The Swiss voice in the world since 1935

Donald Tusk, en busca del tiempo perdido

Cracovia (Polonia), 13 oct (EFE).- Los comicios generales de este domingo en Polonia serán para Donald Tusk (Gdansk, 1957), la conjugación en clave política de su pasado, su presente y su futuro.

Su pasado como primer ministro de Polonia (2007-2014), interrumpido para asumir la presidencia del Consejo Europeo, es considerado en el imaginario colectivo de los polacos como el período en que su país se abrió definitivamente al mundo, ganó prestigio y se sacudió un complejo de inferioridad que parecía insuperable.

Ahora, está por ver si ese rédito político tiene aún vigencia y este ardiente defensor del proyecto europeo y de los valores liberales es capaz de ganarse de nuevo la confianza de sus compatriotas, algo que las encuestas muestran como complicado.

La formación Plataforma Cívica (PO), que estaba sumida en una espiral centrífuga que amenazaba con su desintegración, no recibió con complacencia la vuelta de Tusk al frente del partido en julio de 2021, pues era el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, que perdió las elecciones presidenciales por un escaso margen, quien parecía llamado a enderezar el destino de PO.

Con el bagaje de ser «el único hombre que ha conseguido derrotar al PiS (partido rival, en el Gobierno), Tusk ha asumido su papel en la oposición con la ardua tarea de, en primer lugar, definir la identidad política de su partido.

Aunque PO hace bandera del liberalismo económico, un progresismo moderado y una política social menos proteccionista que la del actual gobierno y al mismo tiempo respetuosa con los derechos civiles, las tendencias presentes en el partido son tan heterogéneas que la principal tarea de Tusk consiste en articular un mensaje coherente que permita a sus electores descifrar a qué tipo de propuesta entregan su voto.

Por otra parte, contar con un amplio bagaje político a sus espaldas es para Tusk una fortaleza y también una desventaja, pues para muchos polacos, verse de nuevo en la tesitura de elegir entre él y el PiS, donde Kaczynski es el verdadero jefe, es como una repetición de las elecciones de hace casi dos décadas, algo que resulta poco motivador para una sociedad cansada de la polarización política presente desde hace años.

Durante la campaña electoral, Donald Tusk ha procurado movilizar a la amplia base social descontenta con la política reaccionaria del gobierno, así como dar visibilidad a los colectivos más agraviados por el ultraconservador PiS.

Las convocatorias como la «Marcha del Millón de Corazones» que llenó el centro de Varsovia hace poco más de dos semanas, o la multitudinaria manifestación de junio que protestaba contra una ley que quería castigar de manera retroactiva al propio Tusk por supuestas influencias rusas durante sus gobiernos, fueron también ocasiones para reivindicar la igualdad legal de todas las tendencias sexuales o para denunciar el deterioro del Estado de Derecho en el país.

Asimismo, las profundas y continuadas disputas del gobierno con Bruselas han sido esgrimidas por Tusk para defender uno de los pilares fundamentales de su campaña y una de las pocas cuestiones capaces de aunar a la mayoría de los ciudadanos polacos: la permanencia en la Unión Europea.

Los rumores de un «Polexit» y el hecho de que, ahora mismo, baste una mayoría parlamentaria para aprobar una eventual retirada polaca de la Unión, llevaron a Tusk a incluir en su programa electoral una reforma constitucional que impida dejar el club europeo.

Pero, si bien la gran mayoría del electorado polaco apoya esa propuesta, para ganar unas elecciones es necesario poner sobre la mesa ideas más concretas, enfocadas a solucionar problemas más acuciantes como la inflación, las consecuencias de la guerra de Ucrania o el coste de la lluvia de subsidios con que el Gobierno ha apuntalado sus victorias anteriores.

Según los comentaristas políticos, el punto flaco de Tusk y de su partido es el distanciamiento de la realidad en que vive la mitad del país, especialmente en el ámbito rural, y ofrecer una imagen un tanto elitista y que es un reflejo de cómo piensa solo una parte de la población.

El próximo domingo, las urnas polacas decidirán si el pasado de Tusk puede ser una ventaja o una rémora para que pueda decidir el futuro de su país. EFE

mag/jam/pddp

© EFE 2023. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.

Los preferidos del público

Los más discutidos

SWI swissinfo.ch - Sociedad Suiza de Radio y Televisión SRG SSR

SWI swissinfo.ch - Sociedad Suiza de Radio y Televisión SRG SSR