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Descubriendo las joyas de Einsiedeln

El momento de la procesión de los monjes del coro a la capilla de la Virgen. Keystone

Desde hace medio siglo, todos los días los monjes y novicios de Einsiedeln cantan el Salve Regina ante el camerín que resguarda la figura de la Virgen negra, venerada por propios y extraños.

La biblioteca abacial conserva el documento más antiguo de toda la música occidental, escrito por los monjes de la Abadía.

Los monjes benedictinos de la Abadía de Einsiedeln cantan desde la fundación del monasterio, en 934. Y desde hace cerca de 500 años, el Salve Regina ante la Capilla de la Misericordia donde se encuentra la Virgen morena.

La tradición de este cántico diario en Einsiedeln es aún más vieja que la propia iglesia abacial construida entre 1704 y 1735 y ejemplo de pureza y unidad barroca.

Para el padre Lukas Helg, responsable de la biblioteca de música del monasterio, el Salve Regina de Einsiedeln se trata de “una de las más valiosas joyas de este lugar”.

“Hay una controversia en la autoría de la obra, aunque sería bello saber que es del monje de Reichenau, Hermann der Lahme (a quien se le había atribuido) ya que Meinrad, fundador de nuestro monasterio, proviene justamente del claustro en esa isla”.

No obstante, el origen de este canto, que en la Edad Media se entonaba sólo en ciertos días del año, parece estar en un monasterio francés o español.

Partitura secreta

El hecho de que el Salve Regina de Einsiedeln sea cantado desde 1547 día a día se debe a la petición de un abad alemán que llegó al monasterio huyendo de la Reforma, una costumbre que también se sigue en el convento fundado por los benedictinos en Los Toldos, Argentina.

Los monjes lo cantan actualmente a cuatro voces, aunque la primera partitura que posee el monasterio es a una voz.

“Por mucho tiempo la partitura se mantuvo en secreto. Yo creo que debemos darla a conocer y estar orgullosos de poseerla”, comenta el también autor de los arreglos de la obra para cinco voces, creada para el coro del convento.

En estos 500 años un hecho interrumpió la tradición del Salve Regina: el abrupto arribo de tropas napoleónicas a Einsiedeln en 1798.

Un lustro debió transcurrir para que volviera la vida en el claustro tras el hurto de la copia de la venerada figura de la Virgen negra (creyendo que era la original) y el cierre del lugar.

Además de la capilla interior, los soldados franceses destruyeron los órganos. “Sólo cien años después los reconstruyeron, mientras tanto fueron pintados para que se viera mejor”, comenta al respecto Gertrud Oggenfuss, guía de la Oficina de Turismo de Einsiedeln.

“En el año 1831 vino una vez el joven Mendelssohn y no entendía que se vieran órganos que no se podían tocar”, cita como anécdota Oggenfuss, quien además forma parte del coro que dirige el padre Lukas.

Alrededor de 450 ángeles

Al internarse más adentro de la iglesia, uno de los sacerdotes, el padre Joachim Salzgeber se ocupa de dar la bendición a los objetos traídos por los fieles. Al término de sus oraciones explica a swissinfo con una sonrisa en los labios que el Monasterio es su hogar.

Un hogar que conoce al detalle. Él, como otras miradas curiosas se ha dedicado a contar a los ángeles que aparecen en el templo.

“Los alrededor de 450 ángeles y angelitos que están en nuestra iglesia son para nosotros muchos colaboradores, ayudantes y protectores a los que atendemos como se merecen”, comenta.

Algunas de esas figuras, junto con los símbolos de los cuatro evangelistas, decoran el púlpito dorado diseñado por Egid Quirin Asam, también están sobre el órgano y aparecen grandiosos en el coro.

“El concepto teatral del barroco está presente en la iglesia, por dentro y por fuera, Por dentro, en el coro, donde entre ángeles se abren las cortinas del escenario”, describe por su parte Oggenfuss.

Separado por una reja “que un monje elaboró en 20 años de trabajo”, el coro tiene colores suaves, una rica ornamentación y siete frescos excelentes dedicados al misterio de la redención.

El cuadro del altar mayor es la Asunción de María, título de la propia iglesia.

“La mesa, consagrada por el Papa muerto Juan Pablo II en 1984 cuando estuvo aquí contiene la reliquia más estimada de los monjes: la cabeza de san Meinrad (fundador del monasterio). Se encuentra dentro de una escultura de plata.”

Dos pilares marcan la frontera del coro. Sendas esculturas recuerdan a los abades y los monjes sepultados en la bóveda oculta bajo el suelo.

“Sólo cuando un hermano muere se abre la cripta. En forma de cruz, tiene 78 nichos en la línea vertical para los monjes, y en la línea horizontal, 8 para los abades. Es una cripta que tiene como 800 años”, describe Gertrud Oggenfuss.

La biblioteca abacial

Fundada en 934, contiene 1.230 manuscritos, 1.040 incunables (así llamadas las ediciones hechas desde la invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI) y 230.000 libros impresos.

Entre las obras más significativas para los monjes destaca el ejemplar de las Reglas de San Benito, codex 236, traído al parecer por el propio ermita Meinrad.

“El testimonio más valioso es el codex 121, con los cantos de la misa”, indica el monje Odo Lang, responsable de la biblioteca.

“Este codex es el más antiguo testimonio de la tradición coral de Einsiedeln, y el más antiguo documento de toda la música occidental, escrito aquí entre los años 960 y 970. Este hecho otorga a este codex un valor inapreciable y lo hace inestimable para la musicología, especialmente para el estudio del canto gregoriano”.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

Situado a 900 metros sobre el nivel del mar, se encuentra en el cantón de Schwyz. El monasterio dio origen al distrito del mismo nombre, con 13.000 habitantes, con la vista del lago de Sihl y las montañas del centro del país. De las ciudades de Zúrich (a 40 km. de distancia) y Lucerna (55 km.) se llega a Einsiedeln en auto o tren.

Visita guiada oficial todos los días (excepto domingos y días festivos) a las 14:00 horas.
Punto de encuentro: Oficina de Turismo de Einsiedeln, ubicada frente a la plaza sobre la calle principal.
Incluye visita a la biblioteca abacial (única forma de acceso a este espacio privado del Monasterio)

La Oficina de Turismo ofrece guías privadas a grupos sobre la iglesia abacial y la cultura y tradición benedictina, que deben reservarse con antelación.

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