Deportista de salón

“No sé si ocurrirá lo mismo con su marido, pero del mío podría decirse que esas tardes parece un zombi. Sentado en el sofá, vestido de manera que daría vergüenza a un indigente, las piernas separadas, un trozo de pizza sobre la mesa auxiliar, una provisión de cerveza en el frigorífico suficiente para un regimiento de paracaidistas, la mirada azorada, fascinada, absorta en la caja mágica. De vez en cuando emite un gruñido o lanza improperios a Dios sabe quién (aunque no es tan idiota como para pensar que el árbitro pueda escucharle: ¡¡el partido se disputa en Manchester!!)”. Un retrato poco halagador, pero realista, sacado de la introducción de ‘Once relatos para leer sola las tardes de partido de fútbol…’, de Emmanuelle Poinger (Editions Pocket).

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