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El libro, un valor refugio en tiempos de crisis

Cerca de 100.000 personas visitan cada año el Salón del Libro de Ginebra, entre ellas muchos jóvenes y niños. Keystone

A pesar de los juegos electrónicos, Internet y miles de opciones de ocio, el libro es el pasatiempo favorito de los suizos incluso en tiempos de recesión económica. Es lo que se desprende del Salón Internacional del Libro y la Prensa de Ginebra, que concluye este domingo.

“¿Qué libros se llevaría a una isla desierta?” La clásica pregunta evidencia la importancia que otorgamos a los libros. ¿Qué vale la pena llevarse cuando uno decide renunciar a todo lo que nos rodea? No joyas ni otros artículos de lujo, sino libros.

Tras la llegada de los nuevos medios, sobre todo de Internet, algunos auguraron la muerte del libro; sin embargo, éste sobrevive incluso en tiempos de crisis, como demuestra el Salón del Libro y la Prensa de Ginebra. De hecho, este año la feria ha tenido que extender en algunos miles de metros cuadrados su superficie de exposición para acoger a una cincuentena de editores.

Esta tendencia se observó también en otras grandes ferias europeas celebradas en lo que va de año. El número de personas que visitaron la última edición del Salón del Libro de París, por ejemplo, aumentó un 20% y las ventas se incrementaron entre un 20 y un 30%.

Pasatiempo poco caro

“Tanto en París como en la Feria del Libro de Bruselas, este año hemos mejorado los resultados”, señala Olivier Parault, responsable del sector comercial de la editorial Gallimard. “Se percibe cierta ralentización sobre todo en la gran distribución. Pero si un editor dispone de un ‘bestseller’, puede olvidarse prácticamente de la crisis: los lectores que esperan un libro, vienen a comprarlo”.

Según el colaborador de la gran casa editorial francesa, la recesión golpeará probablemente mucho menos al libro que otros artículos de consumo. “El libro es algo así como un valor refugio en periodo de crisis. Muchas personas se inclinan por opciones de ocio menos costosas y el libro entra en esta categoría”.

En ello coincide la editorial canadiense Vermillon, presente por segunda vez en el Salón de Ginebra. “Jamás hemos vendido tantos ejemplares como este año en el Salón del Libro de Ottawa. La gente quizás no puede permitirse gastos importantes, pero sigue dispuesta a gastar 20 dólares o 20 francos en un libro”, afirma Daniel Haillot, representante de la casa editorial norteamericana.

Un dato sorprendente

“Tal vez sorprenda, pero la gente lee cada vez más en la era de Internet. Y en Québec el público se inclina cada vez más por la literatura nacional o regional, mientras hasta ahora dominaban sobre todo los libros de gran tirada que provenían de grandes capitales, como París”, agrega Daniel Haillot.

Fue lo que motivó a Vermillon a regresar este año a Ginebra: “Diversos clientes nos explicaron que, si vienen al Salón del Libro, es para descubrir otras literaturas, para encontrar obras que encuentran en sus librerías”.

Una misión que el la feria ginebrina asumió hace muchos años: dar a conocer otras culturas, extendiendo los horizontes más allá del mundo francófono.
Después de Italia, Argelia, Rusia y Egipto, el país invitado en esta edición fue Turquía, que presentó su literatura a través de exposiciones, debates y encuentros con escritores.

Un escaparate cultural

Numerosas otras culturas -de Alemania a Japón, pasando por el Tíbet- están presentes este año en el Salón del Libro y la Prensa, que desde hace años constituye un importante evento para organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras o Greenpeace.

“Para nosotros es un marco óptimo para fomentar el conocimiento recíproco y transmitir una imagen diferente del Islam”, explica Adel Mejri, presidente de la Liga de Musulmanes de Suiza, que dispone de un ‘stand’ propio en la feria. “Queremos mostrar un rostro de la cultura y la religión musulmanas que se aleja de los miedos y prejuicios habituales”.

Los representantes de las asociones ‘Pro Grisones italianos’ y ‘Lia Romanche’ también regresan año tras año a Ginebra para tratar de acercar su cultura al público “Desde hace 23 años venimos al Salón del Libro. Nuestro objetivo no es tanto vender, sino más bien representar nuestra identidad lingüística y cultural, que desconocen también muchos suizos”, subraya Edoardo Torri.

Jóvenes lectores

Como cada año, el Salón dedica un espacio privilegiado a los jóvenes y niños que, a pesar de Internet, los móviles y los juegos electrónicos, no parecen haber perdido el placer de la lectura.

“Hoy las opciones de ocio son múltiples. Muchos jóvenes que descubren los libros se convierten en lectores asiduos. Nosotros tratamos de despertar en ellos el interés por la lectura”, señala un maestro ginebrino que acompaña a uno de los numerosos grupos de estudiantes que recorren los ‘stands’.

“Muchos se sorprenden al ver que los jóvenes leen volúmenes de 600 o 700 páginas, como el de Harry Potter. Hace unos veinte años que nosotros observamos un creciente interés del público joven en los libros”, confirma Olivier Parault.

swissinfo, Armando Mombelli
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)

Fundado en 1887 por el editor suizo Pierre-Marcel Favre, el Salón Internacional del Libro y la Prensa está considerado como la manifestación cultural más importante en Suiza, junto con el Festival Internacional de Cine de Locarno.

El Salón del Libro, que se desarrolla en el recinto ferial ginebrino de Palexpo en una superficie de más de 40.000 metros cuadrados, congrega cada año a más de 700 expositores y cerca de 100.000 visitantes.

Turquía es el país invitado de esta 23ª edición, inaugurada el pasado martes y que concluye este domingo.

Entre los otros ‘platos fuertes’ este año figuran una exposición dedicada a las obras de Alberto, Giovanni y Diego Giacometti, la aldea de los ‘comics’, el salón africano y otras muestras temáticas.

A través de debates, animaciones y encuentros con los escritores, la feria ginebrina se concibe como lugar de intercambio cultural para promover el conocimiento de otras realidades.

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