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Un salario mínimo para una vida decente

Entre los sectores con los salarios más bajos están la restauración y la hostelería, el comercio al menudeo y los servicios de limpieza. Keystone

En Suiza, muchas personas viven en situación de pobreza, a pesar de tener un trabajo de tiempo completo. Con una iniciativa popular, los sindicatos pretenden introducir un salario mínimo generalizado.

La propuesta genera la oposición de empleadores, aunque medidas similares se extienden en Europa.

En pocas décadas, las diferencias salariales se han agravado  extremadamente también en Suiza: si hace treinta años, un empresario ganaba a lo sumo hasta 30 veces más que sus empleados, hoy en día los salarios de algunos de los directores generales son hasta 1.000 veces mayores que los de los trabajadores con ingresos más bajos.

¿Tendencia inevitable, debida a la mayor competencia entre las plazas financieras internacionales o la pura codicia de la ganancia? El debate se desarrolla desde hace bastante tiempo. Por supuesto, se percibe una creciente insatisfacción respecto al tema de los salarios y los bonos millonarios, mientras que decenas de miles de personas viven por debajo del umbral de pobreza, aunque desempeñen empleos de tiempo completo.

No es de extrañar entonces que, en unos pocos años, hayan tenido éxito tres iniciativas populares para combatir la desigualdad salarial. Mientras los dos primeros textos proponían limitar los sueldos de los directivos, la iniciativa “Por la protección del salario justo”, presentada este lunes por la Unión Sindical de Suiza (USS), tiene como objetivo aumentar los ingresos más bajos. En todo el país debería aplicar un salario mínimo de 22 francos por hora o unos 4.000 francos al mes.

Arma eficaz

“Con esta iniciativa queremos asegurarnos de que todo el mundo tenga un salario decente en Suiza. Hoy en día casi el 10% de los que trabajan a tiempo completo reciben un salario de menos de 4.000 francos, que no es suficiente para cubrir siquiera sus necesidades básicas, y muchas veces tienen que recurrir a la asistencia social”, indica Daniel Lampart, economista jefe de la USS.

“Nuestras propuestas están destinadas a llenar un vacío importante: más de la mitad de los empleados no están protegidos por un convenio colectivo de trabajo. Y lo mismo pasa con sus salarios”, explica Lampart.

El salario mínimo, dice el dirigente sindical, es un arma eficaz para combatir el dumping salarial. Y, además, reducir el desempleo: actualmente muchos trabajadores se ven obligados a buscar un segundo empleo para poder sobrevivir.

Pésima solución

Contra el salario mínimo, sin embargo, las asociaciones de empleadores tienen la intención de luchar con fuerza. “Un salario mínimo generalizado es una mala solución, ya que hay diferentes condiciones y necesidades en los diversos sectores económicos. Además, hay también diferencias importantes con respecto al nivel de los salarios y el costo de la vida en diversas regiones del país”, argumenta Ruth Derrer Balladore, de la Unión Patronal de Suiza (UPS).

Para los empleadores, un salario mínimo puede ser fijado en los acuerdos de negociación colectiva, pero no debe convertirse en una obligación legal. “También porque el salario mínimo plantea un riesgo de exclusión del mundo laboral de las personas con una capacidad de trabajo limitada”, subraya Ruth Derrer Balladore.

¿Pero los salarios no deben permitir que todos tengan una vida digna? “Hay que saber lo que se entiende por vida digna”, dice la representante de la UPS. “En algunas regiones puede ser suficiente ganar incluso menos de 4.000 francos para tener una vida digna, mientras que en Zúrich no son suficientes, a veces, ni siquiera 5.000 francos. Los sindicatos también se basan en el modelo de las familias trabajadoras en el que solamente labora una persona mientras que con frecuencia hay dos sueldos”.

Tendencia europea

La posición de la patronal choca sin embargo con una tendencia actual en las últimas décadas en la mayor parte de Europa. “Solo en Alemania, Austria, Suiza y los países escandinavos no hay todavía un salario mínimo nacional. Pero en los países escandinavos, los convenios colectivos garantizan un salario mínimo para casi todos los trabajadores, mientras que en Alemania y Suiza tan solo uno de cada dos”, dice Thorsten Schulten, investigador del Instituto de Ciencias Económicas y Sociales (WSI) de Dusseldorf, Alemania.

La introducción del salario mínimo se ve favorecida, entre otras cosas, por el advenimiento de la libre circulación de personas. Muchos países han querido proteger a la mano de obra nacional contra los riesgos del dumping salarial. Incluso estos meses también Alemania se plantea introducir el salario mínimo. Quien apoyó la misma propuesta fue la canciller Angela Merkel, del partido democratacristiano Unión Demócrata Cristiana (CDU en alemán).

“El proyecto de Angela Merkel se topó con la resistencia, sobre todo, dentro de su propio partido. Pero ahora parece claro que nos estamos moviendo hacia un salario mínimo, aunque de una forma un poco más light: están previstas, por ejemplo, diferencias entre las regiones orientales y las occidentales”, señala el especialista en política salarial.

Interrogaciones sobre el empleo

Thorsten Schulten considera en general positiva la experiencia hasta la fecha en países donde el salario mínimo ya existe desde hace mucho tiempo, como Francia. “Creo que, sin un salario mínimo, en Francia las desigualdades sociales y la pobreza serían mucho mayores de lo que son ahora. Pero hay varias interrogantes acerca de los efectos del salario mínimo sobre el empleo: algunas empresas prefieren limitar su personal para no asumir los costes del salario mínimo y los seguros sociales vinculados”.

“Tanto en Francia como en Gran Bretaña y los Estados Unidos, la relación entre salarios mínimos y empleo ha sido objeto de numerosos estudios, que han llegado a resultados contradictorios. Yo diría que, actualmente, la mayoría de los economistas internacionales no consideran que esto cause efectos negativos sobre el empleo, a condición de que el salario mínimo se fije en un nivel adecuado, es decir, no demasiado alto”.

La iniciativa “Por la protección del salario justo”, depositada este lunes por la Unión Sindical de Suiza (USS) propone introducir un salario mínimo de 22 francos por hora, lo que equivale a 4.000 francos al mes.

La Confederación y los cantones deberán hacer que en los contratos colectivos de trabajo sean fijados los salarios mínimos correspondientes al lugar de trabajo, a la professión y al sector económico.

Según la Oficina Federal de Estadística, en Suiza hay alrededor de 120.000 “trabajadores pobres”, es decir, personas que viven en situación de pobreza, a pesar de tener un empleo de tiempo completo.

Hasta ahora, solo el cantón de Neuchâtel ha decidido introducir un salario mínimo. La propuesta fue aceptada por el electorado en noviembre.

En los próximos años, el pueblo suizo también tendrá que votar otras dos iniciativas populares que tienen como objetivo reducir la desigualdad salarial.
 
Entregada en 2008 por el actual senador independiente, Thomas Minder, la iniciativa “Contra los salarios desorbitados” pide votar sobre las prestaciones económicas de carácter general recibidas por los miembros de la gerencia y del consejo de administración de las sociedades anónimas.
 
El objetivo de esta iniciativa es asegurar una gestión sostenible de las empresas y la economía y proteger los intereses de los accionistas contra los “salarios desorbitados” percibidos por algunos directivos.

(Traducción: Iván Turmo Ferrer)

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