Franco Tavernini: “un país de muchos rostros”
El actual maestro de música del CSC llegó a México tras un año de pasarlo "bomba" en la Madre Patria.
Al principio le chocó la burocracia de su nuevo destino: “Pensé que sería como España”. Ahora le impresiona su abanico de posibilidades.
Oriundo del cantón helvético de Schaffhausen, Franco Tavernini se debe a su arte en la expresión de guitarra clásica. Empezó sus estudios en el conservatorio de Winterthur y continuó su aprendizaje en Italia para convertirse luego, y por espacio de 8 años, en profesor de música en un liceo en Suiza.
La guitarra en bandolera, recorrió los meandros de la geografía española durante los 12 meses de una experiencia extraordinaria, en el seno de un grupo con igual número de artistas y al compás de las reminiscencias moras de la música andaluza.
Advertido por un anuncio en Internet de la vacante en el CSC, el joven artista se decidió a cruzar el Atlántico para reasumir, en el 2001, su papel de profesor de música en una escuela de pedagogía helvética. ¡Oh sorpresa! Ni todo el alumnado sabía de la disciplina suiza, ni México era una filial de la España de tan exquisita huella.
“Los niños tienen mucho temperamento. La gente es más cerrada, más informal”. Franco Tavernini asimiló con despecho el medio año que tuvo que invertir en adquirir un automóvil: historias de papeleo, de burocracia. Tiempo al tiempo. Un más amplio conocimiento de su nuevo anfitrión fue el mejor antídoto contra la inquina de la percepción inicial.
Conocerte es amarte
Ahora se confiesa impresionado por la exhuberancia de las posibilidades que entraña la Ciudad de México, aunque no oculta su desazón por la inseguridad. Está fascinado por la sociedad indígena que descubrió durante una breve estancia en Chiapas y ha constatado que “México es un país tan grande que tiene muchos rostros”.
Bajo su lupa,”Suiza, con sus matices, es siempre igual, con los mismos valores: puntualidad, dinero, trabajo”.
Con un peregrinaje por tierras del Viejo y el Nuevo Mundo, admite sin falsas modestias que los suizos poseen muchas ventajas, aunque denuncia que “muchos se sienten el ombligo del mundo”, por lo que preconiza las bondades de conocer otras culturas: “les hace bien salir y ver otros países”.
Franco Tavernini disfruta ahora su estancia en la “ciudad de la eterna primavera”, recurre a la sensibilización como recurso insuperable para frenar los excesos en el ánimo de sus alumnos, escruta las riquezas culturales de México y mantiene viva la ilusión de consagrarse en cuerpo y alma a la mayor de sus pasiones: la música.
Marcela Águila Rubín, Cuernavaca
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