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Suiza busca una alternativa a la Lex USA

El Departamento de Justicia tiene en la mira a 14 bancos suizos o con sucursales en Suiza. Keystone

Ante el estrepitoso rechazo en el Parlamento que sufrió el acuerdo destinado a resolver la disputa fiscal entre Estados Unidos y los bancos suizos, prevalecen serias dudas en ambos países sobre las posibilidades reales que existen para evitar graves estragos sobre la plaza financiera suiza.

El Consejo Nacional (cámara baja) desechó el miércoles un proyecto encaminado a permitir a los bancos suizos entregar información confidencial a Estados Unidos, Hoy, el principal temor es que el Departamento de Justicia estadounidense (DoJ) acometa de nuevo con juicios semejantes a los que provocaron la extinción de banco Wegelin en los albores de 2013.

“Muy probablemente (el Doj) consideró la acusación formal que hizo contra el banco Wegelin como un tiro que iba dirigido hacia bancos suizos más grandes e influyentes. Y dado que su señal no fue escuchada correctamente, bien podría considerar que no hay otra alternativa que ejercer aún más presión sobre los bancos de mayor importancia económica”, declara a swissinfo.ch Beckett Cantley, experto legal de la Escuela de Derecho John Marshall de Atlanta.

En su opinión, la estrategia del DoJ es simular que no dice lo que en realidad sí está expresando al resto de los bancos internacionales con operaciones en paraísos fiscales (offshore). “El DoJ no solo quiere atrapar a la avalancha de evasores que existe, sino también disuadir de forma permanente a futuros evasores y a sus respectivos banqueros en todo el mundo”.

Este jueves (20.06), el Senado helvético, por 34 votos contra 3, avaló el acuerdo FATCA y adoptó su ley de aplicación.

En septiembre próximo tocará a la cámara baja evaluar este convenio.

Si el Legislativo helvético lo ratifica, Suiza permitiría a partir del año próximo a las autoridades fiscales de EEUU acceder a toda la información bancaria de las personas que tienen obligaciones impositivas con ese país.

Según lo previsto por el acuerdo que negociaron Washington y Berna, las instituciones financieras deberán pedir su consentimiento al titular de una cuenta antes de proveer cualquier información al fisco estadounidense (IRS).

Pero los clientes “recalcitrantes 2” –considerados por la ley como renuentes a cooperar- serán castigados con una retención directa del 30% sobre todos los pagos que reciban desde EEUU. Y el IRS podrá de todas maneras obtener información sobre ellos presentando ante Berna una solicitud de asistencia administrativa para un grupo de personas.

El ‘sí’ del Senado helvético a FATCA se produce un día después de que la cámara baja enterrara la Lex USA, iniciativa con la que se intentaba regular el pasado de la disputa fiscal entre los bancos suizos y Washington.

Panorama sombrío

Michael Ambühl, negociador jefe de Suiza para el acuerdo fiscal con EEUU, advirtió desde febrero que el panorama sería sombrío si el pacto fiscal entre los dos países fracasaba.

“Lo queramos o no, Estados Unidos está en posibilidad de desestabilizar a toda la plaza financiera si toma medidas contra los bancos suizos”, expresó entonces el funcionario que dejará su cargo en agosto próximo.

En Suiza ha trascendido que la Justicia de EEUU supuestamente tiene en la mira a 14 bancos suizos o con operaciones en Suiza. Una lista que incluiría al Credit Suisse, el banco Pictet e instituciones cantonales.

“Personalmente, cuento con que próximamente se imputará a otro banco suizo”, declara a swissinfo.ch el abogado fiscalista en Miami, Teig Lawrence. “La cuestión es saber quién tendrá que tragar la píldora y con qué calibre los americanos van a atacar”.

Al rechazar la Lex USA -o dictado americano, como también se la conoce en Suiza-, el Parlamento devolvió el balón a la cancha del Gobierno suizo, que ahora es responsable de encontrar una solución que respete el derecho vigente tanto en Suiza como en Estados Unidos.

La tarea no será sencilla considerando que tras años de intensas negociaciones entre los dos países fue imposible alcanzar un resultado concreto. Años de discusión que solo arrojaron un “fracaso”, opina el que fuera embajador de Suiza en Estados Unidos y Alemania hasta su jubilación, Christian Blickenstorfer.

“Nuestra diplomacia fracasó porque durante muchos años Suiza ignoró la persistente presión que ejercía EEUU para obtener información sobre los conciudadanos que evadían impuestos. Las señales estaban ahí en el horizonte. Esto no sucedió de un día para el otro”.

Dado el callejón sin salida en el que se hallan el Gobierno y el Parlamento para solucionar la disputa fiscal con Washington, a Blickenstorfer le cuesta ver la “luz al final del túnel”.

De hecho, parece poco probable que Estados Unidos acepte prolongar las negociaciones para encontrar una alternativa. Y el Gobierno suizo se arriesga a tener que hacer frente a las denuncias de los empleados bancarios y del responsable federal en materia de protección de datos, si autoriza de forma unilateral que los bancos ignoren el secreto bancario y entreguen las informaciones solicitadas a Washington.

Socavar la soberanía

En 2010, el Tribunal Administrativo Federal falló en contra de la decisión del gobierno y calificó de ilegal la transferencia de datos de clientes del UBS al fisco estadounidense. En lo sucesivo, la entrega de datos solo pudo llevarse a cabo una vez que recibió el aval del Parlamento.

En esta ocasión, sin embargo, el Legislativo suizo parece firmemente determinado a no ceder ante las intimidaciones de Washington, una posición que despierta la simpatía de experto americano Becket Cantley.

“El uso del poder estadounidense para socavar la soberanía y las leyes de otros países -particularmente cuando se trata de naciones aliadas- sienta un precedente riesgoso. Me parece que EEUU podía haber identificado las cuentas bancarias extranjeras no declaradas a través de medios menos ofensivos”, afirma.

“EEUU cuenta con todos los medios para rastrear los movimientos en dólares que se realizan alrededor del mundo, especialmente los que ingresan o salen del sistema bancario americano”.

Argumentos débiles

Para el ex embajador Blickenstorfer el sentimentalismo no cabe en el arduo mundo de la diplomacia internacional. “Las grandes potencias siempre han ejercido su poder contra sus contrapartes menos poderosas”.

“De mi experiencia puedo afirmar que los estadounidenses son negociadores duros, pero correctos. Suiza no debe tener complejos de inferioridad por ser un país minúsculo, no es una cuestión de kilómetros cuadrados o número de población”, refiere a swissinfo.ch

“El país más pequeño es con frecuencia el que pone énfasis en lo que interesa a su socio más grande, como crear empleo y atraer inversiones.  Pero en este caso concreto, no tenemos muchos argumentos que aportar para equilibrar las negociaciones”.

Activos ocultos

Teig Lawrence  se dice convencido de que pese a que cerca de 40.000 contribuyentes estadounidenses se acogieron a las amnistías y regularizaron voluntariamente su situación ante el fisco, aún existen fondos no declarados en el extranjero, Suiza incluida.

Según el abogado, la mayor parte de la gente que se han acogido a la amnistía fiscal posee activos más bien pequeños, no se trata de los titulares de cuentas de varios millones de dólares.

“Las personas con más recursos consideran en general que tienen una mayor capacidad para capear el temporal, así que son más proclives a adoptar el enfoque de esperar y ver qué pasa”.

2009: UBS, el banco más grande de Suiza, acepta entregar información confidencial sobre 4.450 clientes estadounidenses y asume también el pago de una multa por 780 millones de dólares tras admitir que había ayudado a su clientela estadounidense más acaudalada a evadir impuestos.

Julio 2011: Es el turno del banco número dos del sistema, el Credit Suisse es investigado por la justicia de EEUU. El grupo decide constituir una reserva por 295 millones de francos suizos anticipándose al pago de multas potenciales.

 
Febrero del 2012: El Departamento de Justicia de EEUU acusa a Wegelin, el banco privado más antiguo de Suiza, de ayudar a sus clientes americanos a incumplir con el fisco a través de cuentas offshore que tendrían un valor total cercano a los 1.200 millones de dólares. 


Junio 2012: El Departamento del Tesoro de EEUU consigue un acuerdo preliminar con Suiza que ayudaría a los bancos helvéticos a ceñirse en lo sucesivo a la regulación fiscal vigente, pero finalmente el mismo no se concretiza.  Ese mismo mes, según abogados, el banco Julius Baer habría entregado a EEUU una lista que incluía el nombre de  2.500 empleados que habrían formado parte de las redes promotoras de evasión entre clientes de origen estadounidense.

Agosto 2012: El banco internacional HSBC entrega a Washington detalles sobre empleados y ex empleados que manejaban cuentas de clientes de EEUU.

  
Noviembre 2012: el banco privado Pictet confirma que también está siendo investigado por EEUU.
  
Diciembre 2012: Dos banqueros y un ex empleado del Banco Cantonal de Zúrich son acusados por EEUU de ayudar a sus clientes a evadir al fisco.

  
Enero 2013: Tras un año de campear la tormenta, el timón, el banco privado Wegelin  finalmente cierra sus puertas luego de ser declarado culpable de ayudar a la evasión vía cuentas ocultas de sus clientes americanos. La institución debe pagar una multa de 58 millones de dólares por esta causa.
  
Mayo 2013: El gobierno suizo presenta precipitadamente ante el Parlamento una iniciativa que busca dirimir el conflicto fiscal entre los bancos helvéticos y el fisco americano.  Los detalles del acuerdo se desconocen, pero sus líneas generales confirman que los bancos entregarían información confidencial a EEUU y pagarían multas por varios miles de millones de francos para evitar juicios y hacer ‘borrón y cuenta nueva’ en su relación con Washington.  No obstante, dicho acuerdo implicaría una violación –temporal y consentida por parte del gobierno helvético- al secreto bancario.

Junio 2013.  El Consejo de los Estados –senado- avala la iniciativa para el acuerdo fiscal con EEUU, pero el Consejo Nacional –cámara baja- lo rechaza. El proyecto regresa a la cámara de origen que vuelve a darle ‘luz verde’, pero los diputados lo rechazan también por segunda vez poniéndole con ello un punto final.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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