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La exposición de Basilea muestra el otro lado de Munch

Ashes I, litografía de Munch de 1896 (Fundación Beyeler)

La Fundación Beyeler de Basilea acoge la mayor exposición de los trabajos del artista noruego, Edvard Munch fuera de su país.

La retrospectiva aborda diferentes aspectos de Munch, incluyendo su influencia sobre el Expresionismo y su muy original contribución al arte moderno.

Munch, quien murió en 1944, tuvo una infancia difícil, marcada por la muerte de su madre y su hermana y la depresión de su padre.

Su propia salud estaba quebrantada. Sufrió las consecuencias del abuso del alcohol y una crisis depresiva.

“Nunca quiso casarse. Además de mantener su independencia, no quería transmitir a sus hijos las taras hereditarias de la familia” dijo a swissinfo Dieter Buchhart, curador de la exposición.

Munch, sin embargo, se sentía interesado por el amor. Su atracción por las mujeres –representadas como ángeles o vampiros- y los celos, son temas recurrentes en su trabajo.

Sin embargo, la Fundación Beyeler quiso alejarse de la imagen de melancolía de Munch y poner énfasis en su lado menos conocido en el que la expresividad, el amor por la naturaleza y el entusiasmo por la vida se muestran con un intenso colorido.

“La interpretación de Munch como un artista depresivo data del período de la posguerra, y tiene más qué ver con el trauma de la posguerra que con Munch”, señaló Buchhart.

Momentos más felices

Los momentos más felices del artista se aprecian en los lienzos que muestran el resplandor del sur de Francia o la más fría y más misteriosa luz de las prolongadas tardes escandinavas de verano.

Muchas de estas pinturas pertenecen a colecciones privadas y no habían sido expuestas al público durante muchas décadas, algunas desde hacía 80 años.

Los trabajos principales de Munch -que representó a niños enfermos, mujeres como vampiros, y emociones fuertes y miedos– con frecuencia suscitaron controversia.

Sus primeros críticos censuraron también lo que consideraron la fealdad y las calidades inacabadas de sus pinturas.

El artista experimentó enormemente con sus materiales y sus lienzos, a menudo empujando las fronteras tradicionales entre los medios de comunicación artísticos diferentes como la pintura y el ‘collage’.

Él mismo fue a veces muy lejos en el maltrato deliberado de sus trabajos poniéndolos a la intemperie cuando llovía o nevaba. Munch sentía que eso le ayudaba a representar una gama más amplia de emociones.

Los expertos dicen que el manejo del artista de los materiales representó una contribución importante para el arte moderno.

Rasgos de exhibicionista

Sin embargo, algunos observadores han subrayado rasgos de exhibicionismo en la actitud del noruego hacia su arte y un deseo de impactar.

“Había seguramente ese aspecto en él”, dijo Buchhart. “Fue una especie de ‘enfant terrible’ y su fama se basaba en ello. Sus exposiciones eran justo un escándalo tras otro”.

Estas controversias aumentaron la reputación de Munch en Europa, y como el interés del público creció, también las críticas.

El museo Beyeler muestra aproximadamente 130 pinturas, 80 dibujos y grabados de cada fase de la carrera de Munch. Pero ‘The Scream’ (El Grito), quizá el más famoso de sus su trabajos, no aparece en la exposición.

“Nosotros hablábamos sobre la posibilidad de la exposición cuando el cuadro fue robado”, explicó Buchhart. Junto con la ‘Madonna’, la obra fue sustraída del Museo Munch, en la capital noruega, Oslo, en agosto de 2004.

“El hecho de que de no estuviera disponible nos liberaba en cierto modo de la obligación de exponerlo y nos dio la oportunidad de concentrarnos en los lados más experimentales, coloridos y modernos de Munch”.

Las pinturas ya fueron recuperadas, pero ‘El Grito’ sufrió daños y ya no es puesto a disposición. Empero, los visitantes de la muestra pueden observar una litografía de 1895.

swissinfo

Edvard Munch – los signos del Arte Moderna, se presenta en la Fundación Beyeler hasta el 15 de julio de 2007.

Es la primera gran exposición de Munch (1863-1944) en Suiza en 20 años y es la más grande efectuada fuera de Noruega.

La reina Sonia de Noruega y el ministro suizo del Interior, Pascal Couchepin asistieron a la apertura.

La muestra incluye 130 pinturas, 80 dibujos y grabados, prestadas por museos americanos y europeos, así como por colecciones privadas.

Comienza con el rompimiento de Munch con el naturalismo escandinavo en trabajos que incluyen ‘El Niño Enfermo’, que en su tiempo causó controversia.

La pintura de Munch experimental de sus años en Berlín (1892-95) es presentada en el segundo capítulo e incluye ‘Madonna’ y ‘Pubertad’.

La tercera parte refiere a sus años parisienses (1896-97). Los años posteriores a sus viajes en Europa y su crisis (1908) constituyen el cuarto.

La participación en la fotografía, el movimiento y una película muda integran el quinto capítulo, y su trabajo posterior (1920-44) destacando sus materiales, contribuye el sexto.

Los capítulos finales presentan el tardío arte gráfico de Munch.

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