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Emigración (1): el sueño de Yanick Iseli en Nicaragua

Iseli en su jardín.
¡Hasta luego, Suiza!: Yanick Iseli en su jardín en el Jura suizo. Eva Hirschi

En medio de la pandemia de coronavirus, el suizo Yanick Iseli emigró a Nicaragua. swissinfo.ch lo acompaña.

Yanick Iseli nunca pensó en dejar su país natal. Su vida en el cantón del Jura se desarrollaba perfectamente: “Me gusta mi trabajo, vivo en una muy linda casa, tengo un perro y un auto, amigos y una familia formidable”, comentó antes de su partida este ciudadano suizo de 37 años y barba recortada. “No puedo quejarme”. Sin embargo, decidió emigrar.

Este artículo es el primero de una serie sobre la emigración. swissinfo.ch acompaña al ciudadano suizo Yanick Iseli en su aventura en Nicaragua. Al mismo tiempo brinda información y consejos sobre el tema de la emigración.

Yanick Iseli creció en Bienne, en el cantón de Berna. En una primera etapa aprendió el oficio de carpintero y luego realizó un aprendizaje como empleado de comercio (auxiliar administrativo). En Basilea trabajó como contable, pero la actividad de oficina no le convenía. Quería vivir cerca de la naturaleza y por eso se trasladó a Montsevelier, en el cantón del Jura, a una casa de 250 años de antigüedad que pertenecía a la compañera de su padre. Buscaba también poder dedicar más tiempo a sus aficiones, la pintura y la escultura.

Fue ahí donde por casualidad descubrió su pasión por el café. Estableció una buena relación con el propietario de la empresa ‘Cafés del mundo’, ubicada en el cercano pueblo de Courchapoix, y comenzó a trabajar en ella. Era un trabajo que ni siquiera sentía como tal. “Me entusiasmaba ir a la torrefacción cada día y los lunes por la mañana nunca me faltó la motivación para levantarme”.

Tiempo después, un viaje lo condujo a las fuentes del elixir de su vida, en medio de las plantaciones de café, en la región norte de Nicaragua. “Me enamoré de inmediato del país y de su gente”. Aprendió español, entabló amistad con varios productores de café, trabajó en la plantación y se formó en todo lo relacionado con la producción. En total viajó cinco veces a Nicaragua, cada vez por varias semanas, antes de adquirir su billete solamente de ida.

“Me dije que podría vivir aquí”

Cada año, cerca de 28 000 suizos parten para vivir, trabajar, estudiar o gozar de la pensión en el extranjero. A fines del 2020, casi un suizo sobre once vivía en el exterior. Alrededor de las dos terceras parte de entre ellos en Europa –principalmente en Francia, seguida de Alemania, Italia, el Reino Unido y España. Fuera de Europa, los destinos más comunes de emigración son Estados Unidos, Canadá, Australia e Israel. ¿Y Nicaragua? Solo 234 ciudadanos helvéticos vivían en ese país en 2020. Cifra pequeña si se compara con los 200 000 que residen en Francia.

En ciertos momentos, la vida nos confronta con nuevas decisiones: permanecer o partir – emigrar. “Cuando estaba allí, en la selva, pensé de repente que podría vivir en un lugar como ese”. Desde hace mucho tiempo, Yanick Iseli buscaba la forma de existencia lo más independiente posible. En Suiza, sin embargo, esto es muy difícil, dice. Costos elevados, inviernos largos en los que no crece nada, burocracia… lo ha experimentado todo.

“Somos dueños de una parcela de bosque, en la que construí una pequeña cabaña de madera con materiales sencillos, sin tener que cortar un solo árbol ni modificar el terreno”, dice. Poco tiempo después, recibió una carta de las autoridades. La cabaña había sido edificada sin permiso y tenía que ser destruida

Hombre frente a una casa
Iseli delante de su casa en Montsevelier en el Jura. Eva Hirschi

Casa de huéspedes, pollos y plantas

En el pequeño país centroamericano espera concretizar su sueño. “En Nicaragua puedo hacer lo que quiero. En Suiza no podría ni siquiera pintar las persianas de mi casa del color que me gusta, dadas las imposiciones de la protección de monumentos”.

Durante el último viaje previo a su partida definitiva, Iseli compró – con la ayuda un amigo abogado – un terreno en Nicaragua, en la zona cafetalera, no lejos de la ciudad de Matagalpa. En su parcela, este autodidacta y artesano apasionado desea construir una casa para huéspedes y su propia vivienda.

Además, Yanick Iseli cuenta con 1,2 hectáreas de tierra que quiere cultivar. Contrató a un jardinero para que se ocupe de lo que han sembrado. “Ya plantamos 200 árboles, desde naranjas a aguacates, así como mangos y frutas de la pasión”. Por supuesto, contamos también con unas 300 plantas de café.

“Quiero vender una parte de la cosecha de frutas y hortalizas en el mercado local. Después, me gustaría exportar café y cacao a Suiza”, explica. Piensa tener, pollos y, si todo va bien, dedicarse también a la piscicultura. Pero va a ser necesario esperar un cierto tiempo hasta poder realizar todos esos proyectos.

Yanick Iseli partió de Suiza en mayo. Lo acompañamos en su aventura nicaragüense.

Traducido del francés por Sergio Ferrari

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