Dos activistas kenianos denuncian haber sido secuestrados y torturados en Uganda
Nairobi, 12 nov (EFE).- Los activistas kenianos Bob Njagi y Nicholas Oyoo, que pasaron 38 días desaparecidos tras viajar a Uganda para participar en un mitín de la oposición y fueron entregados a la Embajada de Kenia a finales de la semana pasada, denunciaron este miércoles haber sido secuestrados y torturados por agentes de seguridad ugandeses durante su cautiverio.
En una rueda de prensa en Nairobi, ambos activistas del Movimiento de Kenia Libre (FKM) relataron que los secuestraron y trasladaron primero a Kasenyi, un campamento militar del Ejército, donde permanecieron 23 días, y después a una «casa segura», donde pasaron otros 14.
«Lo llamamos secuestro porque desde el momento en que nos detuvieron hasta el momento en que nos liberaron, el Gobierno ugandés negó haber tenido nuestra custodia», dijo Njagi.
Durante el tiempo que estuvieron retenidos, permanecieron esposados día y noche. El segundo día, ambos fueron torturados durante un interrogatorio.
«Me vendaron los ojos, me encadenaron a una silla, con un oficial detrás y otro frente a mí. El de enfrente me golpeaba mientras revisaban nuestros teléfonos y preguntaban quién era cada persona, quién financiaba el movimiento (el FKM) y a qué habíamos ido a Uganda», relató Njagi, visiblemente conmocionado.
«No teníamos acceso a ninguna higiene básica: orinábamos en una pequeña lata de pintura, que hacía de retrete, y por la mañana nos escoltaban dos guardias para vaciarla. Solo nos quitaban una esposa para hacerlo y luego nos devolvían a la celda. Era, literalmente, una cámara de tortura», detalló.
Por su parte, Oyoo denunció que fueron sometidos a una «tortura psicológica» y privados de derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la información, la comunicación y la libertad de expresión.
Asimismo, afirmó que el traslado entre Kasenyi y la «casa segura» fue «aterrador», ya que les vendaron los ojos y los amenazaron, y reveló que también sintió miedo cuando los llevaron a la Embajada keniana en Kampala, capital ugandesa.
«Recuerdo que nos sacaron de allí un jueves, alrededor de las 6:25 de la mañana. Estaba temblando, preguntándome si sería la última vez que vería algo», relató Oyoo.
Los dos hombres desaparecieron el pasado 1 de octubre, cuando fueron secuestrados tras participar en un acto del líder opositor y cantante Robert Kyagulanyi, conocido como Bobi Wine.
Los activistas del FKM denunciaron que su detención tuvo motivaciones políticas. «Las detenciones por parte del Ejército son extrajudiciales, violaciones del derecho a la libertad de asociación. Nuestra detención fue política, porque pensaron que queríamos unirnos a nuestros compañeros, entre ellos Bobi Wine», alegó Njagi.
«Uganda -añadió- es un Estado que no permite que personas extranjeras participen en sus asuntos políticos. Cuando viajamos y asistimos a un mitín, las autoridades lo interpretaron como un acto de agresión».
El presidente ugandés, Yoweri Museveni, reconoció por primera vez el sábado por la noche -una vez que ambos habían sido liberados- que los dos activistas habían sido arrestados, después de que, hasta entonces, la Policía y el Ejército negaran tenerlos bajo custodia.
En una entrevista en directo, Museveni calificó a los dos hombres de «expertos en disturbios» que fueron «puestos en el frigorífico durante unos días», y reveló que los kenianos fueron liberados tras recibir llamadas de «algunos líderes kenianos» que pidieron su devolución.
Sin embargo, Njagi exigió al Gobierno ugandés la liberación de los presos políticos que continúan recluidos en campamentos militares como el de Kasenyi, donde -aseguró- bajo las órdenes del jefe de las Fuerzas Armadas, Muhoozi Kainerugaba -hijo de Museveni-, se cometen «crímenes de lesa humanidad» y permanecen detenidos «más de 150 ugandeses».
Según denunció Amnistía Internacional (AI) a comienzos de octubre, Uganda, Tanzania y Kenia registran entre 2024 y 2025 más de un centenar de desapariciones forzadas, con algunas víctimas halladas muertas y con signos de tortura. EFE
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