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Cumpleaños musical en las alturas

Misha Maisky y su hija, Lily Maisky, interpretan la música para piano de Chopin en el Festival de Verbier. Nicolas Brodard

Los acordes de la Novena Sinfonía de Beethoven, dirigida por el suizo Charles Dutoit, inauguraban el pasado 19 de julio la vigésima edición del que hoy está considerado como “el mayor festival de Europa fuera de una gran ciudad”. Un evento al que la estación alpina suiza debe su renombre mundial entre los amantes de la música clásica.

Verbier festeja el sueño visionario de su fundador, Martin Engstroem, un sueco carismático y políglota que hizo carrera como promotor de conciertos antes de ocupar altos cargos en la industria discográfica.

“Yo era agente de conciertos en París, pero a mediados de los años 80 los terroristas palestinos de grupos como Septiembre Negro hicieron imposible vivir en esa ciudad”, explica a swissinfo.ch el director del festival.

“Por ello decidimos con mi familia irnos de Francia y nos instalamos en Montreux en 1986. Unos amigos nos hablaron de Verbier. Alquilé un chalet en 1991 y me enamoré del lugar. De hecho, yo encuentro las montañas más espectaculares en verano que en invierno”.

Una auténtica lluvia de estrellas de la música clásica se dio cita anoche para celebrar los 20 años de historia del festival. Verbier propuso a una sala repleta un concierto memorable dividido en dos partes.

Primero, a lo largo de dos horas se sucedieron piezas de música de cámara interpretadas por habituales de los escenarios del festival. Abrió la pianista china Yuja Wang, a la que siguió el extraordinario clarinetista Martin Frost y violinistas como Leonidas Kavakos o Ilya Gringolts. A ellos se sumaron músicos pop como el crooner canadiense Rufus Wainwright o el pianista de jazz jamaicano Monty Alexander.

La segunda parte del programa propuso una lectura de los 24 Preludios de Chopin para piano en arreglos realizados por Dimitri Sitkovetsky para diversos instrumentos. Es así que la música para piano de Chopin fue interpretada al violoncelo por Misha Maisky, o por el violín de Renaud Capuçon o los franceses del Quatuor Ebène. Tras el concierto los músicos acompañados de los fundadores del Verbier Festival, Martin Engstroem y Avi Shoshani, brindaron con champán desde el escenario con un público entregado.

La gala fue presentada por la estrella de la TV francesa Laurence Ferrari y el cantante alemán Thomas Quasthoff. El maratónico evento terminó tras casi cuatro horas, y fue seguido de celebraciones fuera de la sala de conciertos hasta altas horas de la noche.

Rodrigo Carrizo Couto, Verbier

Fomentar el turismo estival

Verbier no era entonces la exclusiva localidad de la actualidad. Y las autoridades encomendaron a Engstroem el mandato de crear un evento que atrajera visitantes durante el verano y cambiara la percepción de Verbier como estación de segunda zona.

“Querían un concepto que incrementara el atractivo de Verbier para los propietarios de chalets, básicamente gente de fortuna. Y creo que tras 20 años puedo afirmar que logramos un éxito total”, comenta satisfecho.

“La idea del festival surgió porque yo quería fundar un evento en el que tuviera la última palabra”. Para concretarla, Engstroem contó con un apoyo providencial en la persona de Avi Shoshani, secretario general de la Orquesta Filarmónica de Israel y uno de los hombres mejor relacionados en el cerrado universo de la música clásica.

“Avi es como mi hermano. Vino a Verbier en 1991 a pasar un verano con su familia y le conté mi proyecto. En seguida decidió apoyarme. Es en parte gracias a sus amistades que tuvimos un altísimo nivel artístico desde el primer momento”.

Festival Verbier

Momentos inolvidables

Verbier no solo acoge músicos clásicos. Por sus salas han pasado también escritores como Yasmina Reza o Paulo Coelho, actrices como Vanessa Redgrave o la suiza Marthe Keller y cantantes como Ute Lemper o Rufus Wainwright, estrella de la presente edición del festival.

Avi Shoshani recuerda con un punto de nostalgia “momentos memorables, como la visita de la cantante del pop islandesa Björk, o la lectura de cartas de (Dmitri) Shostakóvich en voz del legendario actor británico Sir Ben Kingsley. O un recital del violinista Maxim Vengerov en el que la tormenta era tan fuerte que la gente se sentó a su alrededor en el escenario para poder escucharle. Esa cercanía e intimidad crearon un instante mágico”.

Otra anécdota gira en torno al dinero, tan necesario para llevar adelante proyectos de la envergadura del Festival de Verbier. “Nunca olvidaré cuando Helmut Maucher, el consejero delegado de Nestlé de la época, nos aseguró su apoyo financiero incluso antes de que diéramos los primeros pasos. Maucher nos dijo: Creo en vosotros y en vuestro proyecto, y lo apoyaré basándome en esa confianza”, anota Shoshani.

Nacido en Estocolmo (Suecia) en 1953, estudia Historia de la Música y Lengua Rusa antes de iniciar su carrera organizando conciertos en su ciudad natal.

A partir de los años 70 se instala en Londres y posteriormente en París, donde trabaja como agente de artistas y promotor de conciertos.

En 1987 se muda a Montreux (Suiza) y trabaja como consultor para el sello EMI France. Entre 1999 y 2003 ocupa el puesto de vicepresidente de la discográfica Deutsche Grammophon.

Trabaja en la industria discográfica hasta 2005, fichando a muchos de los artistas que son estrellas de la música clásica de hoy. Algunos ejemplos son la soprano rusa Anna Netrebko, la pianista francesa Hélène Grimaud o las estrellas chinas Lang Lang y Yundi Li.

Formar a las generaciones futuras

“El dinero está siempre en el centro de todos los problemas y de todas las posibilidades”, confirma Martin Engstroem, aunque con un presupuesto cercano a los 10 millones de francos anuales los proyectos parecen ir viento en popa, en particular, la educación musical, uno de los grandes logros de Verbier.

“Creo que el futuro pasará por una plataforma de aprendizaje permanente para jóvenes músicos. Los campos de verano para niños conocen también un éxito enorme. Verbier es como una isla donde los jóvenes músicos pueden encontrar estímulo e inspiración. También le adelanto que queremos desarrollar actividades alrededor de la danza y la literatura”, precisa el director del evento.

En Suiza abundan los festivales de música clásica. ¿Es posible mantener tantos eventos en tiempos de crisis? “También hay muchos músicos, y cada año los conservatorios producen más, así como hay abundancia de arquitectos y abogados. Al final, sobrevivirán los que tengan más talento, los más creativos. Y lo mismo pasará con los festivales musicales”, responde Martin Engstroem.

“Hemos conseguido el mayor festival de Europa fuera de una gran ciudad. Combinamos educación, naturaleza y vacaciones culturales a las que incorporamos a niños y jóvenes. Creo que las personas que nos critican por alimentar el star system están, simplemente, celosas de nuestro éxito”.

Vio la luz en el verano de 1994 y se ha convertido en uno de los mayores eventos de la temporada musical suiza, junto con los Festivales de Lucerna y Gstaad.

La cita en la localidad del cantón del Valais destaca por su academia y orquesta, donde se forman músicos menores de 30 años llegados del mundo entero. El director de la Orquesta del Festival de Verbier es el suizo Charles Dutoit.

En la academia, los jóvenes son dirigidos por algunas de las mejores batutas mundiales y aprenden a tocar juntos música sinfónica y de cámara. Además, grandes solistas imparten clases magistrales. En muchas de ellas se acepta la presencia del público.

Por Verbier han pasado las mayores figuras de la música clásica de nuestro tiempo, desde los pianistas Martha Argerich y Evgueny Kissin hasta los directores indio Zubin Mehta o estadounidenses James Levine y Michael Tilson-Thomas, pasando por los violinistas ruso Maxim Vengerov o letón Gidon Kremer, así como diversos actores, escritores y artistas.

El festival patrocinado por varias importantes empresas y bancos, así como por instituciones públicas, cuenta con un presupuesta de 9,3 millones de francos suizos para esta edición, que se celebra del 19 de julio al 4 de agosto.

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