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Entre Suiza y Europa, 50 años de desconfianza

Gil Petitpierre: "Nuestro problema con Europa es esencialmente un problema de política interior".

25 de marzo de 1957: el Tratado de Roma funda la Comunidad Económica Europea, antepasado de la UE. Gil Petitpierre tiene entonces 17 años y su padre es ministro suizo de Asuntos Exteriores.

Hoy ex parlamentario, el hijo de Max Petitpierre evoca el pasado y el futuro de esa Europa de la que Suiza siempre desconfió.

swissinfo: ¿Que hacía el 25 de marzo de 1957?

Gil Petitpierre: No tengo un recuerdo preciso de ese día. Pero por supuesto hablábamos de Europa en la casa y yo conocía las posiciones de mi padre sobre el tema.

swissinfo: En esa fecha, su padre es jefe del entonces denominado ‘Departamento Político’, y su cuñado se llama Denis de Rougemont. ¿Ambos tienen la misma visión de Europa?

G. P.: Creo que estaban totalmente de acuerdo en la necesidad de la construcción europea.

La diferencia enorme es que mi tío podía pensar, hablar, escribir libremente, mientras que mi padre era responsable de la política exterior de Suiza. Y aunque no le gustaba mucho, decía que en un país donde cualquier decisión importante pasa por un voto popular, “la política exterior está subordinada a las exigencias de la política interior”.

Y sabía bien que en las condiciones de aquel momento en el mundo político y en el mundo de los negocios, una adhesión de Suiza a la entonces CEE era simplemente impensable.

swissinfo: ¿Había, a pesar de todo, medios que preconizaban esta adhesión?

G. P.: Sí, pero muy minoritarios. Esa gente consideraba que nuestra neutralidad había cumplido con su tarea y que podíamos abandonarla.

En un mundo dividido en dos bloques, la neutralidad a la cual Max Petitpierre adhería y la cual defendía, era ya difícil de asumir frente a la URSS y sus satélites. Porque éramos un país occidental. Entonces, el hecho de entrar en el ‘Mercado Común’ habría significado claramente el abandono de esa neutralidad.

Y además, encontrábamos todavía en todos los medios una mayoría de personas que pensaban que la neutralidad nos había salvado durante la Segunda Guerra Mundial. Y aunque mi padre no compartía esa convicción, sabía que ni siquiera valía la pena intentar cambiarla.

swissinfo: ¿Entre la juventud de 1957 suscitaba entusiasmo este principio de construcción europea?

G. P.: Sí. Pero de hecho, la juventud -en todo caso la que yo frecuentaba- estaba más preocupada por la guerra de Argelia que comenzaba, y con las guerras coloniales en general.

Salíamos de la crisis de Suez, no estábamos de acuerdo con lo que los franceses, los ingleses y los israelíes habían hecho allá. Eso nos parecía más importante que la construcción europea. Ciertamente la deseábamos, pero seguía siendo algo muy abstracto.

swissinfo: Si volvemos a la situación actual, ¿qué respondería a los que dicen que Europa está fallando?

G. P.: Es claro que ya no está en ese ambiente de entusiasmo que dominaba en la época de los padres fundadores. Es verdad también que le faltan esos grandes personajes, de quienes creo que el canciller Kohl fue el último. Esperemos ver lo que hará Angela Merkel…

Pero de ahí a decir que Europa falla. Yo no iría hasta ahí. El hecho de que a veces haya desaceleraciones, interrupciones, dificultades, no significa que Europa ya no existe. Haber pasado tan rápidamente de 15 a 27, no es poca cosa.
Me parece que para un vehículo supuestamente averiado, la Unión avanza bien.

La gente es muy sensible al ambiente, y los medios de comunicación contribuyen ampliamente a crearlo. Entonces, cuando los medios de comunicación repiten que desde el rechazo del tratado constitucional Europa está fallando, la gente acaba por creerlo.

swissinfo: No obstante: en muchos países el repliegue nacionalista parece dominar…

G. P: Sí, es verdad, existe la tentación de decir “todo lo que va mal, es Bruselas”. Todavía lo vimos hace algunas semanas, con el presidente Chirac que se pelea por defender su agricultura contra la Unión. Actualmente, esta actitud de repliegue domina del lado de la Europa ya construida.

Aquí, vemos más bien los inconvenientes que las ventajas. Pero está bien porque las tenemos. Cuando se tienen las ventajas, es muy fácil ver los inconvenientes.

En cambio, creo que es muy distinto en los países del Este. Para ellos, Europa es una gran idea, que no se limita a los aspectos económicos o de bienestar. Luego de haber estado encerrados tras la cortina de hierro, pertenecer a Europa es para ellos algo muy importante.

swissinfo: Volviendo a Suiza, parece que su actitud frente a Europa no ha evolucionado mucho en 50 años. ¿Pronto estará madura para la adhesión?

G. P.: Imposible hacer un pronóstico. Personalmente, estoy por la adhesión más rápida posible, pero reconozco que en estas condiciones es imposible hacerla aprobar.

Si la corriente interior que considera que Suiza se las arregla mejor sola se refuerza, y con el solo hecho de que Europa cometa torpezas o trate de meternos en cintura -lo que los suizos no soportan-, el proceso podría llevar años.

Sin embargo, las cosas han cambiado totalmente desde 1957. El bloque del Este ya no existe y países también neutrales como Suecia, Finlandia y Austria entraron en Europa sin el menor problema. Pero probablemente hay todavía una mayoría en Suiza que se aferra a este culto, a esta mitología de la neutralidad.

Mi padre no lo compartía en su época, y al final de su vida también estaba por la adhesión. Pero su constatación aún es vigente: nuestro problema con Europa es esencialmente un problema de política interior, no es un problema de política exterior.

Entrevista swissinfo: Marc-André Miserez
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

1951: la República Federal de Alemania (RFA), Francia, Italia y los tres países de Benelux (Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo) fundan la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).

– 1957: los seis mismos países firman el Tratado de Roma, que instituye la Comunidad Económica Europea (CEE).

– 1973: Dinamarca, Irlanda y Gran Bretaña se adhieren a la CEE; a los Nueve se suman Grecia (1981), España y Portugal (1986), Austria, Finlandia y Suecia (1995).

– 1987: entra en vigor el Acta único europea, que amplía las competencias de la CEE con vistas a realizar un mercado interior.

– 1992: los Doce firman en Maastricht el tratado sobre la Unión Europea (UE).

– 1999: el euro se convierte en la moneda única de 11 de los Estados miembros; Grecia entrará en la ‘euroland’ en 2001, Eslovenia en 2007.

– 2004: La Unión se amplía a diez nuevos Estados miembros (Polonia, República Checa, Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Chipre y Malta).

– 2005: Francia y los Países Bajos dicen “no” al proyecto de tratado constitucional

– 2007: Rumania y Bulgaria integran la UE, que cuenta en lo sucesivo con 27 Estados miembros.

Nacido el 22 de enero de 1940, Gil Petitpierre es el hijo de Max Petitpierre, ministro suizo de Exteriores de 1945 a 1961, y sobrino de Denis de Rougemont, escritor, filósofo y gran defensor de una Europa de regiones.

Doctor en Letras y profesor de Derecho, Gil Petitpierre ha sido sucesivamente delegado en ambas cámaras del Parlamento Federal entre 1979 y 1995. También ocupó un escaño en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

Enlaces

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Oficina de Integración de los Ministerios de Exteriores y de EconomíaEnlace externo

Unión Europea: 50 Aniversario del Tratado de RomaEnlace externo

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