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La ‘regla de oro’: no gastar más de lo que se tiene

Cumbre de Bruselas: la UE extiende la regla de oro para limitar el déficit fiscal. Reuters

Suiza inscribió hace una década en su Constitución el compromiso de las finanzas públicas equilibradas. Alemania copió el modelo en 2009, y hoy una veintena de países europeos se disponen a seguir el ejemplo.

El Ministerio helvético de Finanzas y la Universidad de Lausana analizaron para swissinfo.ch las ventajas y desventajas del freno al endeudamiento que hoy acapara las portadas de los medios.

A Suiza, el año 2000 la sorprendió sin ganas de festejar. La deuda del país se había triplicado en solo 10 años –para situarse en 120.000 millones de francos– y el panorama general era poco alentador.

“En la década de los 90 el crecimiento económico fue débil y se registró una crisis inmobiliaria que depreció los bienes raíces. Una situación que afectó sensiblemente al sector financiero, pilar de la economía suiza. Todo esto repercutió negativamente en los ingresos públicos en una coyuntura en la que estaban en marcha costosos proyectos de inversión”, explica a swissinfo.ch Philipp Rohr.

El portavoz del Ministerio suizo de Finanzas recuerda que Suiza se enfrentó, pues, a la necesidad de buscar nuevas fórmulas para conducir sus ingresos y gastos.

Los excesos del pasado

Gastar más de lo que se tiene y acumular abultados déficits ha sido una constante en las finanzas públicas del Viejo Continente durante las últimas dos décadas. Hace 11 años Suiza dio media vuelta, mientras los vecinos seguían por la misma ruta.

“No todos los déficits son malos. Si la deuda que asume un estado se destina, por ejemplo, a proyectos de infraestructura, es normal que el coste se distribuya entre varias generaciones, ya que todas ellas obtendrán beneficios de la obra”, señala Pascal St-Amour, de la Facultad de Estudios Comerciales Superiores (HEC) de la Universidad de Lausana.

“El problema es que muchos gobiernos justificaron todo tipo de gasto, incluido el corriente (nóminas, salud, etc.) y se endeudaron para financiarlo. Una dinámica muy peligrosa porque compromete a las generaciones futuras a pagar los excesos de sus antecesores”.

Es una pena haber llegado a este punto. En otras circunstancias, prosigue el profesor, Italia o Grecia hubieran podido reestablecer el orden devaluando sus monedas y “comenzando de nuevo”, pero la existencia de la moneda común hace esto inviable.

Freno a la deuda

El gobierno suizo decidió virar la ruta en el año 2000, al inscribir en su Carta Magna el compromiso de no gastar más de lo que ingresaba. La puesta en marcha esta regla de oro de austeridad le permitió reducir la deuda pública del 53 al 40% del PIB entre 2005 y el 2010. Mientras, la de los vecinos de la zona euro oscilaba entre el 70 y el 85% del PIB.

“Tomamos ejemplo de disciplina fiscal de cantones como el de San Gall, pero a escala nacional se decidió crear un instrumento único que, a partir de reglas simples y transparentes, fuera capaz de asegurar unas finanzas públicas sanas de forma permanente”, explica Philipp Rohr.

“La iniciativa se sometió a votación y el 85% de los suizos la apoyaron, lo que le otorgó además solidez y credibilidad a la decisión”, apunta.

La cifra mágica

Tras los derroches cometidos, Europa busca el rigor fiscal impoluto. Berlín y París piden que los países de la Unión Europea (UE) consigan que su déficit público anual no rebase el 0,5% del PIB, salvo en condiciones extraordinarias.

¿Mucho o poco? Seis veces menos de lo que el Tratado de Maastricht consideraba razonable hace menos de 20 años.

Suiza no apuesta por las cifras, sino por los principios. El artículo 126 de su Constitución establece que el “límite del gasto total dependerá de los ingresos estimados”.

“Para que sea eficaz, una regla presupuestaria debía ser estricta y rigurosa, pero también lo suficientemente flexible para poder reaccionar ante eventos extraordinario”, explica Philipp Rohr.

“Se busca un equilibrio de mediano plazo, sobre un ciclo coyuntural, no sobre un año nada más. En los buenos tiempos, los excedentes deben reservarse porque financiarán los déficit de los ciclos recesivos”.

¿De Suiza para la Europa?

Gran Bretaña fue, en estricta teoría, el primer  país del Viejo Continente que impuso un límite a sus niveles de deuda pública (1998), pero su compromiso no figura en la Constitución.

Suiza fue el primer país que introdujo la regla de oro fiscal en su Carta Magna. Y en 2009, cuando Alemania decidió seguir esta corriente, tomó el modelo de Berna y no el de Londres.

Pero no está claro que sea una herramienta eficaz para la heterogénea UE, reconoce Philipp Rohr: “Es difícil afirmar que el modelo suizo convenga a la UE, cuyas políticas presupuestarias se basan en mecanismos distintos”.

Y Pascal St-Amour coincide con él y detalla que la exitosa experiencia suiza es producto de una suma de factores: estabilidad política,  divisa sólida; un sector inmobiliario que se revalúa constantemente; y bajas tasas de interés, entre otros factores”.

Por ello, continúa el académico, incluso aplicando las mismas reglas, no está claro que se obtengan los mismos resultados. “Es como intentar curarse tomando la mitad de una pastilla, en lugar de tomar la pastilla entera”, metaforiza.

Sobre la marcha, en 2012, una veintena de gobiernos europeos estudiarán con minucia el modelo suizo para frenar el endeudamiento suizo en busca de la fórmula que les permita regresar al principio básico de antaño: “No gastar más de lo que se tiene”.

El 5 de julio de 2000, el Consejo Federal adoptó una regla de oro fiscal (frenar el endeudamiento) e inscribió este compromiso en el artículo 126 de su Constitución.

La esencia: el Estado debe mantener un equilibrio entre sus ingresos y sus gastos. Así, el gasto público suizo se calcula en función de los ingresos estimados.

Las excepciones: Suiza puede incurrir en déficit en caso de crisis o desastres naturales, entre otros eventos.

No hay sanciones si incumple el compromiso, pero deberá compensar cuanto antes sus excesos.

El 85% de los suizos avaló el 2 de diciembre de 2001 esta regla de oro, que entró en vigor en 2003.

El pico máximo de la deuda suiza se registró –debido a la inercia de los años previos- en 2005, con pasivos por 130.000 millones de francos.

Hoy la deuda pública helvética es inferior a los 110.000 millones de francos, lo que ha permitido a Suiza enfrentar con solidez la más reciente crisis global.

En los siglos XVIII y XIX la deuda estaba proscrita para los Estados.

El siglo XX cambió las reglas, los gobiernos comenzaron a endeudarse para financiar proyectos como la guerra.

En 1993, los países de la UE acordaron en Maastricht una serie de puntos que se tradujeron en un Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Ningún país de este bloque debía registrar un endeudamiento superior al 60% del PIB ni un déficit público mayor a 3% del PIB. Compromisos que no se cumplieron.

En 2011, el temor de que la eurozona se resquebraje ha llevado a Alemania, apoyada por Francia, a exigir mucho más rigor a cambio de su apoyo a países en problemas como Grecia, Italia o España.

El pasado 8 de diciembre, 26 de los 27 países de la UE aceptaron en Bruselas inscribir en sus Constituciones una regla de oro fiscal que les llevará a manejarse en el futuro con un déficit de solo 0,5% del PIB (que solo podría rebasarse por razones extraordinarias).

Alemania ya realizó las reformas legales necesarias para su regla de oro (2009). Este año han hecho lo propio Francia, Italia y España, pero los procesos legislativos no han concluido.

Gran Bretaña se maneja de forma independiente. Opera un compromiso de rigor presupuestario (1998) que no está inscrito en la Carta Magna.

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