iLe: «Ser mujer y puertorriqueña me lleva a hablar de abuso de poder»
Irene Escudero
Cartagena de Indias (Colombia), 29 ene (EFE).- En el tiempo de «las mujeres no lloran, las mujeres facturan», iLe prefiere sentarse junto a Mon Laferte frente a una botella y «salpicar alcohol en la herida como si ardiera la pena». Sabe que el desamor no es un tema nuevo ni para hombres ni para mujeres, solo que a ellas se les mira cada paso que dan.
«Nosotras somos culpadas por todo y no nos percatamos que todavía le damos demasiada fuerza a la opinión y a la percepción masculina», asegura en una entrevista con EFE la artista puertorriqueña, que, tras debutar con sus hermanos en Calle 13, ha construido ya una carrera gracias al amor, al desamor y sobre todo a cantarle a los temas que le importan.
Desde que lanzó Ilevitable, en 2016, con el que se llevó el Grammy, Ileana Cabra no ha dudado en hablar de política, de las heridas coloniales y sobre todo de feminismo.
«La realidad que vivo como mujer y como puertorriqueña me lleva a hablar del abuso de poder que vivimos lamentablemente», alega como una forma de encontrar soluciones y cantando sobre «buscar una manera de trabajar colectivamente» ese abuso.
Sabe que salir de estas deudas históricas es un «proceso lento, pero no es imposible salir de ellos y yo creo que tanto con esto feminismo como con el colonialismo pasa lo mismo: son raíces que están muy profundas, pero el hecho de que lleven años ahí no quiere decir que nos tengamos que acostumbrar a eso».
Por eso es fundamental, dice en su paso por Colombia para asistir al Hay Festival de Cartagena, que hay que «desaprender» y «desintoxicarnos» para «transicionar» y así sentirnos «verdaderamente libres».
LA ILE DE CALLE 13
De la Ileana de Calle 13 queda en una adolescencia que nunca ha dejado del todo, porque «uno nunca se pone muy adulta tampoco».
Recuerda que fue «súper loco» e «inesperado», pero a la vez encuentra lógico que sus hermanos -Eduardo José Cabra (Visitante) y René Pérez (Residente)- la incluyeran en esta mítica formación: ella desde chiquita quería hacer música, tocaba el piano aunque nunca pensó que acabaría cantando «Latinoamérica» o «Atrévete» con sus hermanos.
Pero con ellos aprendió y gracias a ellos entró en un entorno donde hasta hace poco no había muchas mujeres. «El perreo es algo normal en Puerto Rico y yo perreo desde niña», confiesa, pero también recuerda sentir el «tabú», el que como mujer se la viera como «fácil» por querer perrear.
Y entonces llegó Ivy Queen, coreando lo de «Yo quiero bailar, (…) eso no quiere decir que pa’ la cama voy». Y comenzó a sentirse identificada porque es como ella se sentía.
Ahí «se establece un poco esa voz femenina sin someterse a los estándares machistas o el patriarcado» en una música, el reguetón, que forma parte de Puerto Rico como lo es ya del resto de Latinoamérica.
DESCOLONIZACIÓN Y DENUNCIA
Y que también se está transformando a pesar de que sea «el género que más difícil se le ha hecho expresarse abiertamente sobre lo que pasa políticamente en Puerto Rico y socialmente». Pero siguiendo una estela que Calle 13, entre otros, abrieron, ahora está derribando esos muros.
Muestra de ello es que Bad Bunny, que paró su gira para volver a la isla a unirse a las protestas contra el gobernador Ricardo Rosselli en 2019, aprovechó un videoclip que dice «Puerto Rico está cabrón» para denunciar que los cortes de energía son constantes y que Puerto Rico está cabrón pero para quien tiene la plata para disfrutarlo.
«Es importante que dentro de la romantización que se le tiene a Puerto Rico también se hable de la crisis y de la realidad por la que estamos pasando, pues es dolorosa», pide la boricua.
En las protestas de 2019 también evidenció formas muy propias de luchar y resistir, un «perreo combativo», como lo llama iLe, donde el reguetón se filtraba en las concentraciones y marchas, donde se bailaba y celebraba mientras se protestaba, en un «vamos a pelear aquí hasta que esta cosa se solucione, pero vamos a divertirnos también».
FEMINISMO EN LAS VENAS
En paralelo, también hay una apertura hacia un reguetón más inclusivo, que pierda la violencia y el machismo del más clásico.
«El reguetón siempre ha sido súper machito y súper violento», explica la artista, pero ahora, aunque sigan existiendo esas canciones sexuales del principio, «la mujer es parte de la actividad sexual que vayan a tener», ya no se basa en dominio, sino se habla de disfrute y de consenso.
«Ahora mismo tenemos quizás una libertad que no teníamos antes», resume, aunque lamenta que «todavía están pasando otras cosas que no han cambiado tanto y hay muchos hombres machistas y muchas mujeres machistas» que siguen promoviendo «esa forma de vivir tan tóxica».
Por eso para ella hacer letras feministas es una constante porque le «asusta» que se vuelva normal ver a una mujer asesinada o los patrones de abuso en el día a día de las mujeres.
Porque, concluye, «el verdadero propósito es simplemente encontrar que las mujeres somos eh…» y le cuesta encontrar las palabras de lo obvias que son: «el propósito encontrar que las mujeres somos personas sin más». EFE
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