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¿Cuán competitivos son los índices de competitividad?

Encabezar el índice de competitividad del IMD es una codiciada presea para cualquier economías del mundo. AFP

El índice de competitividad mundial que establece el instituto IMD de Lausana está considerado como un indicador clave de la situación económica de un país. En los primeros diez puestos de la lista no figura China, lo que lleva a varios expertos a cuestionar el valor de esta clasificación.

El Índice de Competitividad que elabora desde un cuarto de siglo el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial (IMD) es una codiciada presea para las economías mundiales, que consideran su primera plaza como un equivalente a ganar un Óscar de los negocios internacionales. Ascender puestos en la lista puede persuadir a las empresas a invertir en ese país.

Simon Evenett, profesor de Comercio Internacional en la Universidad de San Gall, aconseja tener cautela con este tipo de clasificaciones. “No hay unanimidad sobre lo que significa exactamente la competitividad nacional”, dice a swissinfo.ch.

El académico añade que cuando alguien echa mano de los índices del IMD, está aceptando tácitamente un punto de vista particular sobre aquello que promueve y constituye la competitividad. “Criterios con los que otras personas quizás no estén de acuerdo”.

El Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial (IMD), de Lausana, publicó en 2013 la 25ª edición de su Índice de la Competitividad Global.

En él analiza 60 países a partir de 333 criterios distintos. Dos tercio se derivan de los datos e información estadística que generan organismos internacionales, así como organismos públicos y privados de los países calificados.  El tercio restante se desprende de encuestas realizadas entre líderes empresariales de todo el mundo.

En 2013, Suiza escaló a la segunda plaza del ranking, el mejor desempeño que ha registrado hasta la fecha. Estados Unidos, se situó en el primer sitio. Solo dos países europeos más figuran en el Top 10: Suecia (4) y Alemania (9).

La crisis económica hizo que países cercanos a Suiza como Italia (44) o España (45) perdieran varias plazas en el ranking con respecto al sitio que ocupaban hace algunos años.

Evolución del índice

El Índice de Competitividad del IMD ha debido transformarse desde su creación hasta la fecha. En 1989 evaluaba 32 países; actualmente, considera 60. La lista está basada en 333 criterios de análisis. Dos tercios de ellos se sustentan en datos e información estadística que generan los organismos públicos y privados de los países concernidos. El tercio restante se basa en entrevistas realizadas a los directivos empresariales.

Stéphane Garelli, director y fundador del Centro de Competitividad Mundial del IMD, recuerda que en los albores del índice “todo el mundo pensaba en la competitividad de las empresas, pero el concepto de competitividad nacional no estaba realmente establecido”.

En la actualidad, el IMD define la competitividad como una “herramienta para la prosperidad” y Garelli añade que es también “todo lo que hacen los países para acrecentar su riqueza”.

Dos historias contrastantes

La globalización ha transformado dramáticamente el panorama de los negocios internacionales durante los últimos años concediendo cada vez más protagonismo a los mercados emergentes. Una transformación que el IMD reflejó en su ranking a partir de 1997, cuando comenzó a incluir a las economías emergentes en lugar de clasificarlas por separado.

   

Aun así, son las economías desarrolladas las que mantienen el liderazgo de los índices de competitividad en el presente. En 2013, Estados Unidos ocupó el primer lugar, como ya lo había hecho en 1997. Y una decena de países europeos, entre los que se incluyen Suiza, Noruega, los Países Bajos y Gran Bretaña, se ubican siempre en el Top 20.

De acuerdo con el IMD, la sólida posición de estas economías refleja, en el caso de EEUU, la recuperación de su sector financiero y su elevado nivel de innovación tecnológica. En el caso de Europa, es una evidencia de la diversificación de estas economías y de la sólida orientación exportadora de sus sectores manufactureros.

Paradójicamente, pese a la relevancia de esta economía, China ocupó el lugar número 21 del ranking del IMD en 2013, registrando solo un ligero avance con respecto al 1997, situaba en la plaza 27. Una trayectoria parecida a la de Rusia, que pasó del puesto 46 al 42 durante el mismo lapso.  En contrapartida, Brasil experimentó un agudo retroceso en esos años, al pasar del sitio 34 en 1997, al 51 en la edición de este año.

   

Más allá de los índices, las perspectivas de crecimiento ofrecen una realidad completamente distinta. El economista jefe del Scotiabank de Canadá predijo recientemente que la tasa de crecimiento económico de los países en desarrollo será al menos tres veces superior a la de las naciones industrializadas. Y las economías en desarrollo pronto serán responsables de generar la mitad del PIB mundial.

Los organismos regionales encargados de promocionar la inversión extranjera consideran que tanto el Índice de Competitividad Global del IMD como otros rankings –como el que elabora el Foro Económico Mundial– son herramientas útiles para la toma de decisiones.  

“Nosotros nos centramos en los detalles de los índices cuando un inversionista está interesado en algún tema específico, por ejemplo, la política de contratación y despidos, o la capacidad de innovación de un país”, dice a swissinfo.ch Philippe Monnier, director ejecutivo de la agencia de promoción económica Greater Geneva Bern.


Por su parte, Sonja Wollkopf Walt, directora ejecutiva de Greater Zurich Area, señala que el IMD es una institución reputada por su fiabilidad e imparcialidad. Personalmente, aprecia que los índices se basen tanto en estadísticas como en la información cualitativa que se desprende de las entrevistas con empresarios.

La agencia Greater Zurich Area utiliza a menudo el ranking del IMD como referencia y herramienta de comercialización, y considera que sería positivo que existieran índices semejantes para comparar las distintas regiones de Suiza, o regiones helvéticas con zonas metropolitanas de Europa y otras regiones del mundo.

Brechas

De cara al optimismo con el que se percibe el futuro de los mercados emergentes, ¿desistiría acaso una empresa de invertir en China por el lugar que ocupa en los índices de competitividad? Los expertos opinan que es improbable.

“Está claro que la información que proveen los rankings es exclusivamente uno de los muchos factores que influyen en este tipo de decisiones”, explica a swissinfo.ch Graham White, profesor adjunto de la Escuela de Economía de la Universidad de Sídney.

  

“Si un inversor piensa en la creciente demanda que está por llegar de China o invierte en una plataforma para exportar a este país, es evidente que los rankings no jugarán un rol decisivo para él”, opina.

    

De hecho, hoy el gigante asiático es uno de los mercados más atractivos para la expansión de las empresas suizas. Según la más reciente encuesta del Swiss Center Shanghái y otros socios, más de la mitad de las compañías helvéticas consultadas considera a China uno de sus tres principales destinos de inversión.

Las dos principales razones son el extraordinario crecimiento económico de China y la baja penetración que tienen las inversiones suizas en este país, si se compara con la presencia que registran en Europa y EEUU, explica Nicolas Musy, fundador de China Integrate, con sede en Shanghái, que asesora a las firmas suizas interesadas en introducirse en el mercado chino.

Musy añade que la competitividad está basada en la eficiencia general del entorno de un país. En el caso de China, precisa, el imán principal es la dinámica expansión de su mercado consumidor, más que las oportunidades  que ofrece para producir ahí.

Preservar la competitividad

Garelli defiende el índice elaborado por el IMD, al tiempo que descarta que se trate de un mero ejercicio de relaciones públicas para los gobiernos.

El académico destaca que el crecimiento económico es solo uno de los factores que conforman la competitividad y pone como ejemplo a EEUU –líder del ranking– cuya competitividad descansa, en gran medida, en la innovación tecnológica registrada durante las últimas décadas y que transformó la vida del mundo entero, con la creación de gigantes como Google, Amazon, Apple o Facebook.

Para Garelli, el ranking de competitividad del IMD permite a los gobiernos comparar sus políticas con las de otros países y aprender de las historias de éxito de otras naciones. El  índice de competitividad de un país equivale a un sistema GPS para un coche, añade.

“Te dice dónde te encuentras; dónde has estado antes… lo que hacemos es ayudar a los gobiernos a tomar decisiones”, afirma. Un ejemplo de ello es Irlanda, que vivió una fuerte crisis económica entre 2008 y 2012; este año ocupó el lugar número 17 en el índice de competitividad del IMD, gracias a que goza de una mano de obra cualificada y una fuerza laboral flexible.  

La Agencia de Desarrollo Industrial de Irlanda considera que las clasificaciones de competitividad son importantes, porque muestran el impacto que generan las políticas de un gobierno, e identifican las áreas en las que aún es necesario trabajar.

Para Brendan McDonagh, director de la citada agencia, las empresas se interesan sobre todo en los cambios específicos que registra cada subíndice. No obstante, confirma que los rankings no son un factor determinante para que las compañías inviertan en Irlanda.

Al respecto, Simon Evenett explica que gracias a Internet, las empresas pueden acceder a información mucho más detallada de la que disponían hace 25 años cuando se creó el índice del IMD. Información fina sobre los mercados que resulta más relevante que cualquier referencia de competitividad que ofrece un panorama general del país.

Por ello, sugiere, “quizás serán los propios índices de competitividad los que enfrentarán una mayor competencia en los años por venir”.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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