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La honestidad: un activo rentable en Suiza

Honestidad de los jefes, un valor agregado con resultados tangibles. Keystone

Investigadores de las Universidades de Ginebra y Zúrich concluyen que los directivos con valores sólidos generan empresas más productivas, con menos ausentismo y mejores resultados financieros.

Pese a ello, la tentación de “maquillar” cifras para aumentar las ganancias personales, se mantiene como riesgo latente para uno de cada dos directivos.

Hay un postulado en la Teoría Económica Clásica forjada por Adam Smith, David Ricardo o John Stuart Mill, que sostiene que los seres humanos somos completamente racionales y egoístas.

Nuestras actuaciones buscan una sola utilidad: nuestro propio beneficio.
Una teoría que muchos defienden el día de hoy, y otros contestan.

Lo cierto es que tras el resquebrajamiento del comunismo durante las últimas dos décadas, el siglo XXI confirmó que las economías liberales tampoco han sido panacea ni de bienestar ni desarrollo o pleno empleo.

¿Qué les queda pues hoy a los economistas?

Posiblemente, buscar respuestas en lo intangible. Y hacia ese universo se dirigieron las investigadoras helvéticas Rajna Gibson y Carmen Tanner en un trabajo llamado “¿Hace sentido la honestidad en el mundo de los negocios?”.

Sus conclusiones arrojan material para meses de debate.

Valores como activo

Rajna Gibson es profesora de Finanzas en la Universidad de Ginebra y Directora del Instituto de Investigación Financiera; Carmen Tanner, es profesora en Sicología por la Universidad de Zúrich.

Ambas concluyeron que contratar directivos con valores morales firmes es un buen negocio para las empresas en el mediano y largo plazos.

Su trabajo, presentado por primera vez hace una semana en el “Salón de los Recursos Humanos” de Ginebra, organizado por Uni-Emploi, ganó tantos adeptos como incrédulos.

Y según sus conclusiones: los primeros resultados de investigaciones conducidas en Suiza prueban que los empleados que son guiados por dirigentes con valores claros, como la honestidad, se sienten más satisfechos con su trabajo.

De hecho, registran un mayor compromiso y mayor lealtad con respecto a su empleador.

Además de que suelen ausentarse menos del trabajo. Más aún, suelen registrar menores índices de enfermedad.

“Un resultado que nos sorprendió abiertamente”, afirmaron las investigadoras al presentar el documento.

La tentación de ganar más

El trabajo realizado por Gibson y Tanner explica la metodología que aplicó.

La investigación se hizo a través de un sistema de simulación en el que 261 estudiantes de psicología y economía de la Universidad de Zúrich tuvieron asumir el rol de un dirigente de empresa y tomar decisiones de cara a la presentación de su más reciente informe contable trimestral.

Cada directivo tiene dos posibilidades: dar a conocer la realidad dura y escueta de su compañía en términos financieros o aumentar artificialmente, vía la manipulación de las cifras contables, pero siempre dentro de los límites legales, el beneficio obtenido por acción para acercarse a las expectativas del mercado, pero sobre todo para aumentar su propia remuneración, ya que ésta depende de la ganancia por acción anunciada para la compañía.

Mientras más alta sea la ganancia por acción de la empresa, más ganará el directivo en el componente variable de su salario. A tal grado, de hecho, que puede quintuplicar sus ingresos anuales.

¿Un honesto por cada deshonesto?

Regresando al punto de partida, la teoría económica tradicional habría afirmado que todos los encuestados manipularon los beneficios –dentro de la legalidad- para maximizar sus ganancias, pero no fue así.

De acuerdo con la investigación, entre 40 y 60% de los consultados –uno de cada dos- renunció a manipular las cifras y a ganar más dinero.

La razón, según las expertas, es que los seres humanos están marcados desde temprana edad por los llamados “valores sagrados”.

Valores como el respecto, la verdad o la justicia que son considerados inviolables y no negociables o intercambiables, incluso por premios como el dinero o el poder.

Rentabilidad de largo plazo

La pregunta obligada al trabajo realizado por las investigadoras de las Universidades de Ginebra y Zúrich es: ¿Pueden extrapolarse sus conclusiones a la realidad de las empresas suizas?

La respuesta de Tanner y Gibson es: Sí.

En la argumentación de su trabajo responden afirmativamente y aclaran que los escándalos contables experimentados desde Enron hasta Madoff, es que un comportamiento no ético puede generar serias pérdidas financieras.

Pero hay más, citan, “los hombres y mujeres con valores éticos sólidos resisten mejor la presión exterior, son más estables, previsibles y contribuyen con la misma eficacia al desarrollo y credibilidad de una empresa, que aquellos que miran sólo por sus propios intereses”.

Y los inversionistas son atraídos de forma espontánea por empresas que garantizan una gestión ética porque esto les genera seguridad.

Por ello, será cada vez más importante y deseable que las empresas helvéticas, y los grupos internacionales en general, tengan cada vez más en cuenta la solidez moral de sus candidatos.

Existen estudios e instrumentos para medir la calidad moral de una persona, herramientas hasta ahora poco utilizadas, pero que en los años por venir podrían tener la misma importancia que la calificación académica o la capacidad de liderazgo de los directivos contratados.

Andrea Ornelas, swissinfo.ch

La Universidad de Zúrich, fundada en 1833, es la más grande e importante de Suiza. Se dedica a la educación, la investigación y trabaja permanentemente con el sector privado. Su división de biología molecular es una de las más renombradas del mundo.

La Universidad de Ginebra fue fundada en 1559 por Juan Calvino como seminario teológico con enseñanza de derecho. En 1873 se desligó de la connotación religiosa que tenía y comenzó a perfilarse como un centro de estudios de excelencia, sobre todo en materia de relaciones internacionales, ciencias de la tierra y genética. Recientemente abrió un nuevo Instituto de Investigación Financiera.

En Suiza, la teoría de que la ética es determinante en la evolución positiva de una empresa también es defendida por la Universidad de San Gallen, en donde opera el Instituto para los Negocios Éticos, una estructura que defiende que los negocios tienen también una dimensión moral.

Los términos “ética” y “moral” tienen el mismo significado etimológico, en el primer caso derivado del latín, y en el segundo, del griego. Ambas se ocupan de estudiar lo que es intrínsecamente bueno a los ojos del ser humano.

Algunos de los casos más sonados de escándalos financieros derivados del encubrimiento de cifras son Enron (2001), Xerox (2002), Madoff (2009).

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