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La hazaña aérea de Jorge “Geo” Chávez

El piloto Mikael Carlson se dispone a aterrizar en Estocolmo con el monoplano Bleriot XI restaurado, igual al que utilizó Jorge Chávez en su vuelo sobre los Alpes. Keystone

13:28 horas del 23 de septiembre de 1910. Al mando de un pequeño monoplano Bleriot XI-I se eleva desde Brig hacia los Alpes el piloto peruano de 23 años “Geo” Chávez con la intención de saludar a los glaciares y macizos y abrir una ruta entre Suiza e Italia. Lo logra, pero el precio es alto.

Un siglo después de aquella proeza comparable con el cruce de Charles Lindbergh por el Atlántico, la ciudad suiza de Brig y la Embajada de Perú en Berna destacan esa página de la aviación mundial con exhibiciones artísticas, aéreas, conferencias y actividades socio-culturales.

Hoy nos desplazamos por los aires en modernos y cómodos aviones que devoran distancias sin temor a los riesgos de la enorme presión atmosférica en altitudes que superan de lejos a las de los montes más altos. No estamos expuestos a las inclemencias de un ambiente hostil, gélido y carente de suficiente oxígeno.

Hace cien años la aviación comenzaba a ponerse pantalones largos con una amalgama de osadía y prudencia. Tal vez recogiendo en cierto modo las recomendaciones que, según la mitología griega, Dédalo hiciera a su hijo Ícaro: no volar muy alto para no derretir la cera de las alas ni demasiado bajo para evitar que la espuma de mar las moje.

El afán de inventar y mejorar

Al promediar la primera década de 1900, Los hermanos Orville y Wilbur Wright en Carolina del Norte, Estados Unidos y el brasileño Alberto Santos Dumont se sitúan entre los precursores de las aeronaves a motor. Es una época de concursos que invitan a ganar altitud a cambio de premios monetarios.

“Al sobrevolar por primera vez los Alpes, Chávez proyectó las posibilidades de la aviación y de crear una industria y un comercio que hoy nos asombra con cada vez mayores y mejores máquinas”, señala a swissinfo.ch el embajador de Perú en Berna, Juan Carlos Gamarra, refiriéndose a esa acción pionera que convertía un deporte de adinerados en un sector con futuro.

Impresionado por el coraje del joven piloto peruano, Farrol Kahn escribe actualmente un libro sobre aquella travesía aérea. “Haré que Chávez renazca para conocimiento general, porque la prosa se expresa en primera persona. El paso sobre el Canal de la Mancha es un juego de niños frente al cruce de los Alpes”, afirma el experto en aviación y autor de cuatro obras.

¿Por qué tanto interés en aquel empeño Chávez? “Justicia, la respuesta es justicia, porque considero que la comunidad de la aviación internacional le ha excluido de estar entre los grandes pioneros de la aviación. Y eso me parece injusto”, precisa.

Organizado y minucioso

Hijo de un acaudalado banquero peruano que emigra a Francia tras la guerra con Chile, en 1884, Jorge “Geo” Chávez nace y crece en París sin apuros económicos ni privaciones. No conoce su patria, Perú, pero asume plenamente su nacionalidad. A los 21 años de edad obtiene el diploma de ingeniero.

Fascinado por el vuelo de Luis Bleriot sobre el Canal de la Mancha, en 1909, entra al mundo de la aviación. Paso por paso acumula conocimientos de mecánico, obtiene su licencia de aviador, interviene en muchos concursos y establece varias marcas de altitud, entre ellas la de Issy (2.680 metros).

Pone la mira en los Alpes y prepara cuidadosamente el reto. Adaptan su monoplano Bleriot XI-I (accionado por un motor Gnome de 50 HP), para aterrizar en espacios inclinados, sustituyen la rueda de cola por dos deslizadores en U con función de freno y cubren con fajas los tubos para garantizar la buena lubricación en temperaturas bajas.

Abrigado por una chamarra especial de lino y asbesto no olvida los planos, el barómetro, la brújula ni el tacómetro antes de sentarse al mando del aeroplano más pequeño y liviano: 750 libras y una envergadura de 36 pies.

El vuelo definitivo… e histórico

Un primer intento hecho por el Bleriot XI-I el 19 de septiembre de 1910 tropieza con fuertes golpes de viento a la altura del nevado Aletsch (2.000 m) y poco después con nubarrones y ráfagas de aire que por encima del Simplón (2.200 m) sacuden el monoplano y obligan el descenso de Chávez tras 42 minutos en el aire.

Farrol Kahn recuerda la coherencia de esa actitud parafraseando la frase dicha entonces por el piloto peruano: “Dar la vida para no lograr nada sería estúpido. Darla para vencer, es hermoso”.

Tras cuatro días de espera, mejoran las condiciones meteorológicas y se dispone la partida. En ese momento solo quedan dos de los 20 aviadores que habían entrado en competencia: Jorge Chávez y el estadounidense Charles Weyman. Finalmente es el piloto peruano de 23 años quien desafía los riesgos meteorológicos, las bajas temperaturas y las turbulencias en la ruta escarpada y hostil.

Despega en Brig, gana altitud se codea con el gélido Aletsch, sobrevuela el Simplón sobreponiéndose a las exigencias físicas de la proeza, luego dirige su Bleriot XI-I hacia Domodossola. A tres kilómetros de la ciudad italiana y unos 20 metros de altitud se desprenden parcialmente y se pliegan hacia atrás las alas. El avión se precipita a tierra ante la mirada de cientos de entusiastas espectadores que aguardaban al valiente piloto. Con fracturas en las dos piernas y otras lesiones, Jorge “Geo” Chávez fallece tres días después en el Hospital San Biaggio de Domodossola.

“Si ya hubiese existido el fuselaje tal vez no hubiera pagado con la vida su hazaña”, sentencia Farrol Kahn al tiempo de lanzar la hipótesis de que el intenso frío entumeció las manos e incidió en el control de la nave.

Como sea, la última frase del aviador peruano Jorge “Geo” Chávez: “Arriba, siempre arriba” describe su espíritu emprendedor.

Jorge “Geo” Chávez
Hijo del acaudalado emigrante banquero peruano Manuel Gaspar Chávez y de María Rosa Dartnell, nace en París el 13 de junio de 1887.

Es inscrito en el Consulado de Perú, patria que no llega a conocer personalmente.
Junto con su hermano hereda del padre una cuantiosa fortuna; pasa una juventud cómoda, destaca en los deportes y a los 21 años obtiene el diploma de ingeniero.

El vuelo de Luis Bleriot sobre el Canal de la Mancha, en 1909, despierta en él una gran inclinación por los aviones, a tal punto que tras ser mecánico y motorista de Paulhan y entrar en la escuela Farman realiza su primer vuelo al mando de un biplano Farman que se mantiene 1 hora y 42 minutos en el aire.

Ese punto de partida lleva al piloto peruano a participar en varias pruebas posteriores y a establecer marcas: segundo en Biarritz; primero en Roun.

En 1910 deja Farman y se enrola en la firma de Bleriot, con la que tras batir el récord de altura elevándose a 2.680 metros sobre Issy emprende el reto de cruzar los Alpes.

La ciudad italiana de Milán auspicia la competencia estableciendo la ruta: partida de la ciudad de Brig, etapa intermedia en Domodossola y punto de llegada en Milán.

En la prueba se inscriben 20 pilotos, de los cuales uno solo: Jorge Chávez intenta y logra la proeza de sobrevolar los Alpes.

Luego de un primer intento hecho el 19 de septiembre de 1910 consigue su meta cuatro días después, el 23 de septiembre.

Supera los imponentes Alpes entre Brig y Dommodossola y abre así la nueva ruta entre Suiza e Italia por el aire.

Según testimonios de la hazaña, muere pronunciado la frase “arriba, siempre arriba”.

“Nuestro aeropuerto internacional lleva el su nombre (Jorge Chavez) y tenemos muchos monumentos dedicados a él, pero tengo la sensación de que la verdadera dimensión de su proeza no es reconocida ni en Perú ni en el extranjero”, señala el embajador Juan Carlos Gamarra.

Entre las varias actividades de este fin de semana para destacar la Travesía de los Alpes, el diplomático menciona la conferencia de un embajador estudioso de Chavez, una muestra pictórica, ofrendas florales, una recepción social, pero sobre todo el show aéreo con la participación del escuadrón “patrouille suisse” y otros aviones.

El interesante programa de tres días es organizado por las autoridades de la ciudad de Brig en coordinación con la Embajada de Perú en Berna.

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