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La economía tunecina aún aguarda la revolución

Manifestación de septiembre de 2012: los jóvenes tunecinos fueron uno de los principales motores de la revolución, pero muchos siguen sin empleo. AFP

“Trabajo, libertad, dignidad”, reivindicaban los tunecinos que salieron a las calles para destronar al régimen de Ben Ali. Dos años después, el trabajo es una mera ilusión para muchos de ellos. La cooperación suiza se centra en proyectos destinados a generar empleo.

Se buscan teleoperadores y teleoperadoras. En la prensa tunecina no abundan las ofertas de empleo. Un joven universitario con conocimientos de una lengua europea no tiene otra opción que trabajar por 600 dinares (400 francos) en uno de las múltiples centrales telefónicas, que desde hace unos años crecen como setas en Túnez.

No es una impresión, sino la cruda realidad, confirma Belgacem Ben Abadallah, miembro de la oficina nacional de la Unión de Diplomados Parados (UDC), a la delegación suiza que visita Túnez con motivo del Foro Social Mundial. La UDC es una de las organizaciones que más ayudaron a encender la mecha de la revolución en diciembre de 2010. De hecho, el lema Trabajo, libertad, dignidad nació de la lucha de la UDC.

Las estadísticas oficiales revelan que a finales de 2012 había 653.000 parados en el país, es decir, el 16,7% de la población activa. Muchos dicen que el dato no se corresponde con la realidad. La UDC, por ejemplo, habla de un millón de personas sin trabajo. Y cerca de un tercio son jóvenes con un título universitario en el bolsillo.

“El subempleo y una sociedad cada vez más ahogada por la disparatada subida de los precios”, no hacen sino agravar la situación, recalca Fathi Chamkhi, miembro de Raide/ATTAC Túnez. En 2012, la inflación alcanzó el 5,6%, pero la organización local de protección de los consumidores estima que osciló entre el 10 y el 15%.

Desde las revoluciones en el norte de África, Suiza ha reforzado sustancialmente su ayuda a la región con el fin de “crear las condiciones idóneas para una transición eficaz”, según palabras del Gobierno. La estrategia para Túnez, Egipto y Libia se basa en tres pilares fundamentales.

Transición democrática y fortalecimiento de los derechos humanos. Berna respalda, por ejemplo, una emisora de radio, la Asociación Tunecina para la Integridad y la Democracia Electorales o la Comisión Electoral Independiente.

Desarrollo económico y creación de empleo. Además del programa de producción limpia y el proyecto I-SEMER, la cooperación suiza ayuda, por ejemplo, a restaurar y mejorar las infraestructuras hidráulicas en la Gobernación de Kasserine, así como a adecuar la formación profesional al mercado laboral.

Migración y protección. Suiza y Túnez han ratificado tres acuerdos de cooperación. Berna ha puesto en marcha un programa de repatriación voluntaria. Además, respalda a las autoridades tunecinas para incrementar los controles fronterizos y frenar la inmigración.

Falta una visión económica

“Nadie sabe cómo absorber 800.000 parados”, afirma Hédi Sraieb, economista y consultor del Banco Mundial, que intervino en varios talleres organizados durante el FSM a fines de marzo. “Más grave aún es que el modelo ha llegado al límite. Antes, un diploma en la mano constituía una opción para ascender socialmente. Hoy, ya no existe esa posibilidad”.

Hasta ahora, la revolución no ha dado los frutos que se esperaban. “Nada ha cambiado respecto a las decisiones económicas y sociales del régimen de Ben Ali, seguimos en la vía del neoliberalismo”, sostiene Belgacem Ben Abdahlla. Al igual que decenas de miles de jóvenes, este licenciado en Ciencias Naturales imparte alguna clase particular por cuatro dinares la hora (2,50 francos) para llegar a fin de mes. Y emprender un nuevo proyecto resulta bastante complicado. “Implica un sinfín de trámites burocráticos y es muy difícil conseguir un crédito”, explica.

Curiosamente, el tema económico brilla por su ausencia en el debate sobre el futuro del país. “Cada semana, Ennahda (el partido islamista que ganó las últimas elecciones) lanza una provocación para estar en boca de todos: poligamia, mujer complementaria del hombre, … Nuestro problema no es el Islam, como quieren hacernos creer, sino la pobreza y el desempleo”, puntualiza la periodista Sophia Hammani.

Crear puestos de trabajo

Uno de los ejes principales de la cooperación suiza en Túnez es, justamente, generar empleo y mejorar la competitividad de las empresas locales.

Desde la revolución, el Gobierno suizo ha decidido reforzar notablemente la ayuda al país magrebí. Este año prevé destinar 30 millones de francos a los proyectos en Túnez. Y cerca de dos tercios de esta suma van dirigidos a iniciativas económicas.

Suiza ha lanzado, por ejemplo, el proyecto I-SEMER (iniciativa suiza para empleo y microempresas rurales), cuyo objetivo es crear cerca de 10.000 puestos de trabajo en cuatro de las regiones más desfavorecidas, como las de Kasserine y Sidi Bouzid, feudo de la revolución hace dos años.

El proyecto funciona con microcréditos, un sistema no exento de críticas por las elevadas tasas de interés (rondan el 15%) y que, sin embargo, parece dar frutos. “Actualmente se han concedido alrededor de 1.800 microcréditos. Y para cada uno se han creado 2,5 puestos de trabajo”, explica Danielle Meuwly, de la Agencia Suiza para la Cooperación al Desarrollo (COSUDE).

Producción limpia

En colaboración con la agencia de la ONU para el Desarrollo Industrial (UNIDO), y el Centro Internacional de Tecnologías Ambientales de Túnez (CITET), Suiza financia, entre otros, un proyecto para incrementar la competitividad de las empresas tunecinas mediante una mejor gestión de los recursos y la utilización de tecnologías innovadoras en materia de energías renovables. La iniciativa permitirá, además, formar a más de 200 especialistas en paneles solares y en producción sostenible.

“El objetivo radica, sobre todo, en transmitir que las medidas en materia ambiental pueden traducirse en un ahorro económico”, señala Alban Bitz, de SOFIES, sociedad ginebrina especializada en ecología industrial que colabora con COSUDE. “En un hotel grande, por ejemplo, hemos logrado reducir el consumo de agua de 3.000 a 700 litros por cliente, mejorando el ciclo de renovación del agua en las piscinas”, explica.

Un ahorro nada desdeñable en un sector clave de la economía tunecina que atraviesa un mal momento. A pesar de los bajos precios, entre el 1 de enero y el 20 de febrero, las pernoctaciones cayeron más de un 20% respecto al mismo periodo de 2010, y un 7,7% respecto al de 2012.

Ahorrar para invertir

VACPA, la empresa de dátiles tunecina más importante que emplea a 1.200 personas, es una de las 75 sociedades que se han beneficiado de estos consejos. “Gastamos mucha energía en la refrigeración y mucha agua para lavar y condimentar los dátiles”, admite el ingeniero Afef Ftouhi. “Nos fijamos como objetivo reducir el consumo en un 5% y, gracias a una serie de medidas, lo hemos logrado”. La empresa ha comenzado a recuperar sus desechos para convertirlos en biocombustibles.

“Esto nos ha permitido ahorrar cerca de 30.000 euros”, agrega. “Nuestra intención es gastar menos energía para poder destinar esos fondos a otras inversiones”. Y para crear, dentro de lo posible, nuevos puestos de trabajo.

Superficie: 163.610 km²

 

Población: 10.549 millones

Crecimiento demográfico anual (desde 1990): 1%

 
Expectativa de vida nacimiento, mujeres /hombres : 76,7 / 72,6 años

Índice de analfabetismo, mujeres / hombres adultos : 29 / 13,6%

Ingresos nacionales brutos por habitante : 4.198 dólares

 

Fuente : Indicadores de

Desarrollo Mundial 2012, Banco Mundial

(Traducción: Belén Couceiro)

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