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Tronco sin ramas: un reto al caciquismo mexicano

Araceli Rico da lectura a algunos pasajes de su primera novela, Tronco sin ramas. swissinfo.ch

Araceli Rico, historiadora del arte mexicana y colaboradora habitual de swissinfo, publica su primera novela y se revela como una escritora de sólidas dotes narrativas. 'Tronco sin ramas', saga sobre una familia de caciques ambientada en el México postrevolucionario, es un libro de apasionante lectura.

Tronco sin ramas narra la historia de una familia acaudalada mexicana que semana tras semana acude sin falta al almuerzo dominical en la finca El Peral, propiedad del patriarca de la dinastía más influyente del pueblo de Calpulalpan.

“Los Gálvez y Peña constituían un verdadero clan cuyo poder se heredaba de padre a hijo, de ahí la importancia de mantenerse unidos y proteger sus numerosas posesiones.”

La trama gira en torno al personaje de Juan Gálvez y Peña, ese tronco que da título a la novela, un hombre de carácter autoritario y déspota que quiere mantener subyugado a su linaje.

“Don Juan de un vistazo verificó que el familión hubiera llegado a tiempo. Nadie en esos acontecimientos debía faltar, ni siquiera los parientes más lejanos de México, porque él estaba allí para recordarles a cada uno el tronco al que pertenecían.”

La obra, ambientada en el México postrevolucionario y “libremente inspirada en hechos reales”, como señala la autora en el preámbulo, desvela los entresijos y secretos de esta familia de caciques mexicanos.

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“Cuando escribo me dicen que soy bailarina”

Este contenido fue publicado en En su silueta y movimientos se perciben la delicadeza y elegancia de la bailarina. La tez morena y los ojos oscuros grandes resaltan sus rasgos exóticos. Es una mujer menuda, de modales suaves y carácter apacible. Araceli Rico nació el día de San Valentín de 1953, en la capital mexicana, en el seno de una…

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Una galería de retratos pictóricos

Uno de sus mayores logros reside en la caracterización de los personajes que, unida a la cuidadosa descripción de ambientes, hacen de Tronco sin ramas un libro de apasionante lectura.

“Por mis estudios de historia del arte, en donde tenemos que aprender prácticamente a leer un cuadro, la observación en mí está tan interiorizada que cuando empecé a escribir Tronco sin ramas terminé haciendo una galería de cuadros, como señala Jean-Michel Wissmer en una crítica.”

“Él dice una cosa muy bonita y creo que es muy cierta: Tronco sin ramas es un políptico con muchas tablas”, señala Araceli Rico. “Cuando abres esas tablas, tú vas viendo exactamente a cada uno de los miembros de esta familia, que compone el follaje de este tronco, que al final va a perderse, a terminarse, como sucede con todos nosotros.”

Unos treinta personajes desfilan por las páginas del libro. “La tía fea e intrigante; el tío borracho; el tío dibujante, noble y bien intencionado, pero ingenuo en cuestiones de política; o la tía Lupe, la maestra clara e inteligente que sabe muy bien lo que aqueja a México y se da cuenta de la nefasta intervención de los caciques en la vida política”.

“Doña Guadalupe (…) veía con impotencia el sistema hacendario del clan Gálvez y Peña, como lo que era, un feudo que tarde o temprano tendría que aniquilarse, una forma de ejercer la opresión de unos cuantos sobre la inmensa mayoría, causa de tanta miseria y atraso en aquella extensa región rica en agaves y cactos.”

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Expresión artística muy personal

“La pluma de la profesora mexicana – ex bailarina, coreógrafa e ¡historiadora del arte! – se mueve como un pincel para pintar el mundo mexicano, que de por sí, es surrealista, lleno de humor, de belleza y de locura, como lo cotidiano de los Gálvez y Peña”, escribe Jean-Michel Wissmer en una crítica.

“Araceli pinta verbalmente esos cuadros imaginados” que aparecen enumerados al final de la novela, observa también Yvette Sánchez, profesora de Literatura Hispánica en la Universidad de San Gall.

Se refiere a los retratos salidos del pincel del joven Fabián Gálvez y Peña que dan título a los doce capítulos que componen el libro. Él “representa en pintura” la saga de esa familia de caciques mexicanos, “mientras que yo lo hago a través de la escritura y el lenguaje”, apunta Araceli Rico.

En esas descripciones “muy pictóricas y plásticas”, a veces incluso “coreográficas”, que encabezan los distintos capítulos se percibe, según Yvette Sánchez, a la historiadora del arte “acostumbrada a ver la pintura y a hablar sobre ella”.

“Había amanecido nublado en Calpulalpan, el aire soplaba y parecía arrear a las nubes como rebaños desganados. Poco importaba el tiempo, ese día era domingo y la familia Gálvez y Peña estaba nuevamente por llegar a la finca.”

“Yo creo que la calidad de este libro está ahí”, sentencia la catedrática de Literatura, en esa capacidad de plasmar en la escritura “las otras artes que Araceli conoce y domina”, es decir, cuando la escritora da cauce a sus potencialidades creativas en el arte literario.

Es doctora en Historia del Arte por la Universidad de la Sorbona y colaboradora habitual de swissinfo.

Actualmente trabaja como docente de lengua y literatura española y latinoamericana en el Spanisch Sprachstudio de Zúrich.

En esa institución dirige el Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz que organiza conferencias, lectura de poesía, tardes de cine y visitas guiadas a museos.

Ha creado varias coreografías y tiene tres obras publicadas: un ensayo crítico y analítico sobre Frida Kahlo; una crónica histórica sobre el Teatro Esperanza Iris y una novela.

Universo femenino

Aunque la trama de Tronco sin ramas gira en torno a la figura emblemática del patriarca, “ese cacique terrible que trata de manipular a todos”, el universo femenino, magistralmente retratado, es un tema omnipresente en el libro.

“Las mujeres están como un transfondo, es verdad. Son mujeres muy desgraciadas, muchas de ellas sufren de este machismo terrible, de estos caciques mexicanos, un machismo verdaderamente espantoso, que es muy difícil entenderlo aquí en Europa”, reconoce la autora.

La catedrática Yvette Sánchez, sin embargo, se declara aterrada por la “severidad casi brutal” con la que la novelista trata a las figuras femeninas “que no logran independizarse de ese sistema patriarcal del caciquismo y se vuelven sumisas.”

Es el caso de Herminia, una pariente lejana de los Gálvez y Peña, fea e intrigante, “porque en cierta forma encarna la tontería, la ambición y el materialismo de ciertas mujeres que componen este clan de caciques”, explica la escritora.

Pero en el libro aparecen otras figuras femeninas que tratan de liberarse y rebelarse contra ese machismo: Emilia, por ejemplo, “tiene la inteligencia y el buen gusto de divorciarse a tiempo de un marido que la oprime y que la humilla”, y Ernestina “se queda felizmente viuda”.

Elvira es una mujer “joven e independiente, que vive sola, que trabaja y que se mantiene ella misma, cosa muy extraña en este México posrevolucionario, conservador, donde las mujeres no tienen absolutamente ningún lugar en esta sociedad patriarcal y tan jerarquizada”, puntualiza Araceli Rico.

Frida Kahlo. Fantasía de un cuerpo herido, Plaza y Valdés Editores, México, 2000 (5ª edición)

El teatro Esperanza Iris. La pasión por las tablas, Plaza y Valdés Editores, México 1999

Tronco sin ramas, Instituto Mexiquense de Cultura, México, 2003

El arte como salvación

Y luego está el personaje de Lourdes, la bailarina, “que sabe que para poder existir como mujer y como artista hay que liberarse del peso de la familia y, sobre todo, de una familia como la suya”.

“A partir de aquel viaje sin retorno de Fabián, la familia de los Gálvez y Peña empezó a desgajarse a grandes pasos, a secarse, ramas que se desprendían del tronco, hojas que volaban del árbol para anunciar otra temporada de existencia”.

Lourdes y Fabián, el pintor que se va a vivir a Europa, “son una especie de desdoblamiento de mí misma, tengo que decirlo”, confiesa Araceli Rico. “Yo pienso que un autor está en todo su libro, desde la carátula hasta el punto final”.

Estos dos personajes se oponen a ese caciquismo, “que ha sido uno de los males endémicos de México, a esas familias de caciques que han tenido siempre la tierra en sus manos y la han distribuido de una manera de lo más injusta.”

“Si yo antepongo a Lourdes y Fabián a esta familia de caciques”, concluye la novelista, “es porque finalmente es el arte, la literatura y la filosofía la que pueden salvar a esta familia de la corrupción, del poder y del materialismo que tanto distingue a nuestro siglo XXI.”

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