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Diez ojos para observar el mundo

Una estudiante en la escuela especializada de Zollikofen, Berna. swissinfo.ch

La detección de deficiencias visuales puede ocurrir en los primeros meses de vida.

La Fundación para niños y jóvenes ciegos o con deficiencia visual de Zollikofen brinda su experiencia para el mejor desarrollo escolar de los pequeños.

En un salón de clases se observa el esfuerzo que tiene un joven, atento a las instrucciones de su profesora, para unir sus primeras palabras en la lectura braille. Se encuentra en una silla de ruedas y su movilidad manual no le permite ‘leer’ con facilidad los puntos de las tablillas de madera que dicen “hamb…”, hambro”, “No! Hambre!”.

Pero la motivación y la constancia permitirán que en unos meses ese chico sonría al ver sus avances.

En el pasillo, durante la pausa, los niños ríen y conversan, mientras uno de ellos prefiere sentarse en las escaleras a ensayar sus avances para leer braille, pero al oír mi voz, me saluda cortés. “Estoy estudiando”, indica y continúa su lectura.

Cuando un niño nace en Suiza tiene derecho a las prestaciones del seguro de invalidez, que cubre la mayoría de los costos necesarios para su educación, asistencia médica y herramientas de trabajo.

Diversas instituciones le pueden acompañar en su desarrollo en busca de condiciones optimas para poder continuar su vida, con las informaciones y herramientas adecuadas.

La escuela de Zollikofen, que swissinfo visitó a las afueras de la ciudad de Berna, cuenta con un servicio para asesorar a los padres de los afectados.

Puede haber niños a los que se les detecta la afección a los 3 meses de edad y de allí hasta llegar a la edad escolar tienen la posibilidad de ser apoyados por el servicio externo de la escuela.

Se observan las necesidades de la familia en cuestión y cuál sería la mejor opción para el pequeño al llegar a la edad escolar, “si venir a nuestra escuela o permanecer en su entorno, asesorado con determinadas medidas de apoyo especialmente pensadas para el pequeño y su familia” explica Martin Schütz, encargado escolar.

Nivel de autonomía satisfactorio

En Suiza se observa el aumento de niños con deficiencias visuales que se quedan en su entorno, siguiendo clases en el sistema “normal” apoyado con asesoría y herramientas que le faciliten sus esfuerzos, ante la desventaja de su minusvalía.

Poder visitar una de las 5 escuelas especiales para niños invidentes o con deficiencia visual que existen en el país aligera el camino en el desarrollo escolar, pero también plantea problemas, sobre todo de desplazamiento.

En la región circundante a Berna, los niños asisten a la Escuela e Internado de la Fundación para niños y jóvenes ciegos o con deficiencia visual de Zollikofen.

Niños de entre 5 a 18 años asisten a esta institución para recibir la enseñanza básica obligatoria, de acuerdo a las normas de la enseñanza pública.

Desde pequeños en el jardín de niños, hasta jóvenes en el primer grado de secundaria reciben las nociones escolares regulares, a través de herramientas pedagógicas adecuadas a sus características de insuficiencia visual.

Orientación sin luz

Aunadas a las clases de formación escolar se encuentran rubros especiales para aprender técnicas que les ayuden a integrarse al ‘mundo visual’. El objetivo básico es lograr en el niño un alto nivel de independencia.

Un factor importante a desarrollar en el niño es la orientación y la movilidad.

Se le muestra cómo desenvolverse en un sitio desconocido sin temor, seguro de sí mismo, pero consciente de los posibles peligros a los que se puede enfrentar, debido a su escasa o inexistente visión.

Librar todos los obstáculos en la calle y no perder la orientación requiere práctica y técnicas específicas, que inician con clases para estimular su sistema sicomotor desde temprana edad.

Otro punto importante es estimular la organización mental de su entorno, desde su sitio de trabajo escolar hasta sus objetos personales.

De valioso apoyo son las técnicas de pensamiento y lectura de mapas para ubicar un lugar determinado. Y la capacidad de poder establecer contacto con extraños en caso de necesidad.

Motivar, base del aprendizaje

El segundo rubro de la pedagogía dirigida a los invidentes o deficientes visuales es la destreza en las tareas cotidianas, que comprenden todas las actividades que permitan a la persona realizar, sin ayuda de terceros, sus necesidades diarias.

Mientras que para un niño sin limitaciones visuales el aprendizaje se realiza de forma imitativa, un pequeño que no ve, o no ve bien, no tiene ese incentivo por lo que hay que aprender a través de métodos sistemáticos que deben ser practicados con expertos.

Herramientas como una báscula parlante, o un vaso medidor con grabados para leer las porciones, o un reloj de muñeca con manecillas externas, son objetos que simplifican y permiten un mayor nivel de independencia de los niños.

Poner orden en casa, en el trabajo, en el armario y en la mochila, saber cortar, pinchar y llevarse a la boca el bocado son actividades que se facilitan más si al lado se tienen a especialistas.

Por ello estos jóvenes, además de aprender a escribir como un niño vidente, tendrán que aprender a vestirse y desvestirse, amarrarse los zapatos, cerrar un traje e, incluso, a elegir los colores que combinen en su guardarropa.

En busca de una profesión

Actualmente en la escuela asisten 25 chicos invidentes, el resto tiene un grado de visibilidad que se refuerza con herramientas, mientras que unos 20 niños tienen alguna enfermedad progresiva de niveles distintos.

Para aprovechar la capacidad visual existente se analizan las posibles herramientas y métodos que puedan ayudarles como lupas o ejercicios de memorización.

También se tiene el objetivo de definir e iniciar una profesión adecuada a la situación del estudiante.

“Nuestro objetivo es que los niños se preparen a su vida futura, iniciamos pronto un concepto para elegir una profesión en las clases de los jóvenes”, explica Martin Schütz.

El problema surge a la hora de buscar un empleo, pero los esfuerzos no cesan para construir una red que permita impulsar los contactos para obtener las plazas de empleo.

“Las profesiones tradicionales de los ciegos están desapareciendo como la de telefonista, pero las modernas tecnologías relacionadas con la informática también abren nuevas oportunidades. Es muy individual el futuro de estos niños, pues todo depende del nivel de discapacitación que tengan”, aclara objetivo.

Schütz explica que gracias al marco de las subvenciones, los padres de los estudiantes se ocupan de cubrir una cuota de entre 5 a 7 francos diarios para niños externos (que sólo asisten a la escuela) y de entre 12 y 18 francos diarios para los internos.

Y sobre el ambiente en la escuela, el coordinador escolar indica: “¡Estos niños tienen una gran alegría por la vida! Un estudiante una vez comentó: ¿sabes? ¡Tú sólo tienes dos ojos, yo tengo diez!”

swissinfo, Patricia Islas Züttel

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