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Sonido de la selva en llamas recupera el espíritu de un genio suizo

La Burnt Instruments Orchestra (Orquesta de Instrumentos Quemados) (BIO), uno de los platos fuertes del Culturescapes festival,Enlace externo que se celebra hasta el 1 de diciembre, nos remite a la destrucción de la selva amazónica. Y marca también el regreso a su Suiza natal del espíritu y el genio de Walter Smetak.

Mientras escribo este texto, 200 000 acresEnlace externo (casi 81 000 hectáreas) de selva arden en la Amazonía. Y esa misma cantidad de terreno arderá mientras usted lo lee. Pero semejante destrucción diaria se ha vuelto tan habitual que ya no es noticia. Sin embargo, iniciativas artísticas fuera de lo común -como el festival Culturescapes- siguen tratando de concienciar sobre las actuales y constantes amenazas que acosan no solo a la naturaleza, sino también a las poblaciones (indígenas o no) que para poder vivir dependen de los recursos naturales que están siendo destruidos.  

La madera quemada y muerta también es el material que Marco Scarassatti y Lívio Tragtenberg utilizan para construir las esculturas musicales que componen su orquesta de instrumentos quemados (BIO, por sus siglas en inglés). El dúo de compositores brasileños, que ha llegado a Suiza de la mano del festival Culturescapes, ha pasado dos meses en la remota aldea de Scuol, en el cantón de los Grisones, construyendo sus esculturas sonoras con madera de la zona. Tras las primeras presentaciones a mediados de octubre en las ciudades de Chur y Belinzona, actúan los días 21 y 22 de octubre Enlace externoen el museo Tinguely de Basilea, donde sus inventos pretenden concienciar sobre la difícil situación de las selvas tropicales.   

La música es el sonido del bosque, el crepitar del fuego, pero la experiencia también es visual y táctil. Se invita a los espectadores a tocar y a hacer sonar las esculturas musicales y a que “se ensucien las manos con el hollín de la madera quemada”, dice Scarassatti, que también es investigador en educación musical y profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais (Belo Horizonte, Brasil).

Su compañero en este proyecto, Lívio Tragtenberg, es un experimentado investigador musical. Ha compuesto decenas de bandas sonoras para cine y teatro, sobre todo en Brasil y Alemania. En el país germano trabajó durante muchos años en la prestigiosa Volksbühne de Berlín con el director de escena Johann KresnikEnlace externo.

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La conexión Smetak

La orquesta fue concebida y desarrollada en Brasil, pero su actividad en Suiza tiene otro significado más sutil. El trabajo y la investigación tanto de Scarassatti como de Tragtenberg están imbuidos de los experimentos que desarrolló Walter Smetak, el violonchelista, compositor e inventor suizo, cuya influencia en el panorama musical brasileño no se puede subestimar.

Nacido en Zúrich de padres checos -su padre fue un respetado citarista y luthier-, Smetak viajó a Brasil en 1937 contratado como violonchelista de una orquesta en la sureña ciudad de Porto Alegre. Orquesta que ya no existía cuando él llegó. Después de múltiples cometidos en el país, en 1957 se trasladó a Salvador (primera capital colonial de Brasil y principal foco de la cultura afrobrasileña) con el objetivo de dar clases en la Universidad Federal de Bahía e invitado por el compositor alemán Hans-Joachim KoellreutterEnlace externo.     

En aquella época, dicha universidad albergaba una efervescencia cultural que -desde los años 60 hasta hoy- tendría un profundo impacto en la escena artística brasileña e internacional. Fue la generación que impulsó el hoy reconocido internacionalmente tropicalismo o TropicáliaEnlace externo.

Un movimiento que fusionaba los ritmos brasileños y africanos con la psicodelia y el rock británicos y estadounidenses, lo popular y la vanguardia, y abarcaba otras formas de arte como el cine, el teatro y la poesía. El tropicalismo estuvo encabezado, entre otros, por los músicos bahianos Caetano Veloso, Gilberto Gil y Tom Zé, cuyo talento se vio potenciado por la influencia de pensadores culturales europeos refugiados, especialmente Koellreutter, Smetak y la arquitecta italiana Lina Bo BardiEnlace externo.

Sin embargo, estos maestros europeos no estaban allí para “enseñar a los buenos salvajes” los avances del modernismo. Ya que, por el contrario, estaban completamente tropicalizados por su propia experiencia brasileña, e intentaron reeducar su credo modernista a las soluciones locales, las improvisaciones y la creatividad del pueblo llano.

A diferencia de Bardi y Koellreutter –que seguían manteniendo un diálogo intelectual con una vanguardia más globalizada– Smetak se adentró en el ámbito esotérico, mezclando las teorías teosóficas con las culturas locales africanas e indígenas.

Walter Smetak y sus instrumentos.
Smetak muestra y toca sus esculturas sonoras en un reportaje realizado por la televisión alemana WDR en Salvador, Brasil, 1976 WDR

En el momento de su muerte, en 1984, Smetak había inventado unos 200 instrumentos musicales; que más bien eran esculturas musicales, que desafiaban el sistema tonal occidental. De hecho, su exploración de los microtonos Enlace externolo acerca a las tradiciones musicales más antiguas y complejas de Oriente.

“Con el proyecto BIO cerramos un círculo. A pesar de su enorme conjunto de obras y de su influencia en los círculos más radicales de compositores contemporáneos de todo el mundo, en su Suiza natal, Smetak sigue siendo prácticamente un desconocido”, dice Tragtenberg.

Aunque en el nuevo siglo el consejo artístico suizo Pro Helvetia financió la digitalización de sus archivos musicales, sobre Smetak no hay prácticamente nada publicado en las lenguas nacionales suizas (alemán, francés, italiano) o incluso en inglés. Por su parte, en 2018 en Berlín se organizó una exposición seguida de una serie de coloquios y conciertos. Con un par de excepciones notables, como un artículo en profundidad escrito por el compositor e investigador estadounidense Neil Leonard, del Berklee College of Music (Boston) y publicado en una revista musical canadiense en 2015, los artículos en inglés sobre Smetak y su obra son prácticamente inexistentes.

La bibliografía sobre Smetak es bastante escasa, incluso en Brasil. El trabajo más completo hasta ahora es Walter Smetak: el alquimista de los sonidos (Walter Smetak: o alquimista dos sons), que en 2008 publicó el iniciador de la BIO, Marco Scarassatti. Los instrumentos originales de Smetak, por su parte, se conservan en un viejo museo estatal de Salvador, Solar Ferrão. Aunque están en unas condiciones tan precarias que -en contra de los últimos deseos de Smetak, que prohibía que sus creaciones salieran de Brasil- sus herederos ya no tienen reparos en vender la colección a una institución extranjera. Hace unos años en Salvador su hija Barbara ya le mostró a quien esto escribe sus cuadernos, partituras originales y diarios, que también se están desintegrando.  

Franz Krajcberg
Otra referencia importante para la BIO es la obra del pintor, escultor, grabador y fotógrafo polaco-brasileño Frans Krajcberg. A través de su activismo medioambiental, Krajcberg denunció la destrucción de los bosques brasileños, utilizando en sus obras materiales como la madera quemada procedente de incendios forestales ilegales. Credit: Keystone Press / Alamy Stock Photo

Del arte a la chatarra

Aquí en Suiza las esculturas de Tragtenberg y Scarassatti se enfrentan a un destino similar. Una vez pasen los conciertos, talleres y exposiciones del festival Culturescapes, sus esculturas musicales probablemente serán destruidas por falta de interés de alguna de las instituciones implicadas en conservarlas y mantenerlas.

“Al final, parece que todo es cuestión de dinero y costes, sin ninguna consideración artística. Incluso pensé en hacer un minidocumental en vídeo, mostrando el triste ciclo de vida de las obras. Dos meses de duro trabajo para construirlas, exponerlas un fin de semana en un lujoso museo (Tinguely), para echarlas a la basura al día siguiente”, explica Tragtenberg.

Además de sus implicaciones y significado cultural, SWI swissinfo.ch ha podido comprobar su atractivo también estético. Durante la tarde que pasamos visitando a los artistas en su taller de Scuol, turistas que preguntaban si las obras estaban a la venta interrumpieron dos veces nuestra entrevista. “Ojalá les hubiéramos pedido sus números de teléfono”, reconoce Scarassatti con una sonrisa.    

Traducido del inglés por Lupe Calvo

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