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La marca ‘Swiss made’ divide las opiniones

El escudo suizo es una herramienta de marketing muy poderosa. Keystone

Esfuerzos para reforzar la normativa que protege el nombre de los artículos de fabricación suiza han causado muchísimas complicaciones.

El Gobierno quiere sustituir la ambigua legislación actual por reglas concretas para tomar medidas duras contra el abuso del sello ‘made in Switzerland’ (‘hecho en Suiza’) y de las marcas que llevan la cruz del escudo helvético. Las asociaciones de consumidores alaban la idea, pero los empresarios quieren más flexibilidad.

En las consultaciones se propuso que se despachara el 60% de los costes de fabricación en Suiza y que los productos alimenticios tengan que contener un mínimo del 90% de ingredientes suizos para poder llevar el sello ‘Swiss made’.

La Fundación para la Protección de los Derechos del Consumidor quiere, por ejemplo, poner fin a la venta de quesos etiquetados como ‘suizos’ que contengan leche de vacas polacas o alemanas.

“Esto es absurdo. Para los consumidores está claro que la leche del queso suizo tiene que venir de vacas suizas. Cualquier producto que lleve la cruz del escudo o que sea de origen helvético tiene que contener ingredientes suizos”, comunicó la fundación.

No obstante, la multinacional alimentaria Nestlé no cree que el origen de la materia prima sea tan importante para los consumidores.

“No creo que a la gente le importe de dónde viene la leche cuando compra, por ejemplo, una tableta de chocolate. La compra porque le gusta el producto final”, señaló a swissinfo su portavoz François-Xavier Perroud.

Se necesita flexibilidad

La Federación de Empresas Suizas, economiesuisse, está de acuerdo en que los productos suizos de notoriedad internacional necesitan protección.

“Cuando los consumidores ven le etiqueta ‘Swiss made’ parten del supuesto que el producto es de alta calidad. Decepcionar estas expectativas, significaría perjudicar nuestras industrias”, explicó a swissinfo el experto legal de la fundación, Urs Furrer.

Pero también advirtió que se debe tener en cuenta si la materia prima está disponible en Suiza a la hora de definir la ‘Swissness’ de un producto.

El 60% de esa cuota de fabricación también incluye la investigación y el desarrollo de los precios. Pero Furrer señaló que si se refuerza demasiado la normativa, sería en perjuicio de las empresas que probablemente se verán forzadas a producir en el exterior para seguir siendo competitivas.

“Está bien como pauta general, pero no debe ser una norma estricta para todos los sectores y productos. Necesitamos cierta flexibilidad. El objetivo es mantener ciertos procesos específicos de la fabricación en Suiza”, explicó.

El escudo helvético

Las autoridades también quieren enmendar la normativa de las marcas registradas que utilizan el escudo oficial de la Confederación como herramienta de marketing. Esta práctica está proscrita, a pesar de que algunas empresas ignoran esta prohibición desde hace décadas.

El cambio propuesto permitiría el uso de la cruz heráldica suiza, mientras que el uso del escudo de la Confederación quedaría reservado a las autoridades federales.

Victorinox, que fabrica la Navaja Militar Suiza y que utiliza el escudo helvético desde hace casi cien años, anunció que se opondría a tal cambio.

La asociación de los automovilistas suizos, Touring Club (TCS), estima que una reforma de la marca le costaría unos 13 millones de francos suizos si tuviera que quitar el escudo del logotipo.

“Utilizamos el emblema desde que se fundó el TCS en 1896. No veo por qué hay que quitarlo ahora. Espero que harán una excepción”, indicó a swissinfo el portavoz del TCS, Stephan Müller.

Aún hay esperanza. En las consultaciones se hizo la propuesta de permitir a las empresas intrínsicamente asociadas al escudo de armas que puedan seguir utilizándolo.

swissinfo, Matthew Allen
(Traducción del inglés: Antonio Suárez Varela)

El ex ministerio de Justicia, Christoph Blocher, inició la campaña ‘Swissness’ en 2006 y enumeró algunos casos de productos cosméticos y cacerolas que llevaban la etiqueta ‘Swiss made’ a pesar de haber sido fabricados en Alemania y China.

En los últimos meses, el Gobierno ha examinado los resultados del proceso de consultación que se clausuró el lunes 31 de marzo antes de que se acordara cómo seguir adelante.

El uso de las marcas ‘Swiss’ y ‘Swiss made’ no está regularizado de forma pormenorizada. Resoluciones judiciales previas sólo proporcionan algunas pautas puntuales. El Gobierno sólo ha expedido una normativa imperativa para la industria relojera.

Bajo la legislación actual, la cruz suiza no se puede registrar como marca. Está asimismo vetado el uso de la cruz en el embalaje de productos comerciales. En la práctica, sin embargo, el abuso del sistema actual se hace cada vez más frecuente, sobre todo porque la marca ‘Swiss’ no goza de protección legal.

Según los consumidores suizos y extranjeros, la ‘Swissness’ se asocia “a un mundo sano, eficaz y bien ordenado”, como especifica el informe gubernamental de 2006.

También implica connotaciones como “precisión, meticulosidad, fiabilidad y minuciosidad”.

‘Swissness’ también es sinónimo de innovación, exclusividad y excelencia. Se refiere a un país “culturalmente rico, cosmopolita y abierto al mundo”.

Es un término positivo y una herramienta útil para promover negocios. La mitad de las compañías distribuidoras de productos helvéticos afirma que utiliza la etiqueta ‘Swiss’ para sus propias marcas.

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