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Los extranjeros tienen poca influencia política

En la comuna de Renens (Vaud), los extranjeros gozan del derecho al voto. Keystone

De los casi 8 millones de habitantes de Suiza, 1,8 millones son extranjeros. Sin embargo, están excluidos en gran medida del proceso político, lo que pone en tela de juicio la legitimidad de la democracia. Entrevista.

Una democracia que excluye de la discusión política a quienes durante décadas contribuyen al progreso económico de Suiza es menos democrática que un Estado que les otorga ese derecho, remarca D’Amato, director del Foro Suizo de Estudios sobre Migración y catedrático de Estudios Demográficos en la Universidad de Neuchâtel.

swissinfo.ch: La Suiza oficial suele reiterar cuán importante es la integración de la población extranjera. Sin embargo, esa población extranjera queda prácticamente marginada de la participación política. ¿Por qué?

Gianni D’Amato: Hay dos formas diferentes de ver el valor y el significado de la participación. Para algunos es casi como ganar el gordo de la lotería al final de un largo proceso de integración; es decir, que los derechos ciudadanos los obtiene finalmente con la nacionalización.

Otro punto de vista considera a su vez que con la participación, es decir con el ejercicio de derechos, se consigue la integración en la sociedad.

Estas dos percepciones se notan también en Suiza. En la Suiza occidental –donde cinco cantones aplican el derecho de voto de los extranjeros-, la participación es vista como una condición para lograr la integración. Pero en las Suizas de hablas alemana e italiana creen más bien que primero debe concretarse la integración antes de considerar lo futuro.

swissinfo.ch: ¿Dónde se encuentra Suiza en materia de participación política, en comparación europea?

G.D’A.: La Suiza occidental comparte la vanguardia en comparación europea y el resto del país queda en la mitad posterior. Los más adelantados son los países escandinavos y también Bélgica y Holanda. Otras naciones desconocen el derecho de intervención política para los extranjeros.

El estatuto de ciudadano comunitario en la Unión Europea es relativamente nuevo y va asociado con derechos increíbles. Todos los ciudadanos comunitarios tienen derecho de votar y ser elegidos a los municipios y al Parlamento Europeo. La idea, que puede ser extendida de un Estado a otro sin discriminación, es un logro de época.

swissinfo.ch: ¿Cómo es que la participación política de los extranjeros en los planos comunal o cantonal se ha extendido en la Suiza de expresión francesa?

G.D’A.: La Suiza occidental tiene otra cultura política con respecto a los conceptos del individuo y a la universalidad de los derechos correspondientes. Hay una percepción liberal de pertenencia que garantiza los derechos y sirve de base para edificar el futuro.

En cambio, en la Suiza de expresión alemana rige más la creencia de que, como proponía Rousseau, se debe fortalecer lo que se tiene en común. Se trata de un concepto republicano que en primer lugar quiere garantizar la existencia de lealtades antes de ganarse derechos.

En los últimos años, varios cantones de la región germanófona rechazaron las iniciativas que proponía conceder el derecho de voto a los extranjeros; una de ellas en el cantón de Zúrich. ¿Por qué en Suiza no ha madurado aún la idea de acordar la participación a la población extranjera?

G.D’A.: Según el modo de ver principal en Suiza, tanto la ciudadanía como la participación política son considerados privilegios que solo los ciudadanos de actitud correcta pueden entender. Los privilegios tienen un valor y no se los quiere compartir, ya que el valor de esos privilegios disminuye cuando se dan derechos cívicos a todos.

swissinfo.ch: ¿Intervienen también los temores a lo ajeno, a lo desconocido?

G.D’A.: También tiene que ver con la desconfianza de que las personas con antecedentes migratorios sepan lo que pasa en Suiza. Se cree que es posible participar solo después de haberse socializado en nuestro país. Y se recurre a estos argumentos para tratar de impedir que los inmigrantes tomen parte en las decisiones.

swissinfo.ch: ¿Pero, cuál es el interés de los extranjeros? ¿Quieren votar y ser elegidos?

G.D’A.: Claro que se puede vivir bien sin tomar parte. Para algunos es quizás más importante tener trabajo y mantener a su familia que ocuparse de los asuntos locales y regionales. A muchos suizos tampoco les interesan mucho las cuestiones políticas y públicas.

Pero el asunto lleva también un componente simbólico, porque el tomar parte en las decisiones e intervenir en el debate significa reconocer que uno existe, que puede pronunciarse y tomar posición en una u otra dirección. En una democracia se es plenamente reconocido cuando se tiene derechos políticos.

swissinfo.ch: ¿O sea que vivimos en una sociedad de dos clases?

G.D’A.: No vivimos en una sociedad de dos, sino de varias clases.  Están los suizos y suizas autóctonos; los suizos y suizas en el extranjero que pueden participar políticamente sin soportar las consecuencias de sus decisiones; y los inmigrantes que viven en Suiza y deben soportar las consecuencias sin poder intervenir. Además, entre los inmigrantes hay grupos preferidos como el de los expatriados, que son tratados con gentileza por la administración y las autoridades.

Eso tiene también que ver con la nueva identificación que unos quieren y otros deben soportar. Se suele ser más bien escéptico con los tolerados. Con los otros se es también escéptico, pero son más útiles porque aportan más que los otros a la prosperidad.

swissinfo.ch: Una alternativa ofrecida, por ejemplo en Zúrich, son los asesores consultivos de los extranjeros, ¿Contribuye algo esta variante?

G.D’A.: Es mejor que nada, pero no es democrático. Se toma en cuenta a los inmigrantes a través de un determinado representante que en parte fue elegido por las autoridades. Son los extranjeros ejemplares, que no molestan y deben ser suficientemente sensibles para señalar los problemas que podrían surgir.

Pero la democracia no vive de las buenas intenciones, sino de la disensión. Eso no debemos olvidar. El debate es en realidad el tenor fundamental de la democracia, y si se lo admite sólo como peticionario, como asesor, adquiere una forma reducida.

En el cantón de Neuchâtel, los extranjeros pueden votar en comicios comunales desde 1849 y cantonales desde 2002.

Jura también otorga el derecho a escala cantonal.

Los extranjeros también pueden votar a escala comunal en Friburgo, Vaud y Ginebra, Grisones, Basilea Ciudad y Appenzell Rodas Exteriores.

En el resto de Suiza, su participación política es inexistente.

Las comunas solamente pueden introducir el derecho a voto de la población extranjera si está previsto en la constitución cantonal.  

En el cantón de Zúrich, una iniciativa popular fue presentada en agosto de 2011 por la Asociación Second @ plus. Pretende introducir el derecho de voto y de elegibilidad para los extranjeros en el ámbito comunal.

El documento sostiene que en Suiza, la ciudadanía tiene un gran apego a los derechos políticos. Sin embargo, el proceso de naturalización es largo y complicado. El adulto debe certificar 12 años de residencia en Suiza. La respuesta puede tardar  de 2 a 3 años.

Traducción, Juan Espinoza

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