadas a actividades sanitarias, de logística o de servicio, como fue el caso de la futura Reina de Inglaterra Elisabeth II, quien condujo una ambulancia en 1945. En Suiza, en 1939 se instauró un Servicio Complementario Femenino, no armado, que permitía “liberar a un hombre para el frente”.

Afiche para el servicio complementario femenino
swissinfo.ch

A pesar de numerosas reticencias, la idea de mujeres combatientes siguió adelante. Rusia fue pionera con 6 000 mujeres combatientes y la creación de los batallones femeninos durante la Primera Guerra Mundial. El fenómeno se acentuó durante la Gran Guerra Patriótica, que culminó en 1945, con un millón de uniformadas, entre las cuales las “brujas de la noche” – regimiento de bombarderos exclusivamente femenino- o las temibles francotiradoras de elite de Stalingrado. En occidente esta evolución fue más lenta. 

En nuestra época, las mujeres parecen haber encontrado su lugar en los ejércitos. En Francia, representaron en 2020 más del 20% de los efectivos (civiles y militares) y ese país dispone del 4º. ejército más feminizado en el mundo, después de Israel (33%), Hungría y Estados Unidos.

En Suiza también la participación de las mujeres aumenta regularmente, incluso si sigue siendo modesta con un número de 1 786 de un efectivo total de 147 510 militares (es decir, menos de 1%), según las cEnlace externoifras del Ministerio de Defensa del 1 de marzo de 2021. Por otra parte, desde el 1 de enero de 2004, cuando entró en vigor la reforma ‘Ejército XXI’, existe igualdad de estatus entre los militares masculinos y femeninos, lo que significa que todas las mujeres pueden acceder a todas las funciones dentro del ejército.

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Soldat Zoé vor eine Miltärfahrzeug

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Traducido del francés por Sergio Ferrari

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