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Las multinacionales acicatean la producción de cacao

Un niño marfileño selecciona las mazorcas que contienen las habas del cacao. Reuters

Barry Callebaut y Nestlé incitan a los campesinos a elevar su producción para responder a la creciente demanda de chocolate. Una mayor oferta asegura ganancias para todos, sostienen. Pero las ONG alertan sobre efectos colaterales, como el trabajo infantil.

El riesgo de desequilibrio entre la oferta y la demanda de materias primas crece en el mundo. Las razones son múltiples.

Por un lado, la población mundial está en franca expansión y las economías emergentes incrementan su poder adquisitivo, lo que propulsa de forma inexorable la demanda de productos básicos.

Por otro, la anticipación de condiciones meteorológicas poco propicias para algunos cultivos provoca una escasez que hará escalar los precios. A ello se suman los efectos de métodos agrícolas ineficaces aún vigentes en algunos países.

Desde Zúrich, Barry Callebaut, líder mundial en la producción de chocolate, estima que la producción internacional de cacao (que alcanzó los 4,25 millones de toneladas en la temporada 2010-2011) debería aumentar un 25% de aquí al año 2020 para responder a la demanda que tendrá.

Según el grupo chocolatero, el mayor obstáculo que enfrentará el fortalecimiento de la oferta de cacao son las deficientes prácticas agrícolas que persisten en algunos países y que, durante los años previos, han erosionado la calidad de los suelos y de los árboles de cacao.

Dos pájaros de un tiro

Para garantizar un futuro suministro estable del cacao, Barry Callebaut puso en marcha en 2005 un programa destinado a mejorar las prácticas agrícolas marfileñas.


En Costa de Marfil, las fincas aseguran un promedio de 400 kilos de habas de cacao por hectárea, una referencia inferior a la que existe en otros países”, explica a swissinfo.ch el portavoz de Barry Callebaut, Raphael Wermuth.

 “Creemos que es posible duplicar esta producción realizando ligeras mejoras en las prácticas agrícolas de base”, añade.

Adicionalmente, Barry Callebaut ha apostado también por proveer programas de formación. El año pasado invirtió 31 millones de francos suizos en la realización de préstamos, sin cobro de intereses, destinados a adquirir nuevos productos y fertilizantes. Una estrategia que también han adoptado sus competidores.


Otras compañías suizas vinculadas a la industria de los alimentos, como Nestlé o la chocolatera Lindt & Sprüngli, también conducen programas sociales en África Occidental para coadyuvar a paliar la pobreza que aqueja a las comunidades campesinas de esta región.

Las ONG acogen con satisfacción estas iniciativas, porque crean lazos entre las multinacionales y los agricultores locales, al tiempo que permiten a los corporativos cumplir con el doble objetivo de mejorar también la trazabilidad de las habas de cacao que adquieren.

Explotación infantil

A pesar de que los observadores externos reconocen el impacto positivo de la interacción entre los grandes corporativos y los productores de cacao, les inquietan los problemas que persisten en las fincas, como la explotación infantil, que denuncia la ONG Declaración de Berna.

Si bien las multinacionales acordaron en 2001 poner fin a las prácticas más nocivas de trabajo infantil, un estudio publicado en 2011 por la Universidad de Tulane (Luisiana) evidencia que un número importante de menores en África Occidental aún son víctimas de la trata de humanos y de otros peligros como el trabajo infantil.


“Es deshonesto de parte de las empresas difundir y rentabilizar comercialmente entre sus clientes su compromiso de responsabilidad social, cuando fallan en la tarea de invertir lo necesario para abolir la existencia de niños esclavos”, afirma Flurina Doppler, de Declaración de Berna.

“Los corporativos están mucho más interesados en asegurar su aprovisionamiento de cacao que en mejorar realmente las condiciones sociales de los agricultores”, añade.

El consultor suizo del sector alimentario, James Amoroso, coincide con Doppler en que el mundo corporativo está más interesado en asegurar una oferta de cacao abundante en el futuro que en ayudar verdaderamente a los habitantes de los países más pobres.

“Las políticas para garantizar el abastecimiento no se aplican con fines caritativos. Los corporativos no son instituciones de caridad. Pero si algunos de sus programas son aplicados correctamente, entonces se lograrán efectos secundarios filantrópicos para los campesinos”, señala.

El experto añade que en el corto plazo es más caro para las empresas obtener provisiones de cacao directamente entre los agricultores, pero a largo plazo su proximidad con los productores locales y su implicación en la calidad de sus cosechas,  les otorgará una ventaja competitiva en el mercado internacional.

Volatilidad bursátil

Pese a las imperfecciones, Amoroso está convencido de que las compañías suizas toman su compromiso social con mucha mayor seriedad que muchos de sus competidores globales, que solo hacen declaraciones de labios afuera sobre las malas condiciones de las poblaciones productoras de cacao.

El gigante alimentario Nestlé, por ejemplo, insiste en que proyectos, como el Plan Cacao que tiene en marcha, ayudan realmente a retirar a menores de las plantaciones de África Occidental. Al mismo tiempo ofrecen alternativas a los productores locales, como herramientas para mejorar sus niveles de productividad, y proyectos de educación y salud para las familias de los agricultores.

“El trabajo infantil es un claro síntoma de pobreza”, señala a swissinfo.ch Chris Hogg, portavoz de Nestlé, “mejorando el bienestar general de los productores de cacao.  A través de estrategias como el Plan Cacao, buscamos reducir el trabajo infantil y mejorar la calidad de vida de las poblaciones implicadas”.

Para la Declaración de Berna, la única manera de mejorar verdaderamente los medios de subsistencias de los campesinos de este sector reside en regular mejor el comercio mundial de materias primas alimentarias.

Y son cada vez más las voces, entre las que se cuentan ONG, empresas y políticos, que afirman que no es posible seguir dejando los precios de los alimentos a merced de los especuladores bursátiles.

“Con un sistema de este tipo, no existen las condiciones reales para un comercio justo, porque los agricultores no tienen capacidad alguna de influir en los precios de sus productos”, sentencia Flurina Doppler.

La producción total de cacao alcanzó los 4,25 millones de toneladas en la temporada 2010-2011, según la Organización Internacional del Cacao.

Esto implicó un crecimiento del17% con respecto a la temporada previa, caracterizada por una pobre cosecha.

Como el cacao solo crece en áreas cercanas al ecuador, alrededor de 70% de este producto se produce en África Occidental. El 40% de la oferta mundial proviene de Costa de Marfil.

Según la universidad de Tulane, en 2010 un total de 1,8 millones de niños de menores de 15 años trabajaron en las industrias de cacao de Costa de Marfil y de Ghana.

Los expertos esperan que la población mundial crezca un 38% de aquí al año 2050, alcanzando los 9,5 billones de habitantes.

Muchas economías emergentes, como China, aumentarán su poder adquisitivo en las décadas entrantes, lo que multiplicará también la demanda de productos de lujo como el chocolate.

De acuerdo con estimaciones de la suiza Barry Callebaut, la producción anual de cacao tendría que aumentar en un millón de toneladas para el 2020 para responder al crecimiento en espiral que registra la demanda chocolatera internacional.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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