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La magia del amor

Joseph-Marie Vien: 'La vendedora de amores' (1763), grabado en cobre. www.rietberg.ch

Dos de los principales museos de Zúrich consagran exposiciones al sentimiento amoroso.

Una de ellas presenta las diversas facetas del amor reflejadas en grabados y dibujos europeos de los siglos XVIII y XIX.

La ciudad de Zúrich abrió este año presentando en dos de sus principales museos el tema del amor. Las muestras en el Museo Rietberg y en su anexo de la Haus zum Kiel son una prueba más de que el amor sigue vivo, a pesar de nuestra época conflictiva, de guerras y avances científicos.

La exposición organizada en la Haus zum Kiel está consagrada a mostrar las diversas caras del sentimiento amoroso en la concepción de varios artistas europeos de los siglos XVlll al XlX fundamentalmente.

Con una buena selección de grabados de los grandes maestros del Romanticismo, Clasicismo y Simbolismo, en la muestra aparecen escenas amorosas, galantes o apasionadas.

En ellas la imagen femenina, personaje central del tema amatorio, surge como diosa venerada o como objeto de tentaciones sexuales para terminar en una figura inquietante de horror y de angustia.

Todo por una dama…

En el arte europeo de principios del siglo XVlll los artistas se dejaron llevar por una imagen del amor idílico. En estas escenas las relaciones amorosas de las parejas se despliegan entre bosques y paisajes fantásticos, y la mujer es el objeto de deseos sublimes.

Nadie mejor que el pintor francés Antoine Watteau supo llevar este tema a niveles muy altos de emoción, en los cuales la consigna era “vivir la propia vida”, sin importar ninguna atadura de tipo social. Filosofía que cultivaron más adelante los artistas románticos.

Su grabado de 1730 llamado ‘La isla encantada’ representa ese deseo de liberación instintiva, donde las parejas conviven unas con otras en medio de la armonía que brinda la naturaleza.

Ya hacia finales del siglo XVlll y principios del XlX vino una liberalización de las costumbres y, por lo tanto, la idea del amor y de la mujer se ven reflejadas en escenas galantes. La razón y la pasión amorosa encontraron un cierto equilibrio, y así los enamorados de la mediana y la alta burguesía aparecen en ambientes sobrios y elegantes.

Del suizo Salomón Gessner se presentan en esta exposición algunas obras en la línea de un amor más sereno al lado de paisajes campestres como en su obra ‘Fiestas populares campesinas’, de 1775.

Pero es sin lugar a dudas cuando aparece en la sociedad europea una mayor circulación del dinero, que el mundo va a adoptar un tipo de relaciones sentimentales más ligeras, fáciles y menos convencionales. Se anunciaba una nueva era, la del orden capitalista.

El amor subversivo

La moda y los salones se implantan en París y los cabarets dan el toque de alarma. La obra gráfica de aquellos años revela a artistas que hablan de relaciones sentimentales más atrevidas, sin control, casi agresivas.

Los grabados del español Goya son como su nombre lo dice, puros “disparates” donde abundan la tensión, las sombras y la muerte. Asimismo, el dibujo fino y cuidado de Clara von Rappard llena sus obras de fantasía desbordante y de misterio.

Los personajes de esta artista son mujeres que viven dentro de un mundo poblado de sombras, de dudas y amenazas, como en su obra ‘El delito’ (1890).

La vida mundana de los bares y cabarets arroja personajes inolvidables, entre ellos la cantante Yvette Guilbert, la reina de la farándula de París, inmortalizada por la obra gráfica de Toulouse-Lautrec. Ese hombre deforme que hacía temblar con sus dibujos atrevidos e insolentes a la mojigatería de la sociedad francesa de su tiempo.

Otros grandes pintores y dibujantes se presentan también como Valloton y Daumier, quienes supieron muy bien recoger ese ambiente rico y desenfadado. En sus grabados se tocaban temas hasta entonces tabú, como las intimidades en una pareja de hombre y mujer.

Todo por un beso…

La obra de Munch y de Holder va a marcar un nuevo camino en la concepción de la vida amorosa, quizás más profundo e interior, donde la psicología de los enamorados jugaba un papel decisivo.

Munch en su obra ‘El Beso’ (1895) establecía un modo distinto de sentir el mundo, acaso más espiritual y sin temor de tocar los verdaderos sentimientos humanos. Por eso representa a dos amantes que parecen fundirse en un beso de amor.

En su ‘Manifiesto de St. Cloud’, en París, Munch afirmaba: “No se debe más pintar escenas de interiores, ni gente que lee o mujeres que bordan. Deben ser hombres vivos, gente que respira, siente, sufre y ama”.

La exhibición titulada ‘La Magia del Amor’ en la Haus zum Kiel, de Zúrich, es una reflexión sobre la evolución del amor que, de alguna manera, habla de la vigencia de este sentimiento en nuestra era moderna. La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 6 de abril.

swissinfo, Araceli Rico, Zúrich

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