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El ARN más antiguo del mundo, extraído de un mamut lanudo de 40.000 años

Redacción Ciencia, 14 nov (EFE).- El ARN se creía que era demasiado frágil para sobrevivir poco tiempo más allá de la muerte. Sin embargo, un equipo científico ha logrado, por primera vez, aislar y secuenciar esta molécula procedente de un mamut lanudo que vivió hace unos 40.000 años, durante la Edad de Hielo.

El ácido ribonucleico (ARN), presente en todas las células vivas y que tiene similitudes estructurales con el ADN, es esencial para la síntesis de proteínas y para la expresión y regulación de los genes en las células.

Las moléculas de ARN aisladas y secuenciadas ahora son las más antiguas recuperadas y proceden de tejido de restos musculares de Yuka, una cría de mamut que murió hace aproximadamente 40.000 años y cuyos restos se conservaron en el permafrost de Siberia.

Un estudio que publica Cell y encabeza la Universidad de Estocolmo muestra que no solo el ADN puede preservarse durante periodos prolongados, sino también el ARN (la molécula que revela qué genes están activos), lo que da nuevas perspectivas sobre la biología de especies que se extinguieron hace miles de años.

El ARN tiene una vida media de minutos a algunas horas, “por eso decimos que estamos viendo el estatus físico y metabólico del músculo del mamut Yuka poco antes de morir», dijo a EFE Emilio Mármol, primer firmante del artículo.

Esa es una información que no se puede obtener únicamente usando ADN”, agregó Mármol, que comenzó la investigación en la Universidad de Estocolmo y la completó en el Globe Institute de Copenhague, al que ahora pertenece.

Marcadores moleculares de estrés

Los investigadores detectaron ciertos marcadores moleculares de estrés en la expresión génica muscular de Yuka, “lo que podría coincidir con el hecho de las marcas encontradas” en su cuerpo y que indican que fue herido o cazado por algún predador con garras afiladas, posiblemente leones de las cavernas, lo que ya había apuntado un estudio previo.

No obstante, esos marcadores de estrés también podrían deberse al propio hecho de la muerte, es decir, “las células están estresadas porque están muriendo, o bien una combinación de ambos factores”, consideró el científico malagueño.

Además, encontraron ARN que codifica gran parte de los componentes estructurales del músculo y toda una serie de microARNs reguladores, que dan una idea sobre qué procesos metabólicos estaban siendo activamente regulados en los últimos momentos de vida de Yuka.

La persistencia del ARN durante más tiempo del que se creía supone que también sería posible secuenciar virus de ARN, como los de la gripe o los coronavirus, conservados en restos de la Edad de Hielo, según Love Dalén, también firmante del artículo, en un comunicado de la Universidad de Estocolmo.

El estudio de virus ARN en especies antiguas, en caso de tener muestras de individuos que murieron con dicha infección, permitiría trazar el origen evolutivo de esos virus en el pasado, y ayudar a entender cómo cambian y evolucionan en el presente, o “incluso descubrir el origen de pandemias pasadas para las cuales tenemos registro de que existieron”, explicó Mármol.

En el futuro, los investigadores esperan realizar estudios que combinen ARN prehistórico con ADN, proteínas y otras biomoléculas, lo que “podrían transformar radicalmente nuestra comprensión de la megafauna extinta y de otras especies, revelando las múltiples capas ocultas de la biología que han permanecido congeladas en el tiempo hasta ahora”.

Movido por la curiosidad

Hasta ahora, se pensaba que el ARN no se conservaba durante mucho tiempo. A pesar de ello, a Mármol, “fascinado, como todo niño de los ‘90 por el mundo de los dinosaurios y la Edad de Hielo”, le movió “la curiosidad” de saber si era posible que se conservara.

“Es un hecho comprobado” que el ARN, sin las medidas adecuadas de esterilidad y frío, puede degradarse casi por completo en pocas horas, pero con ciertas circunstancias concretas (frío y desecación), tanto el ADN como el ARN pueden conservarse durante mucho tiempo.

Los modelos matemáticos señalan que el ADN más antiguo que teóricamente se podrá secuenciar tendrá unos 7 millones de años. El récord actual está en 2 millones de años para ADN de bacterias en sedimentos y un millón de años para el de mamuts.

En el caso del ARN, con el que trabajar es “mucho más delicado”, se carece de datos suficientes para realizar modelados precisos, “pero seguramente haya alguna muestra aún sin analizar con ARN más antiguo que el que reportamos”. EFE

cr/icn

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