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El banano ecuatoriano pegó en la dieta suiza

Racimo de banano orgánico (Foto: comuna de El Guabo). Racimo de banano orgánico (El Guabo).

15.000 cajas de la fruta se venden semanalmente. Seis unidades pueden costar hasta dos dólares.

En las tiendas suizas también hay café, azúcar, mangos, flores…

Ecuador es el primer proveedor de banano de comercio justo en Suiza. Para este logro, la Fundación Max Havelaar es el puente entre los productores del país sudamericano y los consumidores helvéticos.

En marzo de 1997 llegaron las primeras 3.000 cajas de la fruta a la Confederación. Y ahora ya son cerca de 15.000 las que se venden semanalmente.

Max Havelaar capacita a pequeños agricultores asociados y facilita nuevos destinos para sus negocios. Su grupo piloto está en El Guabo, comunidad de la provincia costera de El Oro, adonde llegó la entidad tras la sugerencia de una ONG holandesa que trabajaba en la zona.

“Si bien el primer banano llegó en 1997, los estudios empezaron dos años atrás, pues los criterios del comercio justo no los hicimos en un escritorio, sino en el campo”, recuerda Constantin Kostyal, responsable del programa de frutas de la Fundación.

La naturaleza y la comunidad son los objetivos

El exigente mercado suizo no sólo advierte la calidad de un producto, sino también las condiciones ambientales y sociales en las que se desarrolla la actividad. Por eso, los certificados de comercio justo son ineludibles.

Para que un producto alcance dicha norma, debe cumplir con criterios ambientales y sociales que se fijan entre los miembros de las asociaciones de productores y los técnicos de Max Havelaar.

El uso de controles orgánicos para la fruta y la protección de suelos de siembra frente a la erosión son las primeras exigencias.

Luego, es importante que la organización de agricultores actúe en democracia, con equidad de género, con seguros, con salarios justos y que en sus planteles no haya trabajo infantil.

Estos aspectos, según Kostyal, son fundamentales para asegurar la permanencia del proyecto. “La comunidad debe consultar a sus miembros qué obras sociales son prioritarias para invertir el dinero que se recibe por la comercialización de la fruta”, anota el agrónomo suizo.

La cadena productiva

En países agrícolas como Ecuador, la excesiva cantidad de intermediarios entre productores y consumidores aumenta el precio de un producto. La certificación de comercio justo de Max Havelaar es una alternativa frente a esa problemática.

Para llegar a Suiza, la banana ecuatoriana pasa a lo sumo por cinco manos. Sale de los productores a los puertos de Ecuador y allí el importador europeo paga por la caja siete dólares, de los cuales 1,75 se destinan exclusivamente para las obras comunitarias.

En Europa hay compradores regionales mayoristas, como las grandes cadenas Migros y Coop. El último destino es la mesa del consumidor: seis unidades de la fruta pueden costar hasta dos dólares.

“No apoyamos la ineficiencia”

Kostyal anticipa que Max Havelaar no es una entidad asistencialista. Hay el apoyo inicial y el seguimiento a los procesos. Pero al final de cuentas es la organización comunitaria la que maneja, en consenso, sus proyectos. “Y nosotros no apoyamos la ineficiencia”, enfatiza.

Del 1,75 dólares por caja que se destina a la organización, una parte se dirige actualmente a comprar equipos para mejorar la infraestructura de lavado, transporte y empaquetamiento de la fruta.

El fin es responder a las expectativas de los paladares suizos que aprecian el sabor y el potencial energético de las bananas.

Cerca de 75.000 toneladas de la fruta ingresan anualmente a Suiza. Y la proyección es que la demanda aumente en un 30 por ciento en los próximos años.

Por estas dinámicas, los agricultores ecuatorianos tienen ganancias del 8 por ciento, cifra que, para empezar, es positiva.

Pero casa adentro, los réditos se cuentan en los servicios básicos, las escuelas, los centros de salud y los bancos comunitarios que han nacido con los ingresos del comercio justo.

Del banano a otros manjares exóticos

En varios mercados del mundo, el banano es casi un ícono de Ecuador. En Suiza, por ejemplo, las tiendas que privilegian productos de comercio justo tienen sus perchas llenas con la fruta ecuatoriana.

Pero desde finales de los 90, otros manjares buscan estar entre las preferencias. Buena parte del café expreso que beben los helvéticos tiene aroma ecuatoriano, por ejemplo. Y el azúcar morena también llega desde allá.

Las rosas para las ocasiones especiales crecieron en los valles aledaños a Quito, la capital del Ecuador, y están en las tiendas suizas desde el 2001.

Ahora, la incursión es con el mango, los plátanos orito y el tomate de árbol.

Este reportaje continúa en “Más sobre el tema”.

swissinfo, Iván Flores Poveda

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