La revolución arquitectónica de Le Corbusier
La capilla de Ronchamp en Francia, construida por el famoso arquitecto suizo Charles-Édouard Jeanneret: Le Corbusier, es aún símbolo de la arquitectura sagrada contemporánea.
Situada en la colina de Bourlémont, a unos kilómetros de Belfort, la capilla de Notre-Dame du Haut domina desde lo alto la pequeña ciudad de Ronchamp.
Desde la Edad Media este lugar ha sido un punto importante de peregrinación dedicado al culto de la Virgen María.
El día 8 de septiembre, cuando se celebra el nacimiento de la Virgen, el pueblo y sus alrededores emprende la subida a la colina en signo de veneración. Para quienes tienen referencia del templo es igualmente una ocasión que les permite apreciar los rasgos del arquitecto suizo.
Una empresa simbólica
La capilla de Notre-Dame du Haut o capilla de Ronchamp, como se le conoce también, ha tenido un destino trágico a lo largo de su historia.
En 1913 fue destruida por un incendio pero, más tarde, gracias al apoyo económico de los creyentes de la región fue reconstruida bajo un estilo neogótico. Su localización estratégica desde donde se domina la ruta este que va hacia París, hizo que años después, durante la Segunda Guerra Mundial, la capilla fuera bombardeada en septiembre de 1944 quedando totalmente arruinada.
Así, en 1950, el proyecto de volver a levantar el templo se le encomendó al arquitecto, pintor, urbanista y teórico suizo Le Corbusier (1887-1965), originario de Neuchâtel.
El artista se sentía conmovido en particular por la resonancia simbólica que guardaba el santuario de Notre-Dame du Haut, ya que éste había sido el escenario de varias tragedias humanas.
De este modo, el arquitecto helvético aceptó la obra solicitada por los habitantes de Ronchamp y la Comisión de Arte Sacro de la ciudad francesa de Besançon.
Pureza y rigor de las formas
A primera vista, cuando uno se aproxima al templo y van descubriéndose las estructuras que lo componen, parecería que se está frente a una inmensa arca de Noé a punto de zarpar en el espacio.
En lo alto del edificio surge una pequeña cruz en la que Le Corbusier reconcilia de alguna manera el pasado trágico del lugar.
Rodeada por prados y jardines, la capilla de Ronchamp, cubierta con una capa de cemento blanco, emerge en todo su esplendor monumental. Construido a través de volúmenes articulados entre sí, el edificio se presenta a los ojos del visitante con un movimiento armónico y majestuoso a la vez.
En lo alto del santuario aparece una imponente techumbre grisácea, diseñada con líneas puras y suaves, como si ésta hubiera sido inflada por el viento, lo cual le da a al conjunto un aire de inexplicable ligereza.
Tres torres blancas, como cilindros que envuelven la construcción, captan desde lo alto la luz del exterior para transformar el interior del templo en un lugar de recogimiento. Por eso Le Corbusier sostenía: “La llave maestra es la luz que ilumina las formas, y las formas tienen un poder emotivo por el juego de sus relaciones proporcionales, siempre insólitas y deslumbrantes”
Toda la grandeza y luminosidad que brinda el exterior de la capilla de Notre-Dame du Haut, perfectamente integrada a la altura de la colina y al paisaje que la rodea, contrasta con su interior que da la impresión de ser un espacio de dimensiones más reducidas.
Recogimiento en el seno materno
El arquitecto de Neuchâtel se propuso crear en el interior del templo de Ronchamp un ambiente de recogimiento propicio para la oración, la paz y la alegría serena. La luz entra por pequeños vitrales coloreados creando un juego de luces y penumbras.
El interior de la capilla es un espacio silencioso y místico. Al mismo tiempo que acoge a los peregrinos que llegan a él, los conduce a una especie de caverna materna bajo la mirada de la antigua estatua del siglo XVll de la Virgen María llevando a Jesús.
Durante los 5 años que duró el levantamiento de este santuario, Le Corbusier tuvo que enfrentar numerosas dificultades y críticas del público, pues para su época este tipo de arquitectura sacra era en verdad revolucionaria.
Pese a todo, la construcción llegó a buen término y la capilla de Notre-Dame du Haut fue inaugurada nuevamente el 25 de junio de 1955. En ella el artista suizo llevó a cabo una obra de arte total, siguiendo sus propios principios en los que integra tres elementos fundamentales en su concepción arquitectónica: la tierra, el cielo y el sol.
Una nueva forma de vivir
A lo largo de su carrera Le Corbusier se empeñó en desarrollar una arquitectura en función de la vida social, empleando una economía de medios simples producidos industrialmente. Más que una nueva forma de construir, perseguía en sus proyectos una nueva forma de vivir.
A partir de los años 50 los encargos se multiplicaron para él en Francia y en el extranjero. Es conocida la unidad habitacional que realizó en Marsella en 1952, los edificios públicos de Chandigarh (Penjab) en India en 1950 y La Maison La Roche-Jeanneret, sede de la Fundación Le Corbusier, en París.
swissinfo, Araceli Rico, Zúrich.
¿Sabía usted que la imagen que aparece en los billetes de 10 francos suizos es nada menos que la del famoso arquitecto Le Corbusier?
Este artista junto con otros escritores y teóricos de su época, como Amédée Ozenfant y el poeta Paul Dermé, fundaron en 1920 en París la revista “L’Esprit Nouveau”.
Esta revista se convirtió en un órgano importante de difusión de las ideas de la vanguardia internacional. En ella sostenían que la corriente artística fundada por ellos llamada el “Purismo”, era una técnica de la sensibilidad, una gramática rigurosa que servía para conmover al público.
En 1930 Le Corbusier se hizo ciudadano francés al contraer matrimonio con la modelo francesa Yvonne Gallis.
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