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En Chile, los mapuches reconocidos sólo en el papel

En Santiago, mapuches reclaman mayor protección de las autoridades. swissinfo.ch

En el Chile de la socialista Michelle Bachelet los mapuches no tienen mejor suerte que sus hermanos en Argentina.

La situación marginal de esos pueblos originarios del sur de Sudamérica, ha sido estudiada ‘in situ’ por la la etnóloga suiza Anne Lavanchy.

En su conferencia ‘Chile, reformas políticas y reconocimiento de los pueblos autóctonos – hacia la marginalización socioeconómica de los Mapuches’, Lavanchy destacó que la interculturalidad está institucionalizada y es parte de las políticas estatales chilenas.

“Pero las propuestas sobre la interculturalidad no vienen de las comunidades mapuches, son impuestas por el gobierno”, aclaró Lavanchy, la segunda oradora de la conferencia organizada por ALAS en la capital helvética.

La situación no ha cambiado ni siquiera con la presidenta Bachelet, cuyo gobierno fue visto al principio como una oportunidad de cambio. La estructura estatal y la falta de voluntad política no dejan espacio para el cambio, criticó esta etnóloga que trabajó con los mapuches en el valle Elicura, en la vertiente oriental de los Andes.

Para esta investigadora suiza, la cuestión del territorio es fundamental para entender el problema mapuche. “La explotación de recursos naturales en zonas habitadas por estos pueblos indígenas ha sido un permanente foco de tensión en los últimos años”.

Olvidados también por la historia

La definición de los mapuches en Chile no es neutral, sino que refleja interes políticos, económicos, sociales. Es más, en la historia oficial de ese país, los mapuches y otras ocho poblaciones indígenas no están presentes, refiere la investigadora.

Sólo aparecen como el grupo que apoyó a las tropas chilenas en la guerra de la independencia contra España, pero después de la victoria pasaron a formar parte de la población mestiza. Como mapuches ya no existían dentro del Chile moderno.

Sin embargo, en el Censo de Población del 92, cuando por primera vez se preguntó sobre la etnia, no todos los chilenos se consideraban blancos y descendientes de europeos, sino que muchos se identificaron como perteneciente a uno de los ocho pueblos indígenas.

La ley de suelos sobre la ley indígena

Luego del regreso a la democracia, aunque con la Constitución de 1980 (del tiempo de Pinochet), la Ley Indígena de 1993 definió la situación jurídica de los mapuches. Sin embargo, ni siquiera la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) ha podido hacer respetar los derechos de los pueblos indígenas señalados en esa ley.

Según Lavanchy, un ejemplo de esta ley que ha quedado sólo en el papel es lo ocurrido en el lago Lleu-Lleu, rodeado de tierras que pertenecen a los mapuches y que por estar protegidas no se pueden negociar ni pueden ser objeto de exploraciones mineras.

Cuando un director de la Conadi quiso defender a los mapuches, el gobierno lo reemplazó por otro funcionario que no se oponía a la explotación de minerales. Los mapuches ya no tienen esperanzas en esa institución, expresó Lavanchy.

Hectárea y media para cada mapuche

Como durante y después de la colonización española los mapuches defendieron sus territorios, se les consideró un pueblo de carácter belicoso al que había que pacificar. Pero justamente la repartición de la tierra, prosiguío la etnóloga, explica la actual marginalización.

A fines del siglo XIX, los mapuches dejaron el nomadismo y los jefes de familia recibieron un título de propiedad. Concretamente, a las cinco comunidades mapuches de Elicura, formada por 185 personas, se les otorgó en total 278 hectáreas de tierras. O sea, cada mapuche recibió como máximo una hectárea y media.

Sólo una de esas cinco comunidades recibió 130 hectáreas que, en la práctica, nunca fueron de los mapuches porque un gran latifundista se apropió de 100 hectáreas. De hecho, recibieron menos tierras y para sobrevivir tuvieron que emigrar a las ciudades, prosiguió Lavanchy.

40 hectáreas para cada colono

Poco después, a principios del siglo XX, se fundó la municipalidad de Contumo con colonos alemanes. Ellos recibieron 40 hectáreas por familia, 20 hectáreas más por cada hijo, una yunta de bueyes, subvenciones, etc. todo a condición de que trabajaran la tierra más de 15 años.

Esa política de distribución de tierras demostraba ya una voluntad clara de marginalizar a los mapuches, sostuvo la etnóloga, quien viajó a Chile por primera vez el año 2000.

“Esta es la raíz de la marginalización económica de los mapuches y explica la demanda de soberanía sobre su territorio. La desigualdad entre la población indígena y no indígena tiene raíces en la historia y está cimentada en la estructura estatal, que nunca cambió su manera de tratar a los mapuches, a pesar de proyectos de interculturalidad de Conadi…”, según Lavanchy.

“Bachelet sigue aplicando la ley antiterorrista en contra de los mapuche encarcelados por luchar por sus reivindicaciones. En Chile, de los pocos presos políticos bajo la ley terrorista, la gran mayoría son mapuche. A pesar de las demandas nacionales e internacionales, Bachelet no ha refutado las acusaciones hechas en este sentido contra el goberno de Lagos. Tampoco se ven avances para aclarar asesinatos de mapuche, como es el caso de Alex Lemun, que sigue impune”.

A pesar de los aparentes cambios, apuntó Lavanchy, continúan las causas y consecuencias de la marginación histórica, social, política y económica de los mapuches.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

La demanda mapuche de 1970 y la de hoy ha cambiado. Antes hablaban de reivindicaciones sociales, educación, salud. Ahora reclaman cada vez más sus territorios.

En el pasado existieron dos tentativas de crear partidos indigenistas y las dos veces fueron atacadas duramente, incluso por la izquierda.

Una tuvo lugar en 1970, con el Partido Mapuche de Chile y la otra en 1984, al final de la dictadura militar, con el Partido Tierra e Identidad.

Los mapuches forman el 10% de la población chilena.

La lucha de los Mapuches en Chile por la recuperación de sus territorios es un problema antiguo.

Durante la época de Pinochet, muchos mapuches fueron obligados a dividir sus comunidades y vende sus propiedades.

Hoy existen comunidades mapuches muy cerca de las grandes haciendas y no olvidan que esas tierras les pertenecían.
Con la llegada de las universidades a Temuco (capital de la Araucanía) algunos mapuches pudieron estudiar y ahora tienen conciencia del despojo de sus tierras.

Según Lavanchy, en Chile los programas de interculturalidad son impuestos por el gobierno.

Las comunidades indígenas participan en esos programas, los aprovechan para sobrevivir económicamente, pero son ajenos a su visión sobre la educación, la salud, etc.

Los mapuches se benefician del ‘boom’ económico chileno sólo excepcionalmente. En general, pertenecen a la clase baja y en sus comunidades la pobreza es mucho mayor que entre la población general.

En el marco de un proyecto del Fondo Nacional Suizo para la Ciencia, Lavanchy estudió la situación de los Mapuche en Elicura, al sur de Chile.

La etnóloga colabora en las áreas cultural y sociopedagógica con organizaciones Mapuches.

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