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El museo de Ginebra reforma la imagen Calvinista

En el menú de esta noche: análisis de la predestinación a la Calvino (musee-reforme.ch)

La idea de que a Juan Calvino y a sus entusiastas reformistas protestantes les gustara soltarse el pelo de tiempo en tiempo es probablemente, para la mayoría de la gente, un júbilo de fe excesivo.

Pero es difícil dejar el premiado Museo Internacional de la Reforma de Ginebra sin pensar que este hombre de Dios y de la letras era más complicado de lo que parece.

Con sede en la ‘Casa Mallet’, junto a la Catedral de San Pedro, donde Calvino solía agasajar a los fieles, el museo es el epítome de la frase ‘pequeño, pero perfectamente formado’.

Y no solamente swissinfo ha sido seducido por sus encantos: el museo obtuvo en diciembre el Premio del Consejo de Museos de Europa 2007 y compite ahora por otro premio europeo.

El jurado elogió el aspecto internacional del museo y su muestra de tolerancia religiosa. Además describe su intento de trasladar el discurso teológico a la vida como algo ‘especialmente osado’.

De hecho es este enfoque refrescante -y a veces malicioso- de todo lo austero lo que da a este templo del portestantismo un tono religioso singular.

De acuerdo con la directora del museo, Isabelle Graesslé, la intención ha sido siempre revivir la Reforma, con todas sus imperfecciones.

“La religión, en general, no tiene una imagen muy positiva; la gente le tiene miedo y mira el daño que puede causar”, dice. “Por lo tanto, la gente que entra en el museo no está segura de lo que encontrará”.

“Pero durante su visita advierte -porque no tenemos miedo de mostrar lo bueno y lo malo-, que también puede reír de la religión, del pasado y de sus antepasados. Pienso que eso ayuda a poner en perspectiva esta difícil y compleja relación”.

La Biblia

Todo se inicia en la ‘Sala de la Biblia’ -“porque todo comienza con la Biblia”, indica Graesslé refiriéndose al sitio donde se muestran raras versiones de ese libro.

Entre ellas, una que perteneció al discípulo de Calvino Theodore Beza, en la que garabateó sus pensamientos al margen, como un alumno perezoso. Hay también una esquina consagrada a Lutero -añadida recientemente-, porque numerosos visitantes alemanes se quejaran de restar importancia a su compatriota.

Los primeros Protestantes también tenían mucho que decir unos de otros y del estado de la Iglesia. Y en el salón principal se puede todavía sorprender a Calvino y Lutero en plena justa verbal.

Una presentación audiovisual de 15 minutos sobre la Reforma, desde sus orígenes hasta nuestros días, comienza con los dos protagonistas del siglo XVI que aparecen en espejos colocados en cada lado del salón.

Muy cerca, caricaturas Protestantes se burlan del ‘Papa del Infierno’, mientras otros asumen una humorística actitud ante los desacuerdos entre luteranos y calvinistas.

Reviviendo la historia

Uno de los temas recurrentes del museo es la mezcla, como dijo Graesslé, de “la historia grande con la pequeña”.

Trabajos firmados por Calvino son enseñados mediante exposiciones interactivas que muestran cómo pudo Ginebra con la afluencia de Protestantes que duplicaron la población de la ciudad para, literalmente, llevarla a las nubes.

En una sala, una colección de libros raros y mapas grabados dan cuenta de la extensión de la Reforma en Francia y de las Guerras de la Religión; en otra, los visitantes pueden sentarse en un banco de iglesia y conectar una “gramola Protestante” que toca salmos e himnos.

Una de las atracciones principales es el Banquete Teológico: una mesa puesta para una comida ficticia que incluye los platillos preferidos de Calvino, Beza y el filósofo del siglo XVIII, Rousseau. Los visitantes pueden escuchar sus discusiones sobre las sutilidades de la predestinación.

Graesslé, a la vez pastora Protestante y teóloga, lucha tenazmente con un difícil rompecabezas propio: ¿dónde colocar el premio del Consejo de Europa?
Se trata de una figurilla de bronce del artista español Joan Miró, ‘La femme aux beaux seines’ (La mujer de hermosos pechos).

“Estamos pensando ponerla quizás junto a la estatua de Calvino, en el gran salón”, dice.

“No puedo imaginar que le sería divertido; pero cuanto más conozco de él, más descubro a un introvertido que también tenía sentido del humor, aunque en raras ocasiones tuviera el tiempo o la disposición para expresarlo”.

swissinfo, Adam Beaumont, Ginebra
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

El museo no podía estar en un lugar más simbólico: la ‘Casa Mallet’ fue construida hace casi 300 años sobre la sede del antiguo claustro de la catedral donde el pueblo de Ginebra decidió hacerse Protestante en 1536.

Alrededor de las dos terceras partes de los visitantes proceden de Suiza, sobre todo de Ginebra, y el resto, del extranjero, con una proporción grande de Francia y Estados Unidos.

La directora del museo, Isabelle Graesslé, es la primera mujer Moderadora de la Compañía de Pastores y Diáconos de Ginebra, un puesto creado en 1541 por Juan Calvino.

El Museo costó 4 millones de francos y se abrió en abril de 2005.
Recibió a 25.000 visitantes durante su primer año.
Opera con un presupuesto anual de 700.000 francos suizos.
En 2009 se celebra el 500 aniversario de Calvino.

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