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“Los emprendedores suizos no sueñan en grande”

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A Suiza no le falta talento cuando de innovar y promover ideas se trata. Pero los emprendedores no están del todo dispuestos abandonar su zona de confort para aventurarse a la conquista del mundo, afirma el experto en competitividad global Stéphane Garelli.

Un estudio publicado en abril por el Instituto de Investigación Económica Coyuntural de Zúrich (KOF) concluyó que Suiza es el segundo país más innovador de Europa en la industria y los servicios. La primera plaza corresponde a Dinamarca. Sin embargo, el documento asentó también que en materia de innovación, los suizos se han estancado mientras otros países del Viejo Continente se han sacudido el rezago durante los últimos años.

Stéphane Garelli, director del Centro de la Competitividad Mundial (IMD) de Lausana, considera que la innovación suiza aún goza de buena salud, pero aclara también que es improbable que emerja un nuevo Apple o un Google suizos dentro de poco tiempo.

swissinfo.ch: De acuerdo con el estudio de KOF, la capacidad innovadora de Suiza se debilita. ¿Coinciden sus investigaciones con esta interpretación?

Stéphane Garelli: No, en absoluto. Si nos centramos en la investigación que realizan las universidades suizas y en la forma en la que se traducen en hechos dentro del sector empresarial, veremos que ésta es una de nuestras principales fortalezas. Suiza destaca en materia de innovación y también posee una estupenda relación entre los institutos investigadores y el sector corporativo. Estamos posicionados entre los mejores del mundo en los índices que miden la capacidad de llevar al mercado los resultados de innovación que surgen en el terreno investigativo.

swissinfo.ch: No existe constancia de ningún Apple o Google suizos en el pasado reciente. Además, pareciera que las patentes se conceden solo a las grandes compañías ya establecidas. ¿En dónde se observa la innovación?

S.G.: Éste es uno de los principales problemas de Suiza. Por un lado, somos un país líder en materia de patentes (para las grandes firmas). Por el otro, tenemos muchas pequeñas y medianas compañías altamente dinámicas, de hecho, somos el segundo país más competitivo del mundo en este renglón, solo superado por Alemania, pero aventajando a Suecia. El problema es que ninguna de estas PME se está expandiendo realmente. Así que el crecimiento sigue descansando sobre las grandes firmas. Esto es, aunque tenemos infinidad de PMES que son realmente buenas, en medio no se está creando nada. No estamos construyendo las Nestlé o las Novartis del mañana.

swissinfo.ch: Un problema que se cita con frecuencia es que pareciera que en Suiza no hay una verdadera tradición de promover la inversión de capitales de riesgo.

S.G: Tanto los capitales de riesgo como los llamados ángeles inversores existen también para las compañías pequeñas. Sin embargo, cuando una empresa alcanza un cierto tamaño, le resulta difícil seguir creciendo. Pero esto no es solo una cuestión de financiamiento, también es una cuestión de actitud. Muchos emprendedores suizos se sienten satisfechos manejando una empresa de nicho que tiene un buen desempeño y no tienen ningún interés en hacerla escalar a un estatus de empresa global. Creo que el tema del tamaño de la empresa interesa cada vez menos a los jóvenes emprendedores suizos. Frecuentemente prefieren una compañía relativamente pequeña que puedan dominar sin verse obligados a ir a Estados Unidos o a China para desarrollar un negocio de carácter global.

swissinfo.ch: ¿Refleja esto una falta de cultura emprendedora en Suiza, o es que los emprendedores helvéticos no sueñan en grande?

S.G.: Los emprendedores suizos, sobre todo en los sectores industrial y manufacturero, no están soñando en grande. Pienso que esto se debe a que somos una sociedad muy avanzada en diversos sentidos. La gente considera que el equilibro entre la vida personal y el trabajo es más interesante que el solo hecho de trabajar intensamente para crear un grupo global, lo que en muchos casos les obligaría, como dijimos, a abandonar Suiza para operar de lleno en EEUU o China. Muchos jóvenes emprendedores son reacios a hacer algo así. Les gusta su entorno en Suiza y cuando llegan a un cierto tamaño no encuentran sentido en el hecho de seguir creciendo.

El último estudio sobre innovación elaborado por el Instituto de Investigación Económica Coyuntural de Zúrich (KOF) –investigación solicitada por la Secretaría de Estado de Economía (Seco)- ubica a Suiza como el segundo país más innovador del mundo en materia de industria y servicios. La primera plaza la corresponde a Dinamarca.

Los investigadores aseguran que Suiza sigue innovando, pero hay varios países de la Unión Europea que han realizado progresos significativos durante los últimos 10 años con los que van cerrando la brecha que los separaba de los helvéticos. KOF cita a Bélgica y Finlandia, en particular, como las dos economías que avanzan a pasos agigantados en materia de innovación, y que podrían alcanzar a Suiza.

Las conclusiones de KOF aclaran que Suiza vio ralentizado su proceso de innovación en el sector manufacturero durante la década de los 90’s. Y posteriormente el fenómeno se repitió en los servicios durante la primera década del Siglo XXI.

En ambos casos, esta desaceleración en los logros de la competitividad se registró antes de que estallara la crisis económica, pero ésta última la acentúo. La innovación suiza también ha debido enfrentar el efecto de un franco suizo excesivamente fuerte.

No obstante, KOF afirma que, en general, las empresas suizas han sido capaces de mantener presupuestos estables dedicados a la innovación, y han sido capaces también de mantener inalterados su conocimiento y experiencia en los distintos sectores, cualidades que jugarán a favor de Suiza una vez que la economía mundial termine de recuperarse de una crisis que estalló hace casi seis años.

swissinfo.ch: ¿Deben pues los emprendedores abandonar su zona de confort para ser exitosos a gran escala?

S.G.: Sí. Si observamos las historias de éxito estadounidenses de empresas como Google, Apple, u otras compañías, veremos que siguen siendo muy locales. Se volvieron grandes, pero supieron también conservar su mercado local, algunas de ellas centrándose solo en California. Pero en Suiza esto es imposible. Cuando se alcanza una determinada talla ya no es posible seguir siendo local. Hay que salir forzosamente al extranjero, viajar constantemente, desarrollar una compleja estructura administrativa y creo que las nuevas generaciones de emprendedores no desean realmente hacerlo. Cuando consiguieron un cierto tamaño, optan por vender su empresa o por enfocarse y consolidarse en un nicho estratégico que les permitirá especializarse en unos cuantos productos.

swissinfo.ch: ¿A qué se debe esto?

S.G.: A que son empresarios emprendedores, pero no creo que su objetivo sea convertirse en gerentes. Existe un punto a partir del cual un emprendedor tiene que dejar de serlo para convertirse en un directivo operativo. Esta es la etapa en la que Suiza es débil porque el emprendedor se divierte mientras hace dinero en un buen ambiente. Por ello, no les resulta atractivo construir una gran compañía a escala mundial. Los estadounidenses son distintos, ellos sí tienen esta mentalidad, quieren ser los más grandes, los número uno.

Para los suizos el desempeño depende de los objetivos que se han fijado. Vivimos en una sociedad rica. Pero somos un país con un espacio territorial limitado, así que quien desee crear una gran empresa requerirá también grandes instalaciones, y esto es difícil de obtener en la actualidad. El modelo de negocios desarrollado en Suiza durante los últimos 20 años corresponde más bien a estructuras pequeñas con un gran valor añadido cuyas sedes, o centros de investigación, realizan poco trabajo de manufactura.

El espíritu empresarial en Suiza responde más a una elección como sociedad que a una decisión de negocios.

swissinfo.ch: Regresando al tema de la cultura emprendedora, se dice con frecuencia que los suizos temen al fracaso. En Suiza incluso el cierre de una empresa es técnicamente complejo.

S.G.: Edison decía que no había fracasado sino que había descubierto 10.000 formas en las que no debía realizar el trabajo. Los suizos carecen de esta actitud. Somos el país de las empresas aseguradoras, de los bancos, una nación que ha sido tradicionalmente adversa al riesgo. No nos gusta tomar riesgos. Pero esto está cambiando, los jóvenes emprendedores están listos para ir un poco más lejos en esta toma de riesgos, aunque sea solo hasta cierto punto. Esto se debe a que en Suiza declararse en bancarrota, incluso por razones perfectamente legítimas, sigue siendo considerado como un fracaso.

Traducción, Andrea Ornelas

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