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El movilizador de masas y su teléfono móvil

Rougy con micrófono y móvil en la mano se dirige al público delante del Palacio Federal en Berna
Rougy se dirige a sus seguidores a las puertas de la Cancillería Federal después de que los activistas entregaran firmas para forzar una votación a nivel nacional. Keystone

Joven alto, vestido de manera informal, con barba de unos días, y ojos oscuros de expresión amistosa. Así es como algunos artículos de prensa han descrito a Dimitri Rougy en los últimos meses.


Dimitri RougyEnlace externo se presenta como un hombre abierto de mente, perspicaz, curioso y apasionado por la política. Todo al mismo tiempo.

Sobra decir que, cuando nos reunimos con él en un café cerca del Parlamento en la capital suiza, Berna, este activista digital enseña su teléfono móvil, que pone sobre la mesa. Sus dedos corren veloces sobre la pantalla. ¿Será para enviar un tuit, publicar una foto o responder a una llamada?

Se disculpa de manera educada por el retraso. Ha perdido un tren, todo por su culpa, dice.

Rougy forma parte de un equipo de cuatro personas con una nueva forma de hacer campañas masivas y utilizar las redes sociales para rechazar una ley que pretende tomar estrictas medidas contra los posibles defraudadores de la asistencia social.

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Desde que junto a otros tres ciudadanos decidió –como parte del sistema democrático directo en Suiza– recoger las 50 000 firmas necesarias para enviar dicho asunto a referéndum, ha crecido la estrella de este joven de 21 años.

Todo comenzó en marzo con un tuit. En dos meses ya habían alcanzado su objetivo, ganándose además el apoyo de la sociedad civil, los sindicatos e incluso los partidos políticos de izquierdas. Reacios, en un principio, a participar.

Rougy reconoce que todavía tiene que acostumbrarse a la atención del público y a las fotos en prensa.  

“Sigo siendo la misma persona y no dejaré que nada se interponga entre mí y mis convicciones profundas”, declara.  

Ha adquirido ya una experiencia importante a pesar de su edad. Sobre todo a nivel político local y con los medios de comunicación. Mientras profesa su deseo de seguir siendo fiel a sí mismo, se pasa alegremente de la jerga a la ironía.

Según él, “es crucial ser auténtico para mantenernos en contacto con los seguidores que conocemos en el espacio digital”.

Rougy prefiere las sesiones en vivo y la interacción en internet a cualquier hora del día. “Las frases bien ensayadas y los lemas políticos me aburren hasta dormirme”, señala. Pero en algunas de sus respuestas él mismo cae en la jerga del marketing sociopolítico. ¿O simplemente está bromeando?  

Cuando se le pregunta cómo se convirtió en activista político responde que “al principio había una motivación intrínseca para crear un mundo mejor”. Y también añade que “movilizar a la gente me apasiona”.

Motivación

Tratando de esbozar su perfil, elegimos los términos “movilizador” o “influidor político”. Rougy hace una mueca cuando ve el titular en alemán que el diario ‘Der Bund’ escribió en el perfil que hicieron sobre élEnlace externo: “Die Crowd und ihr General” (Las masas y su general).

Cuenta que su interés por la política se remonta a su adolescencia. Desde hace más de dos años ocupa un escaño en el Parlamento de la ciudad de Interlaken como miembro del Partido Socialista y se ha labrado un nombre como coorganizador de una asamblea de jóvenes, dando voz en la política local a la generación joven.  

“Al principio era trabajo voluntario. Pero quería hacer algo más que seguir la carrera clásica: estudiar documentos dentro de un partido y un parlamento”, dice.

Estudiante de Ciencias de la Cultura, en 2016 se matriculó en un curso intensivo de una semana organizado por un grupo de activistas de una ONG y denominado “campo de entrenamiento de campañaEnlace externo”.

“Nos enseñaron lo básico para realizar una campaña. Teoría mezclada con entrenamiento práctico, escucha y discusiones sobre campañas políticas con gente activa en la materia”.

Los participantes aplican en una pequeña campaña sus conocimientos recién adquiridos sobre planificación estratégica y táctica, comunicaciones y recaudación de fondos y presión.

¿Y qué aprendieron él y el resto de los participantes? “Es crucial fijarse un objetivo claro y mantenerse enfocado. El resto sigue casi automáticamente, –dice y se ríe, como lo hace a lo largo de toda la entrevista–. No, no realmente, pero es fácil alinear todo lo demás en consecuencia”.

¿Diferencias?

A pesar de su corta edad, Rougy es capaz de comparar las formas tradicionales y las más modernas de hacer campaña.

Enumera rápidamente un pequeño listado de diferencias. “Punto número uno: no tenemos oficina central, podemos trabajar en casa o en un café. Tenemos compañeros de trabajo en todas partes. Pero nos reunimos en el espacio digital, en principio, 24 horas al día. Nuestras horas de oficina son siempre y nunca”, señala.

Las otras dos diferencias fundamentales son: “En una campaña nosotros no somos los actores principales sino que dejamos que el trabajo lo haga la multitud”. Los simpatizantes reciben herramientas, un manual sobre cómo utilizarlas y, si es necesario, consejos. “Ahora ellos pueden volverse activos”.

Y en tercer lugar, es donde los medios de comunicación modernos entran en juego. “Nuestro ADN es digital. Usamos todo tipo de medios sociales para mejorar la cooperación”.

Internet es su espacio de trabajo. Y para lanzar una campaña exitosa se necesita entender bien lo que realmente preocupa a la gente.

“Las redes sociales permiten ponerse en contacto con cientos de miles de personas en Suiza en pocos segundos. Este es un gran activo de internet y de la democracia”, continúa.

Pero, en última instancia, el espacio digital no difiere mucho del espacio analógico, argumenta. Es solo que “puede que usted no vea a la persona con la que está hablando y la respuesta no sea tan inmediata”.

Como activista, utiliza Facebook, Instagram y Flickr para publicar fotos, boletines y correos electrónicos. En su cuenta de Twitter tiene alrededor de 1 100 seguidores, y el día que le hicimos esta entrevista publicó unos diez tuits. Cifras importantes, pero nada exageradas.

Aprender rápido

Los ‘milenial’ como él pueden ser mejores en el uso de herramientas digitales porque son nativos digitales, explica Rougy. Pero su generación tiene todavía mucho que aprender y también tiene que mantenerse al día en los últimos avances.

“Esta mañana estaba intentando comprender la planificación de la liquidez. Ayer no tenía ni idea de qué era y hoy he hecho una enorme hoja de Excel para planificar el personal y el presupuesto”, indica y se ríe de nuevo.

La campaña para impugnar la Enlace externoley contra el fraude a la seguridad socialEnlace externo prevé que en todas las etapas previas a la votación de noviembre participen quienes están a favor. Así, después de escribir un texto para incluirlo en el folleto oficial de votación, Rougy envió el borrador a la multitud de partidarios pidiéndoles retroalimentación.

Las ‘campañas de masas’ pueden llevar su tiempo y no necesariamente pueden contar con expertos pagados para que se encarguen de todos los aspectos de las campañas, dice.

Ser pioneros y hacer la mayoría de las cosas sin ayuda profesional externa podría ser una desventaja. “No hay nadie en Suiza a quien podamos acudir y tampoco hay modelos a seguir”, añade.

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El politólogo Claude Longchamp con el Palacio Federal al fondo

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Crítica

Según el analista político Claude Longchamp, esta nueva forma de hacer campaña se centra en la movilización y en las emociones individuales.

“Movilizar es la nueva tendencia, no crear o cambiar la opinión pública”, afirma en una de sus columnas habituales de swissinfo.ch.

Longchamp, citando a expertos en marketing, ve un cambio radical en la comunicación política. Los comités pasan por alto los canales tradicionales de los medios de comunicación y en su lugar se centran en los “multiplicadores” o “publicistas ciudadanos”.

Algunos críticos han expresado su preocupación por el hecho de que, a medida que los partidos y las organizaciones políticas pierden su papel en el proceso político, esto podría allanar el camino para que entren en la escena política los grupos de presión adinerados.

¿Algún reparo al respecto, Dimitri Rougy?

“No” (Pausa larga).

“Para nada –prosigue–. Somos una democracia pluralista. Las estructuras de los partidos y organizaciones siguen cambiando. Los que están cavando su tumba no son grupos como nosotros. Si no pueden hacer su trabajo como deberían, tienen que asumir su responsabilidad”.

Con la misma facilidad, Rougy rechaza el escepticismo de que se siga sospechando que las campañas digitales operan dentro de una burbuja de la generación joven, mientras que no llegan a la gran mayoría de los ciudadanos mayores, considerados a menudo como los votantes más concienzudos y frecuentes.  

Admitiendo indirectamente la brecha generacional, dice que el comité del referéndum aplicará un enfoque doble.

“Vamos a motivar a la gente a través de internet para actividades fuera de internet. Queremos iniciar tantas conversaciones como sea posible, queremos que la gente hable con sus amigos y familiares”.

Está convencido de que el espacio digital le permite estar cerca de sus seguidores y, dondequiera que su carrera profesional o política le lleve después de la votación de noviembre, promete mantenerse fiel a sí mismo.

¿Y qué hay del cliché del nativo digital que teclea mensajes en su móvil mientras habla con los periodistas?

Hoy no… No durante nuestra reunión de dos horas.

Traducción del inglés: Lupe Calvo

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