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En Argentina, el mensaje navideño es de Justicia

En Córdoba, Argentina, un hombre aplaude al escuchar la sentencia de cadena perpetua para Jorge Videla. Sobre la pared, fotografías de víctimas de la dictadura militar. Keystone

Antonio no había cumplido un año cuando los militares “desaparecieron” a su padre. Hoy, a más de tres décadas, y convertido en miembro del Parlamento suizo, recibe con “satisfacción” el anuncio de la cadena perpetua para Jorge Videla, el verdugo de su padre. De Héctor Hodgers, y de 30 mil argentinos más…

“Tan pronto me detuvieron (1976),  me llevaron al ‘Servicio de Informaciones’, me golpearon durante horas (…)  me desnudaron, me tiraron un balde de agua y comenzaron a aplicarme descargas eléctricas…” narra Alberto Chiartano.

Uno en Suiza, el otro en Argentina, el diputado ecologista y el farmacéutico hablan con swissinfo.ch sobre uno de los capítulos más negros de la Historia del país sudamericano: la dictadura militar.

“Siento mucha satisfacción de que 35 años después, la justicia siga avanzando”, enfatiza el legislador.

A lo largo de los años 70-80, los regímenes militares impusieron en el Cono Sur de la América Latina un régimen de terror que se valió de toda suerte de abyecciones para reprimir a la oposición.

Me golpearon continuamente durante horas… Luego me hicieron una toma colocándome en posición horizontal suspendido en el aire…y al caer al suelo, de espaldas, el golpe me producía cortes de la respiración…

 

Luego me tiraron al piso, me desnudaron, me tiraron un balde de agua por lo que quedé totalmente mojado y comenzaron de inmediato a aplicarme descargas eléctricas con picana. Lo hacían en las axilas, genitales, dentadura y encías, en la cabeza, pectorales, en las orejas… Participaban un tal ‘Ciego’, junto con otro torturador al que denominaban ‘Cura’. ¡ Era un horror!, recuerda Chiartano.

 

Convención contra las Desapariciones Forzadas

La sentencia a condena perpetua por crímenes contra la humanidad para el ex dictador argentino Jorge Videla (1976-1981) se produce en coincidencia con la entrada en vigor de la Convención contra las Desapariciones Forzadas, como lo subraya Antonio Horgers.

– Un doble regalo para Argentina en esta Navidad…,

– “Sí, y más aún, la constatación de que el proceso democrático está bien instalado en Argentina y que la gente y las fuerzas políticas ya no tienen miedo de los militares”, acota el joven parlamentario suizo.

En 1977 y luego que el régimen militar “desapareciera” a Héctor Hodgers, su esposa (Silvia) y sus dos hijos (Antonio y Violeta) viajaron a México y luego a Suiza (1981), donde más tarde obtuvieron el estatuto de refugiados políticos.

“La sentencia es muy importante. No es una cuestión de venganza. Argentina no necesita venganza”, advierte el actual diputado ecologista.“Lo importante es que la sociedad pueda reconstruirse sobre una verdadera justicia, sin impunidad de la gente que mató a miles de personas”.

Antonio Hodgers celebra igualmente la entrada en vigor la víspera, y a escala internacional, de la Convención contra las Desapariciones Forzadas. “A muchas madres que buscaban a sus hijos o a sus maridos les decían: se fue del país o se fue con otra mujer”, puntualiza nuestro interlocutor.

Unas 30 mil personas desaparecieron en Argentina durante la dictadura, una de las situaciones más dolorosas para las familias de las víctimas que desconocen la suerte de los suyos y que, por lo tanto ni siquiera podían vivir su proceso de duelo.

A la cárcel común y de por vida

“Jorge Videla fue condenado y, quizá la más grande sorpresa es que purgará su pena en una cárcel común”, destaca el diputado Hodgers. Y esa no es cualquier cosa puesto que la condena habría podido traducirse en una asignación a residencia o, como en el caso del dictador chileno  Augusto Pinochet (1915-2006), en el poder de 1973 a 1990, una detención en una cárcel militar con toda suerte de prebendas.

No. Videla purgará su pena con los delincuentes de orden común y, reitera radiante nuestro interlocutor, es que en Argentina “¡ya no hay miedo de los militares!”

Por su parte, y en entrevista en la ciudad argentina de Rosario, Alberto Chiartano desgrana sus recuerdos.  Luego de varios días de tortura continua, el entonces estudiante de Bioquímica fue traslado a la Cárcel de Coronda, centro penitenciario de máxima seguridad en el norte de la misma provincia, denunciada internacionalmente por su régimen inhumano que perseguía la destrucción física y psicológica de los detenidos.

Por ese centro carcelario, durante los tres primeros años de la dictadura militar (1976-1979), pasaron 1.153 presos, todos detenidos en el área geográfica que pertenecía al Segundo Cuerpo del Ejército.

Alberto Chiartano es hoy uno de los centenares de declarantes que en calidad de testigos participan en el juicio contra el exgeneral Ramón Díaz Bessone, máximo responsable de esa área militar. El proceso incluye también a otros cinco acusados por torturas y homicidio de detenidos políticos. Dos de los cuales, sus torturadores directos de hace 34 años: José Rubén ‘Ciego’ Lofiego y   Mario ‘Cura’ Marcote.

“El poder declarar en este juicio es una reivindicación personal y colectiva. Tanto yo, como centenares de compañeros, esperamos desde hace 34 años con enorme ansiedad este momento”, subraya Chiartano.  

Este juicio que se desarrolla en Rosario como la decena de los que se realizan en otras ciudades importantes del país – Córdoba, Mendoza, Buenos Aires etc.-  “constituyen un ejercicio imprescindible de memoria reparadora, son un aporte a la verdad y contra la impunidad”, insiste, reivindicando, en sus propias palabras, tres elementos esenciales de este proceso de clarificación jurídica del pasado.

Destaca igualmente:

“El coraje del actual Gobierno y del precedente para reabrir las causas cerradas por las anteriores leyes de indulto y obediencia debida. La valentía y fortaleza de nuestros familiares y las organizaciones de derechos humanos, entre ellas las ‘Madres de la Plaza de Mayo’, ‘las Abuelas’, ‘Hijos’ y otras. Y la memoria siempre vigente de los 30 mil desaparecidos, por quienes hoy declaramos y acusamos a los genocidas”. 

La justicia argentina condenó el miércoles al ex dictador Jorge Rafael Videla a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia central de Córdoba durante el régimen militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.


Videla, quien gobernó Argentina entre 1976 y 1981 y ya cumplía prisión perpetua por otros delitos, fue condenado a cárcel común junto a varios acusados por este tipo de delitos, entre ellos Luciano Benjamín Menéndez, ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, quien también fue condenado con la misma sentencia.

Videla ya había sido condenado en el juicio a las juntas militares realizado en 1985, pero fue indultado en 1990 mediante polémicos decretos por el ex presidente Carlos Saúl Menem en 1990.

Sin embargo, el tribunal Supremo argentino derogó hace pocos años los indultos que protegían a los ex represores, por lo que Videla ya se encontraba cumpliendo una condena de cadena perpetua.

De acuerdo con los organismos de derechos humanos, unas 30.000 personas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas durante la última dictadura, aunque una comisión independiente pudo confirmar aproximadamente 11.000 casos.

Videla fue hallado culpable de los delitos de tormentos, homicidio y privación ilegal de la libertad.

El ex dictador ha reivindicado su actuación al frente del Gobierno de facto de Argentina con el argumento de que el país vivía una guerra interna iniciada por grupos guerrilleros en el momento de la represión.

Fuente: Reuters

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