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En Sudán, grafitis para honrar la memoria de los “mártires” de las protestas

Maisa Omar posa delante del retrato de su hijo Walid Abdelrahim, un manifestante sudanés abatido, pintado en la fachada de su casa, en la capital, Jartum, el 21 de julio de 2019 afp_tickers

“Esta pintura lo mantiene con vida”, explica angustiada Maisa Omar hablando de su hijo, un manifestante que perdió la vida en Jartum en junio, ahora inmortalizado en un retrato elaborado en la fachada de la casa de su familia.

El retrato es obra de la artista sudanesa Asil Diab, que realizó varios murales y grafitis en memoria de los manifestantes abatidos en la represión de las protestas.

Walid Abdelrahim fue abatido durante un movimiento de desobediencia civil de tres días en reacción a la brutal dispersión, el 3 de junio, de una sentada que dejó decenas de manifestantes muertos y cientos de heridos.

“Cuando veo esta pintura, eso me da fuerzas. Estoy orgullosa de ser la madre de un mártir”, declaró a la AFP Omar, observando el rostro de su hijo, pintado en las paredes de su casa, en Bahari, un barrio del norte de Jartum.

Según médicos próximos al movimiento de protesta, 246 personas fueron abatidas en todo el país desde el comienzo de las manifestaciones, en diciembre, a raíz de un aumento del precio del pan en pleno marasmo económico.

Las manifestaciones, que conllevaron la destitución, el 11 de abril, del presidente Omar Al Bashir, continuaron con la exigencia por parte de los ciudadanos de que los militares transfirieran el poder a un gobierno civil.

– “Inmortalizar su legado” –

“Nuestros mártires no han muerto, viven entre los revolucionarios”, reza el lema de los manifestantes que motivó e inspiró a Diab, exempleada de la cadena catarí Al Jazeera, y a su equipo.

“La idea es inmortalizar su legado en su propia casa y hacer que los vecinos de su barrio estén orgullosos de un mártir que sacrificó su vida por Sudán”, explicó a la AFP Diab, de 29 años, por teléfono desde Doha.

Cada grafiti le cuesta unos 570 euros, pues los materiales suelen ser caros.

“Murieron por nosotros, es lo mínimo que podemos hacer por ellos”, señala Diab, que pintó una treintena de retratos de manifestantes abatidos en Jartum.

Durante años, el grafiti era una técnica artística clandestina, pues los servicios de seguridad lo veían como un símbolo del contrapoder o como un acto vandálico.

Pero esto cambió el 6 de abril, cuando miles de manifestantes se concentraron frente al cuartel general del ejército en Jartum, pese a los disparos de gases lacrimógenos, reclamando la destitución de Al Bashir.

Un día después, los artistas empezaron a llenar las paredes de la capital con sus dibujos.

En el mismo barrio, una pintura sobre la pared azul de un club de jóvenes rinde homenaje a Mohamed Mattar.

“Esta pintura me da ganas de manifestarme para que se cumplan las demandas de los que murieron por nosotros”, señaló Mujahid Sadek, un habitante del distrito de Bahari.

La muerte de Mattar en la sentada el 3 de junio, un joven de 26 años que estudiaba en Reino Unido y que había vuelto a Sudán para visitar a su familia, inspiró una campaña de solidaridad en las redes sociales con la etiqueta “#blueformattar”.

Pero la tarea de Diab y su equipo no ha estado exenta de riesgos, y tuvieron que enfrentarse con los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), acusadas por grupos de defensa de los Derechos Humanos y por manifestantes de haber participado en la sangrienta represión del 3 de junio.

“Fue una experiencia peligrosa, pero valió la pena arriesgarse”, comentó Diab.

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