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Ginebra ataca problema de sobrepoblación carcelaria

Los ministros ginebrinos Mark Muller e Isabel Rochat visitan las celdas del nuevo edificio de Champ-Dollon en compañía del director de la prisión. Keystone

Tristemente célebre por ser la más superpoblada del país, la prisión de Champ-Dollon acaba de abrir un anexo con capacidad para un centenar de presos adicionales. Un paso tardío en la dirección correcta, pero que no resolverá ese mal crónico que afecta a las prisiones suizas.

Disimulada entre dos poblaciones en las afueras de Ginebra, no lejos de la frontera con Francia, la prisión de Champ-Dollon es una enorme obra en construcción. Tres grúas se agitan en el aire en un signo del frenesí que se apoderó del lugar desde hace algunos meses. Los imponentes muros prolongados con alambres de púas alrededor del gigantesco complejo y los muchos guardias que vigilan las idas y venidas de los camiones y de los obreros subrayan lo obvio: ampliar una prisión y mantener al mismo tiempo su actividad ordinaria es un reto colosal.

Especialmente cuando ese centro penitenciario vive en permanente alta tensión debido a la sobrepoblación crónica que lo afecta desde principios de 2000. Planificado para dar cabida a 270 reclusos, Champ-Dollon alberga hoy a casi el doble. Hace un año, la prisión celebraba un triste récord: la presencia de 622 reclusos en condiciones de hacinamiento extremo.

Una mañana fresca y grisácea de este mes de julio, la cárcel abre sus puertas a la flor y nata del poder político y judicial de Ginebra. Así que, naturalmente, cuando la treintena de periodistas salen al patio para inmortalizar el flamante nuevo anexo con capacidad para 100 presos más, gritos e insultos estallan en el edificio principal.

Construido en tiempo récord

Para evitar perturbaciones innecesarias en la ya precaria calma del lugar, la ceremonia protocolaria tiene lugar en el gimnasio del establecimiento. El presidente del Gobierno de Ginebra, Mark Müller, alaba la ejecución de un proyecto “fuera de lo común”, y subraya que solamente dieciocho meses después de la decisión del Consejo de Estado (gobierno) tiene lugar la inauguración del nuevo edificio cuyo costo ascendió a 35 millones de francos.
 
“Un ritmo muy inusual para Ginebra”, destaca el ministro liberal-radical (derecha), jefe del Departamento de Infraestructura.
 
“Esta es la culminación de un proyecto necesario para los reclusos y los guardias, que trabajan en condiciones extremadamente difíciles”, destaca Mark Müller. Su colega, Isabel Rochat, a cargo de la Seguridad y la Policía, abunda en el mismo sentido: “Nos sentimos  aliviados ya que las condiciones de detención van a mejorar finalmente. El respeto al individuo, independientemente del delito que haya cometido, con demasiada frecuencia ha sido violado en nuestra historia”.  
 
En el pasado reciente, el “barril de pólvora” Champ-Dollon ocupó a menudo los titulares de la prensa. 2010 no fue la excepción, con varios disturbios y la agresión contra cinco guardias en el mes de octubre. La semana pasada, la prensa de Ginebra reveló la apertura de cuatro investigaciones internas como consecuencia de quejas de los presos por malos tratos. Esta situación explosiva suscita desde hace tiempo la ira de organizaciones de defensa de los derechos humanos.
 
El director de la prisión, Constantin Franziskakis, defiende a sus subordinados: “Una prisión superpoblada es un lugar donde inevitablemente ocurren  incidentes. No se trata de una población fácil. Pero esos incidentes con casos aislados”.

Nuevo Código de Procedimientos

En 2008, el Comité contra la Tortura del Consejo de Europa mencionó la sobrepoblación de Champ-Dollon en un informe. Prácticas indignas de un cantón que acoge a las principales instituciones de derechos humanos, reconoce Isabel Rochat: “Un cantón y un país son juzgados por la forma en que administran su seguridad. Ginebra es la cuna de las organizaciones humanitarias, debe predicar con el ejemplo y ofrecer lugares de detención que cumplan con los derechos más básicos”.  
 
¿Pero, por qué esperar tanto tiempo para ampliar la prisión? “Es cierto, no medimos el rápido aumento de los reclusos. Esperábamos que su número alcanzara un máximo y luego descendiera, pero no fue así”, dice.
 
Desde el comienzo del año, un cambio legislativo vino a aliviar un poco al director de Champ-Dollon y a sus cerca de 300 colaboradores: la entrada en vigor del nuevo Código de Procedimiento Penal, que pone fin a la detención preventiva sistemática por delitos menores. Muchos abogados se quejaban de la banalización de la detención preventiva en Ginebra. Así, desde hace un año, la cárcel censa un 25% menos de residentes.  
 
Pero no todos los problemas serán resueltos, puesto que la prisión tendrá ahora 370 lugares de detención para 456 presos registrados. Sobre todo porque la ministra a cargo de la Seguridad no se muestra muy optimista: “La situación es muy crítica en Ginebra en el ámbito de la seguridad. Por desgracia, no vamos hacia una disminución en el número de detenidos”.

Un problema nacional

En 2013, se prevé terminar otro edificio para albergar a 92 reclusos con trastornos psiquiátricos. La prisión anexa de ejecución de sentencias de la Brénaz acogerá a 150 nuevos reclusos en 2015. En cuanto a la posibilidad de construir una nueva prisión en Champ-Dollon, dependerá de la evolución del número de reclusos en los próximos meses. “Queremos ir rápido”, señala Mark Müller.
 
La Liga Suiza de Derechos Humanos denuncia desde hace tiempo un incremento de la represión y señala que los sitios creados en los últimos años solamente han tenido el efecto de “aumentar el encarcelamiento de la población y fortalecer el abuso de la prisión preventiva, resultado de un populismo penal inaceptable”.
 
Si la cuestión candente de la superpoblación carcelaria es principalmente simbolizada por el caso de Champ-Dollon, no se trata solo de Ginebra. La tasa de ocupación de las prisiones suizas alcanzó el 92,5% en promedio el 1 de septiembre de 2010, fecha de la última encuesta de la Oficina Federal de Estadística (OFE).
 
Con una tasa de ocupación del 105%, la situación de los cantones latinos es particularmente problemática. “Las prisiones están llenas por todas partes en Suiza”, advierte Isabel Rochat. “Al igual que el número de policías, la sobrepoblación de las cárceles es un problema en Suiza y tenemos que resolverlos juntos”.

Inaugurada en 1977, la prisión ginebrina de Champ-Dollon acoge principalmente a las personas que van a ser juzgadas.

Desde la década de 2000, experimenta un aumento constante de los detenidos y un hacinamiento crónico. En 2010, registró 3.075 presos, un récord absoluto. En la prisión hay ahora 456 reclusos, a pesar de que fue diseñada para 270.  

En 2010, 115 nacionalidades estaban representadas. Solamente el 7,2% de los detenidos eran suizos. La mayoría de los prisioneros no tenían domicilio conocido en Suiza. 10,8% de los reclusos pasaron solamente una noche y un 36% , menos de ocho días.

La apertura del Centro Rápido, anexo a la cárcel principal, ofrece 100 plazas adicionales desde el 15 de agosto, así como talleres. Y, para 2013, el Curabilis, centro de detención diseñado para los presos peligrosos y aquellos con trastornos psiquiátricos, ofrecerá 92 sitios más. Además, la construcción de una nueva unidad médica permitirá liberar 40 lugares.

En Suiza hay 114 establecimientos e instituciones para la privación de la libertad. Siete están diseñados para los presos que cumplen condenas y cuentan con 6.683 plazas en total.  

El 1º de septiembre de 2009 (última fecha de referencia de la Oficina Federal de Estadística), 6.181 personas estaban encarceladas en Suiza.

4.428, es decir, el 70,2% de los presos eran extranjeros.

31% se encontraban en prisión preventiva y 61% purgaban condena. 5% eran objeto de medidas coercitivas y el 3% habían sido encarcelados por otras razones. La tasa de ocupación era de 92.5%, es decir, 1.5% más que el año precedente.

La tasa de ocupación fue particularmente alta en la Suiza de expresión francesa (105%), donde algunas prisiones estaban sobreocupadas.

(Traducción: Marcela Águila Rubín)

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