El sabor del comercio justo invade Mc Donald’s
Desde marzo pasado, los 139 establecimientos que posee la cadena de restaurantes de comida rápida en Suiza venden cafés ‘Aroma’, que llevan el sello de Max Havelaar.
La experiencia podría extenderse a otros países europeos a partir del 2004.
¿Se trata de negocios suculentos o de un intento de mejorar la imagen de una de las empresas más contestadas del planeta? ¿Pero no se corre el riego de que se manipulen unos principios casi sagrados?
Tal como se comprobó en el seminario sobre el tema realizado el lunes 1 de septiembre en Berna, la aproximación de Mc Donald’s y Max Havelaar no deja a nadie indiferente, y menos aún en el mundo del comercio equitativo y de la solidaridad con el Sur.
Un paso positivo
“Nosotros no tomamos contacto directo con Mc Donald’s, sino que fue una idea de un torrefactor de café que propuso la gestión y con quien firmamos el contrato. ¡El fue el pionero!”, explica a swissinfo Max Leuzinger, miembro de la dirección de Max Havelaar en Suiza.
“El único contacto directo que hubo fue para indicar las instrucciones de como usar nuestro sello (de calidad) en sus medios de promoción”, precisa.
Saliendo al cruce de posibles críticas sobre esta colaboración, Leuzinger contraataca sin complejo alguno: “el punto clave es que varias centenas de productores de América del Sur y Central y de Africa se beneficiarán con este negocio.”
“Estamos conscientes de que Mc Donald’s no es querido en círculos radicales de todo el mundo. Pero nosotros queríamos darle una oportunidad de comenzar a cambiar su imagen (...), también con relación a otras medidas positivas que puedan tomar en cuanto a medio ambiente y a la compra de productos a los campesinos helvéticos”, subraya.
Tras esta prueba de un año en Suiza, “Mc Donald’s decidirá si extiende este contrato a otros países europeos”.
“El cambio total de ellos, comprando a partir de ahora todos los cafés Max Havelaar, es sorprendente y al mismo tiempo ejemplar. Hay otros compradores, como por ejemplo Migros o COOP (cadenas de supermercados), que sólo incorporaron un tipo de café con nuestro sello, pero siguen vendiendo muchos otros, que responden a las condiciones del mercado mundial tradicional”.
Más allá del optimismo de Max Havelaar, esta nueva relación comercial no deja de suscitar preocupación: ¿La primera marca del comercio justo no corre el riesgo de ser manipulada por una cadena internacional a la que se resisten muchos consumidores europeos?
“El riesgo siempre existe de la misma manera que ocurre con otras contrapartes comerciales. Pero nosotros mantenemos nuestras condiciones de base y exigimos que las mismas - especialmente el precio a los productores - sean respetadas”, subraya.
Las dos almas del comercio equitativo
En el comercio equitativo hay dos almas: la del comercio que busca abrir el mercado a otros productos con precios más elevados en favor de los productores y el alma más política, de sensibilización, educación, formación, explica a swissinfo Jean-Claude Huot, secretario permanente de la ONG Declaración de Berna.
“¿No será que estamos, en función del marketing, perdiendo la ventana de sensibilización que es clave para el ejercicio del comercio equitativo?”, se interroga Huot. Para responder de inmediato que “desde el momento en que se privilegia la parte de la comercialización se corre el riesgo de restar prioridad a la sensibilización”.
“Aunque hasta ahora nunca he ido a tomar un café a Mc Donald’s, no me parece que cada cliente reciba una información sobre la naturaleza del producto, la cuestión de la plusvalía, sobre el problema del comercio mundial de ese producto, las consecuencias de la caída de los precios, las condiciones reales de los productores, etc.”, afirma.
¿Es responsabilidad de una fundación u organización asociativa ayudar a cambiar la imagen de una gran multinacional como Mc Donald’s? Huot se muestra innegociable. “La cuestión no es cambiar la imagen de ciertas empresas, sino sus comportamientos y, en ese sentido, el sello de marca del comercio equitativo tiene ciertas puntos débiles.”
Puede coadyuvar a cambiar la situación de algunos productores, “pero no cambia significativamente el problema de fondo del mercado del café y sus mecanismos injustos. “En ese sentido tiene un sentido pero también un límite. Puede ofrecer un ejercicio de buena conciencia a Mc Donald’s o incluso a los que toman el café, pero sin que se asegure un cambio significativo de práctica.”
“Estamos frente a un debate muy importante e interesante. Toca la esencia misma del comercio equitativo e interpela sobre cuestiones mucho más de fondo sobre la perversidad del sistema, y si hay o no en su interior un espacio para cambiarlo”, concluye Huot.
swissinfo, Sergio Ferrari, Berna

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