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Economía

La industria ha demostrado ser una de las fuerzas de la economía suiza junto con el sector bancario y la relojería Keystone

Introducción

En términos globales Suiza es un peso político liviano, pero comercialmente es un país que figura entre las economías de tamaño medio.

Sin recursos naturales, con excepción del agua de sus glaciares, lagos y ríos, la economía suiza es casi totalmente dependiente de sus exportaciones, portadoras de un alto grado de valor agregado.

Probablemente no hay otro país cuya prosperidad dependa tanto de las industrias de exportación. En términos absolutos Suiza es el décimoquinto mayor exportador del mundo.

Las mayores empresas suizas, por ejemplo en el sector farmacéutico – en el mejor de los casos-, pueden llegar a vender el 2% de su producción dentro de Suiza.

La abundancia de agua fue primero utilizada para hacer funcionar los molinos textiles. Una inmensa cantidad de agua fue también un requisito previo para la industria de los colorantes, precursora del actual sector farmacéutico en Basilea.

Manufacturas

Los avances tecnológicos en la producción de energía hidroeléctrica permitieron a las grandes empresas suizas de ingeniería construir centrales eléctricas, motores Diesel para barcos y locomotoras eléctricas que fueron exportadas a todo el mundo.

Fueron también las abundantes nevadas durante los tranquilos meses de invierno las que estimularon a los agricultores a utilizar sus manos en la fabricación de relojes.

Un reloj es un buen ejemplo del concepto de valor añadido que predomina en la economía. La producción masiva de bienes baratos de consumo no es una opción para las empresas suizas porque exigiría igualmente importaciones masivas de materias primas costosas, cuyo valor neto no aumentaría significativamente al exportarla hacia los mercados competitivos.

El costo de la materia prima de un reloj vendido a 300 o 3.000 francos suizos no varía mucho. Sin embargo, el trabajo de diseño, la producción y el marketing representan una enorme diferencia.

Lo mismo se puede decir de la pequeña empresa suiza que fabrica lubricantes para los movimientos del reloj. La materia prima, el aceite, es hasta tal punto refinado, que el producto final, vendido al máximo de su contenido, vale su peso en oro o caviar.

Aunque Suiza tiene numerosas grandes empresas como el gigante de la alimentación, Nestlé; laboratorios farmacéuticos como Novartis y Roche; bancos como la UBS y el Credit Suisse; aseguradoras como Winterthur y Zurich; estas firmas no son verdaderamente representativas de Suiza como un país industrial. En realidad, las dos terceras partes de la producción económica del país están representadas por un 98% de empresas que tienen menos de 50 empleados.

Las PME, pequeñas y medianas empresas, emplean 1,4 millones de personas. Es decir, la mitad de todos los empleados que no trabajan para las empresas estatales. Sólo unas 750 empresas tienen un personal superior a las 250 personas, aunque representan el 30% de la mano de obra total.

Ingeniería

Muchas de estas firmas trabajan en el campo de la electricidad y la construcción mecánica, sector industrial número uno de Suiza. La mayor parte son empresas muy especializadas y orientadas a la exportación. Habitualmente producen máquinas, herramientas de precisión o aparatos electrónicos, cuyas marcas no son muy conocidas pero que se exportan en serie a las industrias fabricantes en todo el mundo.

Las empresas suizas de ingeniería representan más del 40% del valor de todas las exportaciones. Los orígenes de estas empresas pueden encontrarse en la mecanización de la producción textil.

La tejeduría y la maquinaria textil suizas conquistaron una gran parte del mercado mundial y aunque en términos de cantidad la producción de textiles no sea significativa, la maquinaria especializada –incluso los aparatos de control eléctrico- conservan aún una gran parte del mercado. También en muchas partes del mundo se produce maquinaria diseñada en Suiza, bajo licencia.

Hasta hace muy poco tiempo las fábricas suizas producían muchos equipamientos pesados de ingeniería, desde los motores Diesel para barcos, de Sulzer, y elementos para completar las centrales de energía, hasta algunas de las locomotoras eléctricas más potentes del mundo. Antes, en Suiza se produjeron algunos de los más refinados automóviles y camiones que fueron exportados.

La producción de maquinaria más pesada ha abierto el camino a una inversión incluso más especializada. Las empresas suizas de este sector están entre los primeros 5 exportadores mundiales. Allí figuran la maquinaria textil, las máquinas de producción de papel, máquinas de impresión y embalaje, máquinas-herramienta y equipamiento de medición y pesaje.

Muchos productos suizos son utilizados en la industria del automóvil en todo el mundo. Por ejemplo, los pequeños detonadores pirotécnicos que inflan los cojines de seguridad de los vehículos después de una colisión, o servicios refinados de insonorización.

Trabajo

A pesar de que la economía suiza ha registrado un bajo crecimiento durante casi una década, la producción y el desempeño siguen manteniendo un alto nivel en términos de comparación internacional. En contraste con otros países vecinos el número de horas trabajadas sigue siendo amplio y con pocas personas que trabajan menos de 40 horas por semana.

También los días feriados son relativamente escasos y raras veces se va a la jubilación antes de los 60 años de edad. Otro factor son las relaciones laborales.

En el año 2000, cuando fue introducida la Constitución Federal revisada, su contenido admitía por primera vez el derecho de huelga. Los pesimistas creyeron que esto abriría la vía a una ola de huelgas en particular a causa de un mercado del empleo nada optimista.

Sin embargo, en 2002 hubo sólo 8 huelgas en Suiza; el mismo número que en 1994, cuando se había llegado a un récord. Durante la última década se perdieron alrededor de 7 u 8 días por año a causa de huelgas que involucraron a unos 100.000 empleados pero que representan la menor cantidad en escala europea.

Farmacéuticas y químicas

La industria farmacéutica suiza es activa en todo el mundo. Tiene equipamientos de producción y centros de investigación en varios continentes. La sede central y las raíces de estas grandes firmas están en Basilea. En su origen, firmas como Novartis comenzaron su existencia como proveedores –de colorantes, por ejemplo- de la industria textil doméstica.

Un denominador común a todas las empresas farmacéuticas suizas es que el mercado suizo representa una parte ínfima del total de su producción. No obstante, hasta una quinta parte de su cifra total de negocios se invierte en investigación y desarrollo, única forma de mantener la producción de suficientes medicamentos rentables, sobre todo si se tiene en cuenta que una patente de protección dura como mucho algo más de diez años.

Tinturas, lacas y barnices se producen también en Suiza y un nuevo campo de acción del sector farmacéutico es el floreciente negocio de los aromas, cuyo líder mundial es Givaudan.

Como en otros lugares del mundo la concentración ha sido un signo de los tiempos en la industria farmacéutica suiza. La gran fusión, en 1996, de Sandoz y Ciba-Geigy, convertidos en Novartis, no ha sido el último gran matrimonio entre estos gigantes.

Al igual que produce medicamentos de base química, Suiza tiene una gama de prósperas empresas que producen suministros médicos alternativos y holísticos. En algunos casos estas firmas han surgido de alguno de los gigantes farmacéuticos. Se trata de cabalgar sobre dos caballos al mismo tiempo.

La pequeña talla de Suiza hace que su fuente de talentos para reclutar personal de investigación sea igualmente limitada. Ahora, cuando está asegurada la libre circulación de trabajadores en Europa, la presión para encontrar científicos ha conducido a más empresas farmacéuticas suizas a instalar sus actividades de investigación en América del Norte.

Relojes

Si en una encuesta instantánea en las calles del mundo se preguntara con cuál producto se asocia la imagen de Suiza, sin duda las respuestas serían: el queso y los relojes. La mayoría de los suizos quedaría probablemente satisfecha con una u otra respuesta, aunque los relojes sean, de lejos, el producto más benéfico para ellos.

La peor respuesta sería: los relojes de cucú. A pesar de Orson Welles y su película ‘El Tercer Hombre’, Suiza no inventó este tipo de relojes. Son originarios de la Selva Negra, en Alemania, y la mayor parte de los modelos vendidos no son sino simples imitaciones para el mercado de los recuerdos.

Generalmente los relojes suizos son producidos en pequeñas fábricas relojeras del ‘arco’ geográfico que va desde Ginebra, pasando por las colinas del Jura – al noroeste de Suiza- y que acaba en la ciudad de Schaffhausen, en las orillas del río Rin. Aparte de Ginebra otros importantes centros relojeros son: Neuchâtel, Biel-Bienne y Grenchen.

El final de la Segunda Guerra Mundial fue un tiempo de auge para la relojería suiza porque la mayor parte de las empresas relojeras de Europa fueron perjudicadas por la guerra y porque Japón y los Estados Unidos aún no eran competidores. Durante varias décadas los relojes suizos representaron prácticamente la mitad de la producción mundial.

A pesar de que el reloj de cuarzo fue inventado en Neuchãtel, los relojes asiáticos baratos de cuarzo, casi destruyeron la industria relojera suiza a comienzos de los años setenta.

A pesar de todo, la reestructuración de la industria, con la unión de dos de los mayores productores, llevó a la producción (o invención) del ahora renombrado ‘Swatch’. Este es un reloj de cuarzo que no es un reloj barato en sí, sino, gracias a un marketing inteligente, más o menos un accesorio de moda.

Pero, al mismo tiempo que el ‘Swatch’ conquistaba el mercado de masas, y contra todos los pronósticos, el destacado y acabado reloj mecánico ha sido protagonista de un exitoso retorno.

Actualmente en Suiza hay un entrecruzamiento en la propiedad de marcas convencionales y de prestigio. Pero, la ‘Alta Relojería’ es un campo de acción suizo. Aunque los relojes de cuarzo representan casi el 90% de todos los relojes vendidos, el mercado de los relojes mecánicos equivale, en valor, a más del 50% de las exportaciones de relojes suizos. En 2005 el total de esas exportaciones se elevó a 11.000 millones de francos suizos.

Industria de servicios

Hoy, al mismo tiempo que Suiza mantiene una fuerte base industrial, la mitad de la población activa trabaja en las industrias de servicios como los bancos, los seguros y el turismo.

Los bancos suizos y las compañías de seguros tienen actividades mundiales y son líderes en su campo en sectores específicos como los reaseguros.

Los mismos suizos son grandes ahorradores que evitan los riesgos en la medida de lo posible. Hay dos cuentas de ahorro por habitante.

Estas son dos explicaciones de la talla desproporcionada del sector bancario y de seguros en Suiza. En cierta forma aclaran también por qué estos sectores han acumulado una gran experiencia y un saber en estos campos que igualmente han producido beneficios fuera de Suiza.

Hay igualmente una clara correlación entre el papel desempeñado por Suiza como país comerciante, exportador, banquero y asegurador.

Cuando se sabe que hay casi 2.700 sucursales bancarias y más de 100.000 personas empleadas en la actividad bancaria no se puede decir que las operaciones bancarias al por menor sean un objetivo principal.

Gestión de activos

La gestión de activos en todas sus formas es la idea dominante en el sistema bancario suizo. Esto es válido no sólo para los ‘dos grandes’ –UBS y Credit Suisse-, sino para una multitud de bancos privados, muchos de ellos instalados en Ginebra. Allí, la atención individual y la gran discreción están garantizadas cuando se ha realizado un depósito de un mínimo de 1 millón de francos suizos; una suma por la cual el banquero puede ser personalmente responsable.

Probablemente más que otros asuntos los bancos suizos son el tema sobre el cual se han escrito las historias más disparatadas. Actualmente incluso el suizo común que quiere abrir una cuenta de ahorro debe presentar una prueba de identidad. Y, más desconcertante aún: si se trata de por lo menos 100.000 francos suizos, se debe dar una explicación o una prueba del origen del dinero.

Hoy los bancos son cautos con la Comisión Bancaria Federal y, en general, con los vigilantes del lavado de dineros. La OCDE no considera a Suiza como un problema mayor en el terreno del lavado de dinero.

En realidad ahora se considera que los suizos tienen una de las más rigurosas legislaciones contra el lavado de dinero en el mundo. Los bancos están obligados a seguir reglas muy estrictas para conocer a sus clientes.

Una etapa de cambio decisivo tuvo lugar a mediados de los años ochenta cuando el gobierno suizo ordenó un bloqueo sin precedentes de las cuentas del dictador filipino Ferdinando Marcos, invocando una cláusula poco conocida de la constitución y relacionada con la protección de la reputación de Suiza.

Hay más de 100 sucursales de bancos suizos dispersas en todo el mundo. Aunque la mayor parte de sus negocios se realiza fuera de Suiza, claramente, sus clientes fundan su confianza en la estabilidad monetaria y política de Suiza y en su experiencia. En algunos casos el secreto bancario es un gran factor pero a menudo éste da lugar a malentendidos porque el secreto no se aplica cuando está en curso o en perspectiva una investigación criminal.

El nivel de integración con las normas internacionales está demostrado por el hecho de que Suiza quiere aplicar un impuesto retenido en la fuente sobre los ingresos de ahorro en Suiza de los residentes de la Unión Europea que sería transferido a la respectiva autoridad de la UE.

Seguros

La mayor parte de las compañías suizas de seguros –Winterthour, Zurich, Bâloise, Vaudoise etc., llevan el nombre de la ciudad o del cantón suizo donde fueron fundadas. En una época el nombre ‘Winterthour’ fue sinónimo de seguros, en español.

La mayoría de las compañías suizas de seguros ofrecen seguros de vida y otras pólizas, pero unas 55 de entre ellas están especializadas en el campo de los reaseguros. Es decir, aseguran los riesgos de otras firmas aseguradoras.

Las empresas aseguradoras emplean a casi 45.000 personas, pero, como los bancos, estas firmas han reducido progresivamente su personal en los años recientes. Los servicios de los bancos y de las empresas de seguros contribuyen a compensar lo que de otro modo podría ser un déficit de la balanza de pagos.

Inversiones

Aunque Suiza importa más bienes de los que exporta, en términos de valor tiene grandes inversiones netas en el extranjero.

Las estadísticas actuales reflejan la turbulencia de los años recientes en los mercados bursátiles mundiales y también la baja en el valor del dólar de Estados Unidos. Sin embargo, las inversiones directas suizas en el extranjero se elevaron a 426.000 millones de francos suizos a finales del año 2003, mientras la inversión extranjera en Suiza llegó a 190.000 millones de francos suizos.

Según estimaciones de los autores del estudio anual sobre la competitividad mundial del Instituto de Gestión y Desarrollo, IMD, de Lausana, las inversiones suizas en el extranjero han llegado a 28.000 millones de francos suizos en 2004. Es el cuarto nivel más alto de inversión en todo el mundo, en proporción al Producto Nacional Bruto.

Una tercera parte de estas inversiones en el extranjero está en los Estados Unidos. Pero hay crecientes flujos hacia las nuevas economías emergentes de Europa oriental y central como Polonia, la República Checa y Hungría.

Tradicionalmente las inversiones suizas han fluido hacia el exterior pero Suiza también atrae verdaderamente capital extranjero.

Según las estimaciones de los expertos del IMD, Suiza captó más de 14.000 millones de francos suizos de inversiones extranjeras durante el 2004, colocándose en la décimo-segunda posición, apenas antes de Rusia y España.

Alimentos

Los agricultores suizos son mejor conocidos por sus productos lácteos, pero la temprana industrialización de Suiza abrió también el camino a los procesos de fabricación de alimentos. Hablando estrictamente, los ‘fabricantes de quesos’, podrían ser considerados como los primeros procesadores de alimentos.

Las sopas instantáneas o los cubitos remontan a los comienzos del siglo XIX con las primeras industrias instaladas en la región de Winterthour. En aquella época los dueños de fábricas observaron la condición miserable de los obreros a causa de la mala nutrición pero se lamentaban por el abandono del trabajo durante largas pausas de comida.

Fue así como un cierto Señor Maggi, de la Suiza de lengua italiana, se inspiró para desarrollar los cubitos de sopa solubles, precursores de la amplia gama de sopas instantáneas producidas con los nombres de Knorr y Maggi. Actualmente las dos empresas forman parte de firmas multinacionales.

Otro producto pionero suizo fue el café instantáneo inventado por una empresa de las cercanías de Berna, en los años treinta. Sin embargo, el producto fue propulsado a una carrera internacional por los soldados de Estados Unidos, (GI), después de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento era un producto Nestlé, pero ulteriormente fue fabricado mediante un proceso de liofilización que ahora se utiliza en la producción de otros artículos de alimentación.

Otro pionero suizo cuyos esfuerzos no fueron recompensados en su tiempo fue el doctor Max Bircher-Benner quien, a comienzos del siglo XX, dirigía en Zúrich una clínica exclusiva. Para animar a sus frágiles pacientes Bircher inventó una especie de papilla (muesli) compuesta de manzana rayada, granos de cereales y una gota de leche concentrada, que tomó su nombre, Birchermuesli

Hoy en los mercados se encuentran innumerables copias del muesli como alimento para desayunos, pero mucho más cargados de calorías de lo que Bircher Benner pretendía.

Entre otros alimentos de fábrica exportados por Suiza figuran los sándwiches vegetarianos a base de hígado esparcido y los no menos importantes chocolates, en todas las formas y tamaños.

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