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Alimentos justos en la mesa, pero ¿a qué precio?

Un hombre con la cara cubierta recoge lechugas
En la región de Almería, en el sur de España, trabajadores inmigrantes recogen por un par de francos a la hora frutas y verduras que abastecen los supermercados de toda Europa. Reuters

¿Sabe usted cómo se ha producido lo que come? La iniciativa ‘Por unos alimentos justos’ tiene como objetivo hacer más ética la mesa de los suizos. Una forma de promover una producción sostenible, según los promotores del texto. Para sus adversarios, una utopía que podría costar caro a los consumidores.

Los suizos deben consumir alimentos que respondan a las normas ecológicas y sociales más estrictas, propone la iniciativa popular ‘Por unos alimentos sanos y producidos en condiciones justas y ecológicas”’ (Iniciativa por unos alimentos justos). El texto lanzado por los Verdes (partido ecologista/izquierda) será sometido a votación popular el próximo 23 de septiembre.

La iniciativa ha tenido como telón de fondo diferentes escándalos alimentarios que han sacudido a Europa en los últimos años, en especial el caso de las lasañas que contenían carne de caballo. En 2013 se descubrió que algunos platos preparados oficialmente a base de carne de vaca contenían en realidad carne de caballo. En Suiza, como en la mayor parte de los países europeos, hubo que retirar ese producto del mercado.

El modelo de producción de frutas y verduras de la región de Almería, en el sur de España, denominada “el huerto de Europa”, ha influenciado también el debate político. Fresas, tomates o berenjenas, cultivados de manera intensiva en gigantescos invernaderos llenan los puestos de los supermercados europeos durante todo el año. Una oferta que en parte se basa en inmigrantes que trabajan en condiciones precarias por unos pocos francos a la hora, como muestra este reportaje de la televisión suiza alemana ‘Kassensturz’.

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Estos escándalos han contribuido a poner en tela de juicio la fiabilidad del sistema de trazabilidad de los productos alimentarios y de las condiciones en que son producidos.

La iniciativa ‘Por unos alimentos justos’ exige que, mediante una modificación del actual artículo 104a de la Constitución FederalEnlace externo, la Confederación fomente la oferta de alimentos seguros y de buena calidad. Tendrán que ser producidos respetando el medio ambiente, los recursos naturales y los animales, así como en unas condiciones de trabajo justas.

Para ello habría que definir criterios que se apliquen tanto a los productos suizos como a los que son importados. Por ejemplo, aunque Suiza fue el primer país que prohibió los huevos de gallinas criadas en batería (en jaulas exiguas), su importación sigue estando autorizada. Lo mismo ocurre con el foie gras, las ancas de rana o los productos de peletería. Si la iniciativa resultara aprobada, quedaría prohibida la importación de los productos alimentarios no conformes con las normas helvéticas en materia de protección de los animales.

La Confederación se encargaría de verificar la aplicación de las normas establecidas. Además tendría que garantizar que se minimice el impacto negativo del transporte y almacenamiento de alimentos en el medio ambiente, así como tomar medidas para combatir el despilfarro.

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El Consejo FederalEnlace externo considera que el texto de los Verdes es superfluo. Subraya que en Suiza se produce aproximadamente la mitad de los productos alimentarios que se consumen. Estos productos tienen que satisfacer unos estándares elevados en términos de seguridad, calidad y sostenibilidad. El Gobierno considera también que la mayor parte de las exigencias de la iniciativa ya se cumplen y que, por tanto, no es necesario una modificación de la Constitución.

Por lo que respecta a los productos procedentes del extranjero, el Consejo Federal ha declarado que desde hace tiempo viene colaborando en la definición de unos criterios internacionales para una producción alimentaria sostenible. Además, la aplicación de la iniciativa podría entrar en conflicto con algunos acuerdos internacionales, advierte el Ejecutivo. Podrían surgir problemas relacionados con los compromisos de Suiza en el marco de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Volvamos a tomar el ejemplo de los huevos producidos en granjas masificadas, cuyo modelo de producción está prohibido en Suiza. La iniciativa prohibiría también su importación. Sin embargo, esto es contrario al derecho de la OMC, que establece que la importación de productos alimentarios solo puede prohibirse por razones sanitarias.

Finalmente, la iniciativa necesitaría la puesta en marcha de un sistema de control “pesado y costoso” para verificar las condiciones de producción, sobre todo de los productos alimentarios venidos del extranjero. Este tipo de control podría tener el efecto de aumentar los precios, ya bastante altos en Suiza.

En lugar de apoyar las prohibiciones o restricciones, el Gobierno apuesta por la transparencia para con el consumidor. “Si el producto importado no cumple los criterios suizos de producción, entonces debe venir indicado en el paquete obligatoriamente”, señaló el ministro suizo del Interior, Alain Berset, durante una entrevista concedida a Radio Televisión Suiza (RTS). Los huevos producidos en batería pueden ser importados con la indicación “Cría en batería no permitida en Suiza”.

La iniciativa tampoco ha convencido a ninguna de las cámaras federalesEnlace externo. El Consejo Nacional (cámara baja del Parlamento) rechazó el texto por 125 votos contra 37 y 23 abstenciones. Por su parte, el Consejo de los Estados (cámara alta) lo desestimó por 32 votos en contra, 3 a favor y 9 abstenciones.

Los Verdes se encontraron solos para defender su proyecto. El resto de los partidos se opuso. La mayoría de los parlamentarios considera que el artículo constitucional sobre la seguridad alimentaria, aprobado por el electorado suizo el 24 de septiembre de 2017, promueve el consumo de alimentos sostenibles. Volver a legislar sobre el tema les parece algo inútil. Ni siquiera los socialistas han apoyado la propuesta de sus aliados naturales.

Otros parlamentarios han considerado inaplicable el texto, como la diputada de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) Céline AmaudruzEnlace externo. “¿Cómo vamos a organizar los controles previstos? (…) ¿Se nos va a autorizar a medir la calidad de las aguas del Xinan para verificar si la producción de té responde a nuestras preocupaciones?”, preguntaba la diputada durante los debates, calificando de “ilusorio” querer comprobar la producción en el extranjero.

Los Verdes aseguran que no quieren aplicar la iniciativa de manera proteccionista. No se trata de levantar prohibiciones a la importación, ha afirmado la diputada ecologista Adèle ThorensEnlace externo, reconociendo que una medida de ese tipo sería demasiado dura y “dejaría a Suiza en mal lugar frente a la comunidad internacional”. En su opinión, sería necesario facilitar una mejor información al público o llegar a la conclusión de acuerdos con los distribuidores.

Para los Verdes el claro voto popular a favor de la Iniciativa por la seguridad alimentaria hace que la Iniciativa ‘Por alimentos justos’ no sea inútil. El nuevo artículo constitucional es solo “una declaración de principios, ciertamente positiva, pero que corre el riesgo de quedar sin consecuencias”, afirma Adèle Thorens. En su opinión, el texto de los Verdes permitiría tomar medidas concretas para satisfacer las expectativas de los ciudadanos.

Traducción del francés: José M. Wolff

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