En precarias carpas, los desplazados de Gaza luchan contra el frío quemando plásticos
En una carpa precaria hecha de tela y plástico, Ismail Nabhan prende una fogata para intentar calentar a su familia que huyó al sur de Gaza, desplazada por la guerra que azota a este territorio palestino.
En total, 28 personas viven hacinadas en este refugio endeble erigido en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, y pese al riesgo, mantienen encendida una fogata dentro de la carpa.
Este hombre de 60 años y su familia construyeron su campamento en un suelo arenoso, a cientos de metros del Mediterráneo, en la frontera con Egipto.
«Hace dos días, un viento fuerte sopló, tratamos toda la noche de atar el nailon. Vivimos en un desierto y el mar está frente a nosotros, eso aumenta el frío», relató Nabhan a una periodista de la AFP.
Según la ONU, 1,9 de los 2,4 millones de habitantes de este territorio palestino bajo asedia fueron desplazados y abandonaron sus casas por los combates y los bombardeos.
Para tratar de calentarse, los desplazados atizan una fogata dentro la tienda. El humo y el plástico que aspiramos «queman nuestros pulmones», se lamenta la esposa de Nabhan, Raidah Auad. A su lado, un niño tose.
«Los niños siempre están enfermos. No paran de toser y estar resfriados, su ropa no es lo suficientemente gruesa para calentarlos», añade la mujer de unos 50 años.
– «Nos congelamos» –
Auad pidió a su hijo ir a buscar madera, pero las fuertes lluvias de los últimos días la humedecieron y tardará días en secarse.
En otras zonas de Gaza, las lluvias provocaron inundaciones, reportó la Ocha, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
«La situación es trágica», dice Auad, quien tuvo que huir de su casa en el centro de la Franja.
Las bajas temperaturas incrementan la precariedad y la fatiga, después de más de 100 días de intensos bombardeos del ejército israelí.
La guerra entre Israel y Hamás estalló tras el ataque sin precedentes del grupo islamista en suelo israelí, donde murieron unas 1.140 personas, sobre todo civiles, según un balance de la AFP a partir de datos oficiales israelíes.
En respuesta, Israel prometió «aniquilar» a Hamás, en el poder desde 2007 en Gaza, y lanzó una ofensiva aérea y una operación terrestre el 27 de octubre contra este estrecho territorio.
Según la ONU, hay riesgo de hambruna y este lunes tres agencias alertaron sobre la inseguridad alimentaria y pidieron a Israel que deje entrar ayuda a través del puerto de Asdod.
«En la noche, tengo la impresión de que nos vamos a morir de frío», dice Haneen Adwan.
En las inmediaciones, Jaled Farajalá, de 36 años, prepara pan en un rincón de su tienda. Este desplazado de la Ciudad de Gaza, en el norte, está aterrorizado por los bombardeos.
Desde el comienzo de la guerra, al menos 24.100 palestinos, en su gran mayoría mujeres, niños y adolescentes, murieron en Gaza por la ofensiva israelí, según el Ministerio de la Salud de Hamás.
Además 60.834 personas resultaron heridas y otras están sepultadas bajo los escombros, según el movimiento islamista.
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