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Aporte suizo a recuperación de ‘chullpas’ aimaras

Mujeres aimaras agradecen al embajador suizo, Roger Denzer, la contribución del país helvético para el rescate de las 'chullpas'. Félix Espinoza

El viento, la lluvia y el descuido aumentan el riesgo de desaparición de los monumentos mortuorios que los aimaras del altiplano andino erigieron hace siglos para conservar los cuerpos de sus gobernantes y, por ende, su identidad étnica, social y cultural. En el rescate de esos testimonios históricos participa Suiza.

“Hay que entender que la cultura es muy importante para todas las poblaciones del mundo. Es una expresión profunda de su historia, pero también es su presente”, sostiene el embajador de Suiza en Bolivia, Roger Denzer al recalcar la repercusión arqueológica y turística de esos monumentos.

Un plan piloto acordado por el Ministerio de Culturas y la cooperación suiza (150 000 dólares) permitirá diagnosticar y adoptar las medidas de restauración convenientes en los sitios arqueológicos de Culli  Culli,  Qiwaya y Condor Amaya en las comunidades de Sica Sica, Puerto Perez y Umala (departamento de La Paz).

Ofrenda ante una ‘chullpa’. En esos monumentos mortuorios eran sepultados los líderes aimaras. Nicolas Quinteros

Tras la decadencia de la Cultura Taihuanacu, asentada en regiones de Bolivia, Perú y Chile desde aproximadamente el 200 A.C. hasta el 1100 D.C., los señoríos aimaras reinaron hasta la posterior presencia del Incario (Siglo XV) y la ulterior llegada de los españoles.

La figura del ‘Mallku’ o ‘Hilakata’ adquirió entonces el máximo nivel jerárquico de depositario étnico y de poder que debe ser conservado y venerado. En cierta medida, el papel ostentado por faraones, reyes, prelados o figuras de resonancia política en el correr de la historia mundial.

Chullpas: recintos de respeto y culto

Hechos de barro y paja o de piedra, esos mausoleos sagrados, de los que quedan vestigios, sobre todo en Perú, Bolivia y Chile, son espacios reducidos con bases redondas, cuadráticas o rectangulares en formas de torres o cajas en los que se depositaban los restos mortales del jefe fallecido.

Las chullpas de Culli Culli, Sica Sica,  por ejemplo, tienen forma rectangular, son de adobe y paja, puerta triangular y una altura de entre 3 a 6 metros. Alojaron los cuerpos de personajes de linaje que fueron colocados en postura fetal, protegidos por bolsas capsulares hechas de textiles o cuero de llama e incluso cestas hechas de totora.

Convenio Suiza-Bolivia 

A tenor del convenio cultural, cada uno de los sitios arqueológicos de Culli Culli, Qiwaya y Condor Amaya recibirá 50 000 dólares para el diagnóstico y la recuperación de las chullpas en esa zona.

El diagnóstico de expertos determinará si hacen falta trabajos de conservación (para apuntar y limpiar las tumbas además de ahuyentar a las aves que las dañan) o restauración (elaboración de  adobes del tipo antiguo con técnicas que permitan mantener su autenticidad y originalidad).

Los pobladores de Sica Sica, Puerto Pérez y Umala (departamento de La Paz) se beneficiarán con la recuperación de las torres funerarias que constituyen parte de su identidad y el legado de sus ancestros,  porque testimonian, además de la arquitectura y la espiritualidad, las técnicas agrícolas, ganaderas, alfareras y de textiles hechos, sobre todo, con lana de camélidos.

En Bolivia hay más de 300 chullpas, situadas especialmente en los departamentos de La Paz, Oruro y Potosí. Pertenecen a la época de los señoríos aimaras, pero también a las construidas en el Incario.

El ‘Mallku’ o ‘Hilakata’ no emprendía solo el viaje final. Se cree que además de proveerle de alimentos y abrigo, le acompañaban familiares o sirvientes.

“Se calcula que en Bolivia hay más de 300 chullpas de diferentes estilos y materiales, aunque la mayor parte en malas condiciones de conservación”, precisa José Luís Paz, jefe de la Unidad de Arqueología y Museos del Ministerio de Culturas de Bolivia, refiriéndose a los chullpares construidos durante las confederaciones aimaras (1200 A.C. a 1400 D.C.).

“Nuestros tatarabuelos”

“Para nosotros esto es sagrado. Como si las chullpas fueran nuestros tatarabuelos, y cada 21 de junio les hacemos ofrendas para que nos vaya bien. Es cuestión de fe”, dice el anciano de 84 años Tomás Santos, vecino de Culli Culli Alto.

El alcalde de Sica Sica, Walter Mouso, -donde se encuentra la chullpa de Culli Culli- insiste en que en ella está su historia, sus costumbres, pero que es difícil conservarla por la falta de recursos. “Con el apoyo de nuestros hermanos de Suiza vamos a poder hacerlo”, concluye.

 Muchos de los chullpares mantienen intacta su condición de centros de ritos. Debemos impulsar su conservación y puesta en valor para dinamizar un poco la economía de estas comunidades”, añade José Luís Paz destacando así el respeto a la cosmovisión andina, cuya mayor expresión tiene lugar cada año nuevo aimara en las ruinas de Tiahuanacu.

Los numerosos estudios hechos desde hace mucho tiempo por arqueólogos nacionales e internacionales coinciden en la importancia histórica, social y económica de las estructuras funerarias aimaras.

Y, en este contexto, el acuerdo cultural suscrito por el Ministerio de Culturas de Bolivia y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, COSUDE, abre perspectivas para el rescate de los chullpares en el altiplano andino.

BOLIVIA

Dos terceras partes de la población boliviana (unos 11 millones de habitantes, asentados en una superficie de 1 098 000 km2) tienen orígenes aimara o quechua. Sus idiomas, heredados de Tiahuanacu y el Tahuantinsuyo, conviven diariamente con el castellano.

La cultura Tiahuanacu nació a orillas de Lago Titicaca (aprox. 200 A.C.). Su capital, Tiahuanacu -cuyas ruinas son muy visitadas por el turismo-, fue centro de peregrinación, situado a 3.800 m.sn.m., pero desde el 550 D.C. pasó a ser centro urbano importante.

Alrededor del 1000 D.C. llegaron los incas e instalaron sus tradiciones, idioma (quechua) y arquitectura en el Tahuantinsuyu (el imperio incaico terminó con la muerte de Atahualpa a manos de Francisco Pizarro). Los nativos del altiplano vieron a los soldados españoles cuando corría el año 1533.

El Gobierno actual, del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, otorga especial importancia al rescate de ese pasado histórico y a la recuperación de los vestigios de aquellas culturas. Morales asiste cada 21 de junio a la celebración del año nuevo aimara en las ruinas de Tiahuanacu.

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