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Ni un paso atrás en el federalismo tributario

Los cantones invocan su autonomía tributaria. swissinfo.ch

La Comisión Europea se opone al sistema de impuestos que aplican los cantones helvéticos a las empresas extranjeras porque "pone en desventaja a los 27" de la Unión Europea.

Suiza desmiente esta afirmación, y confirma que –tras siete siglos de existencia- la soberanía de los cantones en materia impositiva está establecida en la Constitución.

El asunto es un secreto a voces. Bruselas quiere reconvernir a Suiza, y los impuestos son la manzana de la discordia.

A juicio de la Unión Europea (UE), el sistema tributario helvético concede demasiados privilegios a un grupo selecto de contribuyentes (empresas y particulares), lo que coloca, según sostiene, en desventaja a la Europa de los 27 y contraviene el Tratado de Libre Comercio firmado entre ambas partes en 1972.

Esencialmente, los europeos rechazan la política de algunos cantones suizos de otorgar a empresas y particulares extranjeros canonjías tributarias (como pagar menos de lo que tributarían en su país de origen) si transfieren su domicilio fiscal a Suiza, pero generan su riqueza fuera del territorio helvético.

El desenlace de esta historia tomará tiempo, ya que no será un agitar de varita mágica por parte de la Confederación Helvética lo que podrá resolverlo. Cada cantón decide soberanamente su política de impuestos y un sólido federalismo, con todos los beneficios y perjuicios que implica, es una característica innegociable de Suiza.

Siete siglos de federalismo

Suiza no improvisa en materia de federalismo.

Las bases de éste existían ya desde 1291, año en el que los únicos tres cantones que existían (Uri, Schwyz y Unterwalden) decidieron firmar un pacto para defender su independencia contra los Habsburgo, como confirma la historia helvética.

Y ya bajo una óptica federal moderna, el federalismo quedó plasmado en la Constitución de 1848. Los suizos aceptan la existencia de un Estado Federal, un banco central y una moneda comunes; y coinciden en que la Carta Magna está por encima de cualquier otra legislación, amén de haber transferido el manejo de asuntos como la política exterior o la defensa, al gobierno federal.

Sin embargo, el resto de los asuntos los maneja cada uno de los 26 cantones a su libre albedrío. Son ellos quienes opinan, deciden y con frecuencia aplican políticas diferentes –o incluso encontradas- con respecto a un tema común.

Esto, gracias a la potestad de autonomía que les confiere el artículo 55 de la Carta Magna suiza y la Ley Federal sobre la Participación de los Cantones.

Las piedras angulares

¿Cómo se construye hoy el federalismo suizo?

Lo primero, existen tres niveles de gobierno: la Confederación Helvética, los cantones y las comunas. Y cada uno de ellos posee a su vez poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Dentro de la Confederación, el Ejecutivo está compuesto por 7 ministros electos en el Parlamento; asimismo, por una Asamblea Federal integrada por dos cámaras: la baja o Consejo Nacional, electo por la gente (200 miembros); la Cámara alta o Consejo de los Estados (46 integrantes). El Poder Judicial se compone por 41 jueces de tiempo completo y 41 más de medio tiempo.

Ahora vayamos a la estructura de los cantones.

Los 26 existentes cuentan con un poder Ejecutivo compuesto por entre 5 y 7 miembros electos por la gente; su Legislativo consiste en un Parlamento Cantonal que cuenta entre 46 y 200 miembros también electos por la gente; y su Poder Judicial se basa en Cortes cantonales.

Por su parte, en las comunas, el gobierno de cada una de las 2.800 existentes se erige como Poder Ejecutivo; las comunas grandes y las ciudades cuentan con un Parlamento Comunal; y las comunas pequeñas con asambleas comunales. Su Poder Judicial son las Cortes de Distrito electas por los cantones y la población.

Y a partir de este organigrama del poder es que comienza el debate sobre las bondades y los riesgos del federalismo, porque con frecuencia, la visión de los cantones no coincide con respecto a capitales para el país como la educación o la política de subsidios.

Todos suizos, ninguno igual

Fueron necesarios 30 años de discusiones para conseguir que en mayo de 2006 se acordara la armonización de la educación en Suiza.

El proyecto educativo vigente data de 1848 y se sustenta en la cohabitación de proyectos educativos diferentes para cada cantón.

Hace nueve meses finalmente, los 26 aludidos votaron y dieron el “sí” a una reforma al sistema educativo (86% de votos a favor), que se sumó a las voces del Parlamento, la Confederación y múltiples asociaciones, sobre la necesidad de que la estructura educativa sea la misma para todos los suizos.

En algunos cantones la educación primaria dura cuatro años, en otros cinco, en otros seis años, la secundaria puede durar también entre 2 y 4 años, y así hasta el infinito. Y los programas y materiales de estudio también son totalmente distintos en cada cantón.

En el futuro, la escuela infantil será obligatoria, comenzará a la misma edad, durará 11 años en todos los cantones y se coordinarán esfuerzos entre institutos universitarios.

Los subsidios, por citar otro botón de muestra, son otro tema sensible regido por los cantones; aunque la Constitución establece que las autoridades federales tienen derecho a promulgar leyes en esta materia, la realidad es que sobre la marcha es una potestad que no se ejerce.

Así, hay trabajadores que reciben por ejemplo un subsidio de 160 francos por cada hijo de menos de 16 años, mientras hoy otros que perciben 70% más. Para el tercer hijo de una pareja, Vaud otorga a los padres 330 francos mensuales y Valais 344 francos, por citar sólo un ejemplo.

Y los beneficiarios también son distintos. Puede ser el trabajador o la familia, según lo decida cada cantón.

El federalismo tributario

El debate sobre el federalismo se acerca a la boca del lobo cuando se toca el tema de los impuestos. Un “mal necesario” en todas las economías.

Sin entrar en tecnicismos, como refiere la Administración Federal de Contribuciones, en Suiza existen impuestos federales, cantonales y comunales.

Y los cantones y sus respectivas oficinas de recaudación compiten por los contribuyentes a través del marco fiscal que les ofrecen.

Así, los más aguerridos, como Zug, Obwald, Vaud, Neuchatel o Schwyz, han decidido, por ejemplo, cobrar impuestos “tope” a las empresas y a extranjeros acaudalados que decidan mudarse a Suiza.

Les ofrecen la posibilidad de pagar una tasa anual fija de impuestos calculada en función de sus gastos, y no de sus ingresos. Y les procuran interesantes beneficios tributarios siempre que muden su domicilio fiscal a Suiza, pero generen su riqueza fuera del territorio helvético.

Una política que disgusta a todos los vecinos de la Unión Europea (UE), entre otras cosas porque gracias a ella han perdido jugosos contribuyentes que al desplazar su residencia a Suiza dejan de pagar impuestos a sus países de origen.

Esta práctica, según la UE, violenta el Acuerdo de Libre Comercio (TLC) que firmaron la UE y Suiza en 1972.

Respuesta suiza a la UE

La presidenta de Suiza, Micheline Calmy-Rey resumió el lunes (12.02) la posición de los suizos cuando fue consultada sobre este tema.

“Es la población helvética y nadie más que ella, la encargada de decidir qué política tributaria le conviene más; no Bruselas, y no se requieren consejos externos”.

Al respecto, el Nuevo Movimiento Europeo-Suizo, encabezado por Christa Markwalder, agrega que el conflicto tributario que existe entre la UE y Suiza se debe a que Suiza –al haber rechazado ser parte de la UE- no ha sido parte de las negociaciones de los europeos en materia de reglas, competencia tributaria y prácticas discriminatorias.

Y si bien Suiza no puede ni debe ignorar a la UE, tampoco puede aceptar que se afirme que está violando el TLC con los europeos porque el tema de entrada no estaba considerado en el documento cuando se firmó hace 35 años.

Al respecto, el Ministerio de Finanzas agrega que en 1972 no había ninguna intención en Bruselas de armonizar los sistemas fiscales de sus países miembros.

Y ante la previsible ofensiva de Bruselas, el ministro de Finanzas, Hans Rudolf Merz, prepara su respuesta y afina actualmente una “lista negra” de prácticas fiscales en la UE.

En ella, tiene la intención de probar con información histórica y estadística que países como Irlanda, Holanda, Hungría, Chipre, Eslovenia o Luxemburgo también ofrecen facilidades o privilegios fiscales importantes para las empresas extranjeras.

Un enfrentamiento que augura acaloradas discusiones.

swissinfo/Andrea Ornelas

Uno de cada 4 países del mundo basa su gobierno en el federalismo.

La Confederación Helvética ha cobrado gravámenes como: el Impuesto sobre los beneficios de la guerra; al tabaco, la cerveza; la defensa nacional; o los artículos de lujo.

Los cantones y comunas, impuestos a la fortuna, derecho de sucesión, ganancias de lotería, inmuebles, tenencia de perros o a la diversión, entre otros.

Suiza tiene 2.800 comunas, sólo la mitad de ellas tienen más de 1.000 habitantes.

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