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Iconos, ventanas del cielo

Detalle del icono 'Virgen del caliz inagotable', atribuido al artista ruso Sokolov. Keystone

El Centro Ortodoxo Ruso de Zúrich expone pinturas de iconos y frescos considerados como lo mejor del arte religioso ruso de los siglos XlV al XVlll.

Provenientes del prestigioso “Museo Andre Rublev” de Moscú, las obras maestras presentadas en dicha exposición dan cuenta del alto grado de desarrollo espiritual y técnico que se alcanzó en Rusia en aquellos difíciles años de luchas políticas y religiosas.

En particular, se trata de la obra de tres de los más importantes maestros de la pintura de iconos y frescos, que ha tenido el arte ruso: Dionisos, Andre Rublev y Teófanes, éste último llamado ‘el griego’.

La influencia de estos maestros fue decisiva para las generaciones posteriores de pintores que llevaban a cabo sus obras dentro de las iglesias, basílicas, catedrales, claustros y otros centros de culto.

Durante varios siglos muchos artistas de Grecia, Bulgaria o Serbia, y más tarde, en el siglo XVll, de Europa Occidental, se encaminaron hacia la ‘Santa Rusia’, para continuar cultivando el arte de la pintura de iconos y frescos que era ampliamente reconocida.

“Yo soy la luz del mundo…”

Tal es el título de esta exhibición que revela, de algún modo, la espiritualidad de estos creadores de iconos, muchos de los cuales eran monjes de claustros o gente de profunda fe religiosa.

En el Centro Ortodoxo Ruso de Zúrich se reproducen, en tamaño original y conservando las antiguas técnica de composición y materiales de la época, cerca de 150 metros de frescos. Éstos forman parte de la decoración que realizó el pintor Dionisos, entre los siglos XV y XVl, para la Catedral de la Virgen María en el Claustro de Ferapont, en la región de Vologda.

Se trata de un ciclo de pinturas en honor a la Virgen María junto con la representación de santos, diáconos y ángeles. En este ciclo el Maestro Dionisos llegó a una síntesis perfecta entre pintura y arquitectura, y aún hoy día se mantiene exacta la variedad y el brillo de los colores. Esto hizo que el claustro fuera considerado por la Organización Cultural de la UNESCO, en el año 2000, como un patrimonio de la humanidad el cual reflejaba fielmente el espíritu ruso.

Del pintor Andre Rublev (1360- 1430), uno de los más destacados discípulos de Teófanes, el griego, canonizado santo por la Iglesia Ortodoxa Rusa en 1988, se presentan varios iconos.

En ellos se revela la técnica refinada de composición y el profundo simbolismo religioso alcanzado por su autor. Asimismo, se exponen fragmentos de los frescos pintados, en 1408, en la Catedral de Vladimir en Uspenski.

Quizás la obra emblemática de Andre Rublev sea la Santísima Trinidad (1412). Es decir, un icono con la representación de Dios Padre, el Hijo y el Santo Espíritu, que participan en la ceremonia sagrada del banquete de Cristo en el altar del universo.

Por último se presentan las obras de Teófanes, el griego, pintor de gran renombre que llegó de Constantinopla a Novgorod, primero, y luego a Moscú, en el año de 1378 para llevar a cabo varias pinturas al fresco.

En la exhibición ‘Yo soy la luz del mundo’ aparecen, de este autor, entre otras creaciones, la reproducción del imponente Cristo Pantocrator junto con los arcángeles Miguel y Gabriel. Se trata de una obra que el Maestro realizó para la cúpula de la Iglesia de la Purificación, en Novgorod, Rusia, en 1378.

El simbolismo de los iconos

Las obras de Dionisos, Andre Rublev y Teófanes, resumen el momento culminante del arte iconográfico ruso y de la pintura al fresco.

La obra del primero representa el reino de la madre de Dios, mientras que el trabajo del segundo ejemplifica al amor eterno, y en fin, la pintura del artista griego es una sabia síntesis de nuevas técnicas de composición y de percepción del espacio, que él mismo difundió entre los pintores rusos.

En realidad, el arte de los iconos es un complicado y estricto sistema de símbolos. Surgió en Rusia al mismo tiempo que la adopción del cristianismo en el reino de Bizancio en el año de 988. Se trata de representaciones sagradas pintadas sobre tablas de madera especialmente preparadas.

Por lo general, en las imágenes pintadas aparece el rostro de Jesucristo, de la Virgen o de algún santo, los cuales tenían que ser identificados inmediatamente por los creyentes al entrar al templo para ser venerados durante la liturgia.

El ideal estético del pintor de iconos era más bien moral pues trataba de revelar en la tabla el misterio de la encarnación de Cristo. En este sentido el icono no podía ser visto como una representación “bella” o artística, sino más bien como la encarnación misma de Cristo en el cuadro. De ahí el complejo simbolismo de sustancias y colores que se empleaban para su elaboración, así como la previa preparación espiritual del pintor.

La exhibición de iconos y frescos en el Centro Ortodoxo Ruso de Zúrich, es una ventana hacia la luz, el recogimiento y la paz tan necesarias en estos tiempos de crisis. Permanecerá abierta hasta el 23 de Junio de 2002.

Araceli Rico.

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