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Suiza enfrenta histórica oleada de quiebras

Mayr-Melnhof, en Domat-Ems, se declaró en quiebra en diciembre de 2010. Keystone

El año pasado, cerraron sus puertas 6.203 empresas helvéticas, el doble que hace 20 años. Y la cifra podría crecer en 2011. Los más golpeados son hoteles, restaurantes, panaderías y pequeños negocios, en general.

Comparados con otros países, los procesos de quiebra en Suiza son largos y costosos, pero protegen los derechos del trabajador.











Las cifras son públicas, forman parte del Boletín Oficial del Comercio correspondiente al año 2010, pero las consultoras helvéticas Dun & Bradstreet (D&B) y Creditreform pusieron el dedo en la llaga al escudriñarlas: en Suiza unas 6.203 empresas quebraron en 2010.

Un dato un 23% superior al de 2009, pero sobre todo, un nivel jamás observado antes en el país.

Suiza acusa los efectos de un sistema de cierres empresariales ineficaz, lento y con una tasa de recuperación insuficiente para  los acreedores.

De modificarse, estas características propulsarían al sector empresarial a desarrollar nuevos empresas. Sin embargo, cambiar la estructura vigente podría también vulnerar los derechos de los trabajadores.

Año record

Si bien 2009 concentró el efecto más intenso de la que ha sido considerada la peor recesión en siete décadas, el 2010 fue un peor año para las empresas.

De acuerdo con el Boletín Oficial del Comercio, mientras en 2009 un total de 4.331 empresas cerraron sus puertas en Suiza, el año pasado la cifra aumentó a 6.203. Un dato que duplica el número registrado en 1990.

Andreas Hungerbühler, director de Marketing y Desarrollo de Negocios de D&B, afirma que el 70% de estas empresas se enfrentaron a un panorama de insolvencia y anticipa que el dato podría repuntar en 2011.

Según detalla, los sectores más vulnerables en el presente son la hotelería y la restauración, en el ámbito de los servicios.

En contrapartida, aclara, la industria ha salido bien librada, especialmente en ámbitos como el que conforman las empresas de la construcción, la maquinaria, o actividades como los bienes raíces y los servicios de arquitectura.

A escala regional, D&B revela que Solothurn (+57%), Appenzell Rodas-Interiores (100%) y Obwald (65%) son los tres cantones más afectados por el repunte de las quiebras; mientras Zúrich (+13%), Vaud (+12%) o Berna (+11%) se confirmaron por debajo de la media nacional.

A la zaga

Suiza encabeza año tras año los índices internacionales de competitividad, desarrollo tecnológico y potencial turístico de entidades como el ‘World Economic Forum’ (WEF), con sede en Ginebra, o el ‘Institute of Management Development’ (IMD), de Lausana.

Sin embargo, se mantiene a la zaga en temas de flexibilidad laboral y procedimientos de apertura y cierre de empresas.

En el estudio ‘Revisión del derecho a la quiebra’, el grupo consultor Ernst & Young concluye que en 2010, y a la luz de la experiencia internacional, los acreedores de las empresas suizas se cuentan entre los que más pierden cuando una compañía cierra sus puertas.

Y compara a Suiza con algunos de los países donde la prevención y resolución de quiebras se zanjan con mejores resultados, según criterios fijados por el Banco Mundial.

Así, la consultora afirma que en Austria los acreedores de una empresa en bancarrota suelen recuperan un 71,5% de lo que se les debe; y la proporción aumenta en Bélgica (86%) y en Noruega (89%), en Suiza el dato es inferior al 50%.

Otra característica del sistema helvético es la duración de los procesos de cierre empresarial, que en Austria toma seis meses; en Suiza tres años.

Empleados y supervisión

La rigidez suiza a la hora de gestionar los cierres empresariales está estrechamente ligada a los derechos que las empresas ofrecen a sus empleados. Pero una reforma generaría acalorados debates políticos.

Desde el punto de vista estrictamente técnico, Ernst & Young afirma que en los países considerados altamente eficientes en materia de quiebras se permite anular los contratos de duración indeterminada de los empleados, “lo que permite continuar la actividad económica de las compañías”.

Y si existe un comprador para una compañía con problemas financieros, tampoco está obligado a retomar los contratos de trabajo de los trabajadores en los términos en los que el antiguo patrón los firmó.

Esto no implica olvidarse de los derechos de los trabajadores, sino flexibilizarlos, explican los expertos y destacan la experiencia belga, donde si bien el nuevo dueño no está obligado a retomar los empleos y condiciones que pactó el antiguo propietario, sí se privilegia de facto y de forma efectiva la no desaparición los puestos.

Prevención, la clave

Antes de llegar a la resolución de una quiebra con cargo a los trabajadores existen soluciones preventivas.

Si los nuevos emprendedores están conscientes de la existencia de un sistema de quiebras, pero sobre todo, de prevención de quiebras eficiente, los incentivos para iniciar proyectos se multiplican, asegura Ernst & Young.

Y Suiza tendría que centrarse en medidas preventivas, una opinión que comparte D&B.

Deben crearse los incentivos, explican los expertos, para que los acreedores privilegien el llamado ‘turn round’ (proceso de gestión de empresas en crisis con miras a revertir la tendencia y salvar la compañía).

“La velocidad de reacción es fundamental para materializar con éxito esta gestión de empresas en crisis y para que, eventualmente, la tasa de recuperación de los acreedores también se incremente”.

Quien funda una empresa debe saber que en uno de cada dos casos, la compañía corre el riesgo de desaparecer en el plazo de cinco años, y conocer que el proceso de salida puede ser ágil, permitiría el desarrollo de más proyectos y, contra lo que podría suponerse, también la generación de más plazas laborales.

Un análisis que por el momento está detenido en Suiza, pero que regresará a la meta de debate conforme los datos de bancarrotas empresariales sigan su ascenso en 2011.

Tras la bancarrota de Swissair (2001), Suiza se vio confrontada a la necesidad de revisar su legislación en materia de quiebras.

En 2003, y tras recibir críticas nacionales y observaciones de la OCDE en este tema, el gobierno suizo instruyó a un grupo de expertos jurídicos para realizar un amplio análisis al respecto.

Los resultados, aportados en 2005, derivaron tras un largo proceso de análisis en el interior del gobierno suizo y del análisis del Parlamento, en reformas a la Ley de Quiebras (2008).

En 2011, de cara al repunte histórico que experimenta el cierre de empresas, el tema se recoloca en la palestra del debate nacional.

En Suiza, por cada quiebra empresarial existe al menos una quiebra privada. Individuos que se declara en bancarrota personal: 5.719 casos en 2010.

Dentro del universo de las bancarrotas personales, 6,5 de cada 10 casos son suizos y 3,5 extranjeros.

El 56% de las bancarrotas individuales afectan a personas de entre 41 y 60 años de edad. Otro 24% tiene entre 31  y 40 años.  Sólo 12% es menor de 30 años. Y el resto son personas de más de 60 años.

El histórico cierre de empresas de 2010 se vio acompañado también de una cifra récord en la creación de compañías.

Según el Boletín Oficial Suizo del Comercio, un total de 38.000 empresas iniciaron operaciones el año pasado.

La cifra creció un 7% con respecto al año previo. El cantón más favorecido fue el Tesino y el menos dinámico, Zúrich.

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