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La mayoría que no vota

El material de voto termina a menudo en la basura. swissinfo.ch

Después de todo, los suizos están orgullosos de su país; así lo confirman las encuestas. Nadie quiere renunciar a la democracia directa. Sin embargo, menos del 50% de los ciudadanos vota y participa en las elecciones.

¿Se convierte la democracia en un pasatiempo exclusivo de algunos?

“¿Las elecciones? No me interesan. Votar no sirve de nada”, o peor aún: “De todas maneras hacen lo que quieren”. Son frases recurrentes, expresiones de un dejar hacer o simplemente las excusas de ciudadanos que no hacen uso del derecho de votar y de elegir.

En Suiza, los abstencionistas son desde hace 30 años una mayoría.

Un ejemplo preocupante tuvo lugar en febrero de 2003. El pueblo concurrió a las urnas para votar una reforma de los derechos políticos y aprobó por gran mayoría una moderada ampliación de los instrumentos de participación, pero en las urnas sólo participó el 28% de los electores.

Menos dramático, pero una situación análoga ocurrió durante las elecciones federales pasadas. Hay cada vez menos ciudadanos que eligen sus representantes en el parlamento y en los cantones. En 1919, el 80% de los electores participaba en las elecciones. En 1999, descendió a menos del 45%. ¿Ya no interesa la democracia directa?

Elecciones relativas

Las elecciones federales de 2003 se avecinan y ya se sabe que ganarán los abstencionistas. ¿No interesa lo que hacen los parlamentarios en Berna? “Esto no se puede decir – respondió a swissinfo Hanspeter Kriesi, politólogo de la Universidad de Zúrich. “Hay que admitir que en Suiza las elecciones tienen un valor relativo y atraen a un número limitado de personas. Esta es una consecuencia de la democracia directa”, agrega.

Parece un contrasentido, pero Kriesi especifica que: “Teniendo la posibilidad de expresarse puntualmente sobre muchos temas durante el año, los electores saben que pueden intervenir directamente en el proceso de toma de decisiones”. Es diferente la situación en otros países donde los parlamentarios, una vez elegidos, tienen amplia autonomía; por lo tanto, una mayoría de izquierda o de derecha tiene para ellos una importancia decisiva.

En Suiza, en cambio, la coalición federal es la misma desde 1959. El 80% del espectro político está representado en el Gobierno y las cosas cambian muy rara vez. La búsqueda de consenso ocurre dentro del palacio Federal para enfrentar a la verdadera oposición: el pueblo.

Democracia a la carta

Pero ¿qué oposición es ésta, si como indican las cifras, el pueblo no va a votar? Kriesi precisa: “Son pocos en Suiza los que nunca votan, pero se movilizan si un tema es decisivo, como cuando se trata de la adhesión a la ONU, de limitar el costo de la salud o prohibir el aborto,; entonces, la población se desplaza a votar. Basta que se sienta tocada…”

Las encuestas de opinión parecen dar razón a este tipo de análisis. Sólo una ‘cabeza dura’, casi un cuarto de los que tienen derecho, no vota nunca. La mayoría vota de vez en cuando, si el tema le interesa. En consecuencia, los valores son análogos a los de otros países.

Campaña electoral

“El éxito de la participación popular es una consecuencia del interés que suscita la cita electoral”, agrega Kriesi. Pero a veces la situación no es buena, pues algunos cantones no hacen más que confirmar a los representantes salientes. “Si no hay competencia entre los candidatos, la campaña no entusiasma y los electores se quedan en casa”.

Además, los partidos no administran bien su potencial. Según el periódico Neue Zürcher Zeitung, la mayoría de los partidos continúa realizando campañas electorales tradicionales. En maratones interminables, los candidatos participan en debates públicos mal frecuentados. Los que participan son aquellos que ya tienen una opinión hecha. Resultado: muchas energías gastadas para no convencer a nadie.

“La sociedad cambia, ya no existen las estructuras tradicionales de referencia. Hasta la difusión debe cambiar de canal. Los medios de comunicación electrónicos y los periódicos deben contribuir con su parte. Los índices de escucha demuestran que existe interés por los debates políticos, y es, en consecuencia, necesario seguir caminos nuevos para pasar los mensajes”, agrega Hanspeter Kriesi.

Jóvenes sin política

¿Pero si sólo vota una minoría de ciudadanos no hay un problema de legitimación? No, lo vemos en las comunas y en los cantones: numerosos cargos son asignados por un cuarto del potencial electoral, y el mandato es entregado. La culpa es de quien no votó si después se siente afectado por algo que no le gusta. No veo en Suiza el problema de un deslizamiento hacia la oligarquía. Sólo en las dictaduras el pueblo vota al 100%”, agrega Kriesi.

El problema mayor es con los jóvenes. Muchos no se interesan en la política, las nuevas generaciones votan muy poco, la democracia se transforma en valores meramente abstractos. “Pero las instituciones defienden mejor los intereses de los grupos. Basta que los jóvenes se den cuenta de que sus votos pueden influir en el resultado; entonces se movilizan”, concluye optimista Kriesi.

En fin de cuentas, después de la introducción del sufragio femenino en 1971, la baja fue rápida, pero en los últimos años se ha estabilizado la participación en las elecciones. El que no vota deja decidir a los otros.

Swissinfo, Daniele Papacella
(Traducción: Alberto Dufey)

– 4.628.782 eran los electores en Suiza en 1999.
– Sólo 2 millones (el 43,3%) participó en las elecciones federales.
– En febrero de 2003 se votó la reforma de los derechos políticos y sólo participó el 28% de los electores.

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