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El Castillo de Neuchâtel, donde trabajan los cinco ministros y se reúne el Legislativo cantonal. El 25 de septiembre sabremos si en el futuro en esos gremios habrá tambien extranjeros. Keystone

Si usted es extranjero en Suiza, el ejercicio de sus derechos políticos dependerá en gran medida del lugar donde resida. Un cuadro –con numerosos matices – de una brecha cultural y lingüística en el país alpino.

Soy italiano y he nacido en el cantón del Jura. Desde los 18 años he podido votar en mi pueblo de Bassecour, tanto en los comicios municipales como cantonales. Hoy resido en Berna y no tengo derecho de acudir al colegio electoral. Perdí esta posibilidad cuando por razones profesionales me mudé a Lugano, pues en este ámbito, el Tesino se asemeja a la región germanoparlante del país.

Para Anita Manatschal, del Foro Suizo para el Estudio de la Migración y la PoblaciónEnlace externo (SFM), la constatación es inequívoca: Existe un “marcado ‘Röstigraben’ en lo que se refiere a los derechos políticos de los extranjeros. En los cantones francófonos las políticas son manifiestamente más liberales”. Lo ilustra el siguiente mapa, con la Suiza de expresión francesa, al oeste, casi enteramente en color verde.

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Un ‘Röstigraben’ (barrera o brecha del ‘Rösti’, un plato típico de la Suiza de expresión alemana) que podría acrecentarse el próximo 25 de septiembre, si los ciudadanos de Neuchâtel dan su visto bueno a una propuesta del Parlamento cantonal para extender a los extranjeros el derecho de elegibilidad a escala cantonal. La posibilidad de que un extranjero pueda ocupar un escaño parlamentario o formar parte del gobierno cantonal sería, además de un avance, una primicia en Suiza.

Dos concepciones de la ciudadanía

“Es muy sorprendente que el derecho de sufragio para los extranjeros no tenga prácticamente posibilidad de ser aceptado en la Suiza de habla alemana, pese a ser un tema recurrente en la agenda política”, anota Anita Manatschal, cuya tesis doctoral versa sobre las políticas de integración en los 26 cantones que conforman SuizaEnlace externo.

Neuchâtel, cantón pionero

Los ciudadanos de Neuchâtel dirán el 25 de septiembreEnlace externo si quieren o no extender a los extranjeros el derecho de elegibilidad en el cantón. En caso afirmativo, será una primicia en Suiza.

El cantón que es la cuna de la relojería suiza tiene una larga tradición en materia de derechos políticos para los extranjeros: el derecho de sufragio a nivel municipal se introdujo en 1849. Posteriormente fue abolido, reintroducido y nuevamente abolido a finales del siglo XIX. Resurgió en 1984 con la Ley Cantonal sobre los Derechos Políticos.

El derecho de voto a escala cantonal se introdujo en el año 2000 como consecuencia de una enmienda constitucional.

El derecho de elegibilidad de los extranjeros, en cambio, es otro cantar. En 2007, los ciudadanos de Neuchâtel les reconocieron este derecho a escala municipal, pero no cantonal.

La izquierda volvió a la carga en junio pasado. El Gran Consejo (Parlamento cantonal) dio su visto bueno a un decreto que inscribe en la Constitución de Neuchâtel el derecho de elegibilidad en el ámbito cantonal para los extranjeros con permiso de residencia (permiso C) que vivan en el cantón desde mínimo cinco años. Los votantes tienen la última palabra.

Al igual que la mayoría de los expertos en migración, Anita Manatschal atribuye esta diferencia esencialmente a factores lingüísticos y culturales: De un lado, una Suiza francófona influenciada por el liberalismo republicano al estilo francés, que adopta un enfoque más inclusivo frente a los extranjeros. Del otro, los cantones de habla alemana marcados por el modelo

germánico, que concibe la ciudadanía como el último eslabón de la integración, una vez que el forastero ha demostrado su lealtad y su adhesión a los valores de la comunidad.

Estos enfoques diferentes de la noción de ciudadanía marcan profundamente las políticas cantonales en la materia, que se mantienen relativamente estables, indica Anita Manatschal.

Un cuadro con matices

Un análisis más minucioso, sin embargo, muestra un cuadro con matices, en el que el ‘Röstigraben’ pierde nitidez.

Anita Manatschal cita, por ejemplo, el factor de la urbanización. Los cantones más restrictivos en materia de derechos políticos se sitúan en la Suiza central o en las regiones rurales, donde el porcentaje de población extranjera es menor. Las ciudades de Berna o Zúrich [germanófonas y con mucha más población extranjera], en cambio, son mucho más abiertas.

Valentin Zuber, doctorando en el mismo SFM, recalca también que el cuadro en la Suiza de expresión francesa no es uniforme. “Así, el Valais [bilingüe francés-alemán] jamás ha dado un paso para otorgar derechos políticos a los extranjeros. Por el contrario, en los Grisones [mayoritariamente de habla alemana], se reconoce a los extranjeros el derecho de sufragio en cerca del 20% de los municipios”.

El caso del Jura

Valentin Zuber menciona el ejemplo del Jura, uno de los cantones más progresistas en la materia. “Se trata de un caso bastante sorprendente: un cantón predominantemente rural y con relativamente poca población extranjera, por lo que nada lo predestinaba a otorgar extensos derechos políticos a los extranjeros”. Curiosamente, el derecho de voto se inscribió en seguida en la ConstituciónEnlace externo del nuevo cantón en 1979, cuando se separó de Berna y se adhirió a la Confederación.

¿Qué cantones otorgan qué derechos?

Ocho cantones otorgan a los extranjeros el derecho de voto/elección a escala municipal (comunal): Appenzell Rodas Exteriores (para los municipios que así lo deseen, sistema del ‘opting-in’), Friburgo, Grisones (opting-in), Neuchâtel, Jura, Vaud y Ginebra.

Siete cantones les reconocen el derecho a ser elegidos a escala municipal: Appenzell Rodas Exteriores (opting-in), Friburgo, Grisones, (opting-in), Neuchâtel, Jura y Vaud.

Dos les conceden el derecho a votar/elegir a escala cantonal: El de Neuchâtel vota esta opción el 25 de septiembre.

Un estudioEnlace externo de 2015 del laboratorio de ideas liberal Avenir Suisse ha demostrado que el número de elegidos extranjeros en el ámbito municipal sigue siendo modesto en Suiza: 148 ocupan un escaño en un Legislativo municipal, 19 integran un Ejecutivo municipal. Casi la totalidad de ellos en la Suiza de expresión francesa.

La inclusión en la Carta Magna cantonal no fue fruto de un proceso democrático, sino que se produjo más bien por una razón ideológica, según Valentin Zuber: “Para evitar las críticas de ‘etnización’ de la causa del Jura, se optó por una definición ultrainclusiva del pueblo jurasiano, o sea, el conjunto de los habitantes del cantón, sin criterios de lengua, religión ni migración”. Un derecho de sufragio que jamás fue cuestionado, subraya Valentin Zuber, y con el que la derecha se conformó.

También el profesor Gianni d’Amato, director del FSM, relativiza la excepción francófona, pues cuando se analizan los avances o retrocesos en materia de los derechos políticos para los extranjeros resalta la dimensión política. En el cantón de Vaud, por ejemplo, el reconocimiento del derecho de voto a los extranjeros a escala municipal fue objeto de un ‘pacto’ político. La derecha aceptó que se inscribiera en la nueva Constitución a cambio de que la izquierda aprobara el mecanismo para frenar el endeudamiento. (Vaud rechazó en 2011 extender a escala cantonal el derecho de sufragio de los extranjeros).

El peso de la UDC

Valentin Zuber agrega que la presencia más o menos fuerte en un cantón de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora), que ha convertido la cuestión migratoria en su caballo de batalla, tendrá un considerable impacto sobre la cuestión.

A su juicio, el voto negativo en 2010 en Basilea-Campo, pese a estar considerado como un cantón abierto, fue fruto del debate nacional que lanzó la UDC, autora de varias iniciativas antiinmigración en los últimos años en Suiza.

El caso de Berna

Los extranjeros residentes en la ciudad de Berna podrán participar más en la vida política municipal. A partir del 1 de noviembre tendrán la posibilidad de manifestar sus reivindicaciones a través de una moción. Para ello necesitarán la firma de un mínimo de 200 extranjeros domiciliados desde hace al menos tres meses en la capital suiza. Este instrumento destinado a integrar a la población no suiza en la vida política local fue aprobado en junio pasado en una votación popular.

Si el Consejo Municipal (Legislativo) aprueba la propuesta, el Ejecutivo procederá a su puesta en vigor. Con este nuevo mecanismo se pretende que la población que no tiene nacionalidad suiza pueda formular propuestas, críticas e ideas en la política municipal. Según sus partidarios, se trata de un primer paso hacia el reconocimiento del derecho de voto de los extranjeros a escala municipal.

Thomas Kessler, delegado para la Integración durante diez años (1998-2008) en Basilea-Ciudad y artífice de una de las políticas más progresistas en Suiza, también relativiza la brecha entre los suizos francófonos y germanófonos: Aunque estos son más comedidos en materia de derechos políticos, se distinguen por avances más prácticos, por ejemplo, en forma de peticiones en favor de los extranjeros, de su derecho a participar en los consejos escolares y asociaciones. Y además, agrega, los suizos de expresión alemana suelen ser mucho más eficaces que los francófonos en lo que se refiere a la integración de los extranjeros en el mercado de trabajo.

“La receta del éxito suizo”

¿El ‘Röstigraben’ seguirá siendo la regla? Según Valentin Zuber, las diferencias persistirán, porque las mayorías políticas en los cantones cambian poco. A menos que una ley federal imponga una uniformización desde arriba.

Para Anita Manatschal, en cambio, no es algo inamovible. El derecho de sufragio, dice, podría terminar por imponerse en Zúrich o Basilea, gracias al creciente número de población salida de la inmigración.

A los extranjeros frustrados de no poder acudir a las urnas (como el autor de este artículo) les queda otra opción: iniciar los trámites de nacionalización para adquirir el pasaporte suizo. Un camino que puede resultar largo, fastidioso y costoso según el cantón, pero que garantiza el acceso a todo el abanico de los derechos políticos.

Traducción del francés: Belén Couceiro

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